
No creció siendo una deportista. A sus 30 años, confiesa, “no podía resistir ni una plancha”. Ale Llosa es la prueba indiscutible de que nunca es tarde para empezar, y la vida le sigue dando la razón.
Creadora de una disciplina que fusiona yoga, box, artes marciales y entrenamiento militar, ha construido un imperio que hoy traspasa fronteras e invita a miles de personas a romper con los estereotipos que reducen al deporte como un camino para conseguir el cuerpo perfecto. “Para mí, es una cuestión de felicidad, de moverse para ver la vida de una manera más positiva”, comenta.
Los números no mienten: KO —como ha bautizado a su creación y que hace referencia a la palabra ‘knockout’— está consolidado hoy con cinco locales en la capital, 11 en el mundo, una plataforma digital y más de 95 mil seguidores en redes sociales (@iliveko en Instagram y Tiktok). Todo lo anterior, por supuesto, sin desmerecer a los más de cien ‘trainers’ que retan día a día a los amantes de esta propuesta.
Elegida en 2022 como una de las mujeres más influyentes del Perú por “Forbes”, embajadora de Nike y apasionada creyente de que el bienestar empieza desde adentro, conversamos con Ale Llosa sobre sus metas y las enseñanzas de su encuentro con el deporte.

KO llegó a tu vida para equilibrarte. En múltiples ocasiones, has comentado que te sentías un poco perdida antes de dedicarte a esto que hoy es tu pasión.

Mi vida no se sentía bien. Yo trabajaba muchísimo en el campo profesional, me iba increíble. Tenía un puesto superimportante en márketing, pero al mismo tiempo eso me hacía mucho ruido. Perdí el norte y dejó de ser algo a lo que quería entregar mi energía.
¿Cómo te sentías en lo personal antes que llegara KO?
Tenía 30 años y recuerdo que fue un momento en el que paré e hice un análisis interno. Me di cuenta de que desde mi adolescencia hasta ese momento había estado muy pendiente de lo físico. Tenía un tema con la percepción sobre mí. Hoy día, lo veo clarísimo como un asunto de falta de autoestima, que se apoyaba regularmente en cosas externas y comentarios de otros para sostenerse. No me sentía ni capaz ni segura.
En ese entonces, ¿ya tenías alguna conexión con el deporte?
Para nada. Era más bien la reina de la fiesta, de manera extrema, y al día siguiente me sentía morir. Todo tenía que ver con cómo me veía y no con cómo me sentía. Hasta que un día dije que tenía que parar y buscar un equilibrio en mi vida. Ya estaba grande, tenía que hacerme cargo, ser autosuficiente.

Entonces, ¿cómo aterrizas en el mundo del entrenamiento?
Por mi esposo. En ese entonces él tenía una energía totalmente opuesta a la mía. Era tranquilo, resuelto, en paz. Es deportista y recuerdo que lo miraba con admiración y pensaba “qué disciplinado y qué rica energía tiene. Yo también quiero eso”. Por cuestiones de la vida, volvimos a España (donde yo ya había llevado una Maestría en Márketing), pero esta vez el panorama era completamente diferente. La ciudad era la misma, pero yo no. Estaba curiosa de probar algo nuevo.
¿Qué sucedió?
Quería entender el cerebro del deportista, su energía y alegría desbordante desde adentro hacia afuera. Así que terminé por inscribirme en una Maestría de Gestión del Deporte, sin conocer nada de ese mundo. Me dejé llevar por mi pasión, pero en esos tiempos no podía hacer ni una plancha. Por eso, hasta hoy les digo a todos que si yo pude, todos podemos. No nací siendo la más deportista del mundo.

Las puertas al universo del entrenamiento se abrieron. ¿Cómo te sentiste con ese primer acercamiento?
Recuerdo que, mientras estudiaba, me di un tiempo para explorar varias disciplinas en paralelo. Quería ver qué hacían con mi cuerpo y con mi cerebro. Fue entonces que me quedé con cuatro: el boxeo, las artes marciales (puntualmente el taekwondo), el entrenamiento militar y el yoga. A partir de ellos, nace KO.
Muchos te reconocen como una verdadera ‘girlboss’ del mundo ‘fitness’. Creaste tu propia fórmula para el mundo. ¿Cómo fue el camino para llegar al éxito?
Tras todo lo vivido en España, me dije que quería volver al Perú para enseñar lo que había aprendido. Crear lo que pudiera, poner al servicio de la gente mi proceso de transformación. Hubo muchos ‘wins’, pero también cosas duras, como por ejemplo locales donde fuimos engañados y la crisis de la pandemia. Sin embargo, cuando tienes muy claro que algo es para ti, siempre encuentras la forma.
Para disfrutar la energía de KO no es necesario vivir en alguna de las ciudades donde sus sedes están presentes. Nacida en pandemia, la plataforma digital de este centro de entrenamiento cuenta con una amplia selección de clases de cardio, fuerza y yoga. Además, encontrarás tips y recetas de alimentación consciente, así como meditaciones para calmar, sanar y conectar contigo mismo. Conoce más en
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¿Cuál es tu momento favorito en cada sesión de KO?
Me encanta el final. Ojo, a mí también me duele entrenar, como a todos, pero me fascina ese momento cuando te sientes noqueado pero lleno de felicidad y con satisfacción personal. Es algo que necesito (y a lo que acudo) todos los días.

Además de las disciplinas en las que te inspiras, ¿qué otros pilares consideras no negociables para sumergirse en este mundo?
Nuestra filosofía viene acompañada de cuatro cosas: deporte a diario, intenso, retador. Segundo, buscar la conexión interior. Todos los días tienes que poder parar y valorar tu vida. Como tercero, la alimentación. Apostar por cosas que sumen y tengan nutrientes. Por último, actitud positiva. Eso más allá de las salas de KO, es algo para la vida misma.
Hoy en día KO es un imperio que no conoce de fronteras. ¿Cómo cargas con la responsabilidad?
Lo hago tan feliz que siento que fluye naturalmente. Además, me ayuda mi ‘background’ en márketing, mi chispa para conocer nuevos mercados y seguir contagiando la filosofía “Train for Happiness”. Empezamos en un garaje de la calle Chiclayo en Miraflores, luego nos mudamos a Barranco, abrimos más locales en la capital y, cuando menos lo pensamos, nos buscó alguien de Chile para llevarnos allá. Luego siguió Colombia, Madrid, Ecuador, Panamá y recientemente México. Una locura.

Por estos días, también resalta la alianza que consolida KO con El Comercio. ¿Qué tienen preparado?
Lo que más me emociona son las columnas que pronto saldrán aquí, en Somos. El objetivo es poder llevar un poco de felicidad a través de aprendizajes en deporte, nutrición y bienestar, con nuestros coachs certificados. En adelante, espero que podamos sorprender con más actividades.
Algo que también recalcas es el hecho de empezar a ‘cambiar el chip’ sobre el deporte. Dejar de verlo como el camino para lucir más ‘fit’ y considerarlo una herramienta para ser feliz.
Es una forma más amable de ver el deporte. Es difícil, claro, porque las redes sociales nos venden el discurso de que se entrena para los ‘coquitos’ o para estar más delgado. Pero cuando uno cambia esa percepción, deja de lado lo quejoso y se siente agradecido. Estás más satisfecho con cómo te sientes día a día, en lugar de estar pegado con todo eso que no tienes o cómo es que no luces. Hay que entrenar para ser feliz. Así de simple. //