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Gamarra

Por Kenyi Coba

Cuarenta y cuatro manzanas, tres dameros, una plaza principal y más de 200 galerías, son las medidas de Gamarra, la zona comercial textil más grande del país. Un lugar donde se mueven a diario importantes sumas de dinero y que está ubicado en el distrito limeño más antiguo, La Victoria (fundado en 1920).

Hace 60 años ese lugar era un misterio.

, ese tumultuoso imperio de la moda, está ahora en boca de todos por acción del alcalde George Forsyth, quien se ha propuesto erradicar a los comerciantes informales de sus calles y reubicarlos en un punto aledaño a esta cotizada zona.

¿Como surgió Gamarra? Desde su trazo en los planos victorianos en la década del 60 hasta la actualidad, este sector no ha cambiado mucho pues en sus alrededores siempre predominó la delincuencia, incluso fue considerada como una ‘zona rosa’.

“Entre las avenidas 28 de Julio, Aviación y el jirón Gamarra habían paraderos de buses interprovinciales que todos los días generaban gran cantidad de tránsito peatonal. Los migrantes del interior llegaban ahí y buscaban dónde hospedarse en el momento”, cuenta Diógenes Alva, presidente de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra.

Con la llegada de provincianos que buscaban labrar un futuro en la capital, se dio paso a la creación de dos polos económicos de la capital, La Parada (para productos comestibles) y Gamarra (textiles).

"Hubo dos oleadas migratorias. La primera en 1948, la cual se denominó 'La oleada positiva' porque los provincianos comenzaron a mover la economía limeña; y la del 70, cuando Gamarra adopta la fisionomía que conocíamos hasta hace tres días", declara Daniel Parodi, historiador y docente de la Universidad de Lima y de la PUCP.

Pero Gamarra no comenzó con la venta de ropa al por menor, Alva señala que en la década del 70', se vendían en mayor medida fardos de tela que traían los comerciantes del interior del país, mientras que otro grupo ofrecía productos pequeños.

“La última cuadra de Unanue empezó a llenarse de múltiples vendedores de distintos productos no comestibles, pues La Parada estaba (y continúa hasta el momento) frente a Gamarra”, detalla.

Algunos vecinos de la zona cuentan que en esa época ya funcionaban tiendas formales de venta de tela, las cuales eran presididas por extranjeros, facilitando la transacción de textiles entre comerciantes y compradores.

El cerro San Cosme fue el primer punto habitado por los provincianos que llegaban a la capital a finales de los 70, está cercano a Gamarra, donde muchos de ellos tenían sus negocios. (Foto: Archivo histórico El Comercio)
El cerro San Cosme fue el primer punto habitado por los provincianos que llegaban a la capital a finales de los 70, está cercano a Gamarra, donde muchos de ellos tenían sus negocios. (Foto: Archivo histórico El Comercio)

“Eran pocas, pero había. Esos locales eran de judíos y árabes que importaban finísimas telas para la elaboración de ropa para hombres y mujeres, pero también tenían telas para otros usos como cortinas, sábanas, manteles, etc. hasta sintéticos. Había de todo, a menor escala como lo es ahora pero había”, recuerda Hermelinda Gonzáles, una vecina del jirón Parinacochas que vivió la transformación de Gamarra.

Visión comercial
Pasaron los años y en los 70, Gamarra se estaba convirtiendo en un importante polo comercial. Fue entonces que cuatro empresarios propietarios de tiendas decidieron comprar los hoteles de la zona y renovarlos para darle origen a los primeros talleres de confecciones.

“Vicente Díaz, Rafael Soto, Dante Caballero y el señor Guizado, tuvieron visión de negocio y adquirieron algunos hoteles para transformarlos en talleres textiles. Podemos decir que este es el primer cambio que sufrió Gamarra”, cuenta Diógenes Alva, quien representa a los comerciantes actuales de Gamarra.

Por su parte, doña Hermelinda afirma que los ambulantes ya se estaban apoderando de las calles y que caminar por el naciente emporio era algo imposible. “El pase peatonal era algo complejo, no tanto como ahora, pero no se podía caminar. El desorden abundaba”, revela la mujer de 62 años.

Gamarra ya se estaba consolidando como una zona con demanda comercial. Compradores llegaban hasta sus entrañas para buscar la ropa soñada, pues la publicidad boca a boca indicaba que la mejor ropa estaba ahí. Esto también generó el aumento de vendedores formales e informales.

Vista aérea de los 'corralones' donde los comerciantes vendían sus productos, a principios de los 90. (Foto: Archivo histórico El Comercio)
Vista aérea de los 'corralones' donde los comerciantes vendían sus productos, a principios de los 90. (Foto: Archivo histórico El Comercio)

"El auge de Gamarra comenzó en los 80 cuando el limeño iba y lo encontraba tal cual la conocemos, el alcalde (George) Forsyth la encontró como era hace 40 años atrás", detalla Daniel Parodi.

Desorden a la orden del día
Pero fueron los años 80 y 90 los más agitados para este centro comercial victoriano, pues por toda los ambulantes comenzaron a apoderarse de las calles, pasajes y todo aquel espacio libre para estirar su plástico o armar una mesa de triplay y ofrecer sus prendas.

“La cuadra seis del jirón Gamarra fue la primera en ser invadida por los ambulantes, poco a poco se apoderaron de otras arterias hasta tomar por completo el damero. Fue una cosa impresionante que, al parecer, estuvo avalada por las autoridades de turno”, detalla Alva.

Cansados del desorden que imperó en el lugar, Diógenes Alva y un grupo de comerciantes formales decidieron tomar el toro por las astas y junto a la gestión del alcalde victoriano de 1999 retiraron a los invasores logrando darle otra cara a la zona.

“Nos sentimos contentos, satisfechos, pero lastimosamente no duró mucho tiempo porque ellos volvieron a tomar las calles. Esperemos que ahora sí puedan ser erradicados por completo”, agrega.

Las zonas aledañas a Gamarra, en los 80, se caracterizaban por la venta ambulante de productos perecibles. (Foto: Archivo histórico El Comercio)
Las zonas aledañas a Gamarra, en los 80, se caracterizaban por la venta ambulante de productos perecibles. (Foto: Archivo histórico El Comercio)

Gamarra sangrienta
Gamarra no fue ajena a la inseguridad ciudadana, pues a lo largo de su historia diversos episodios policiales tuvieron como escenario sus aglomeradas calles.

Los más comunes fueron los robos a bancos: delincuentes irrumpieron en diversas agencias y se apoderaron de importantes sumas de dinero -sobre todo- mediante la modalidad del ‘cajoneo’.

El 31 de octubre de 1992 tuvo lugar un hecho sangriento difícil de olvidar. Dos policías y dos civiles fueron asesinados a balazos dentro de un banco por parte de delincuentes, quienes violentaron el local situado en el cruce de los jirones Gamarra e Hipólito Unanue.

Según la Policía, los autores del hecho habrían sido terroristas pues en esa época el país era sucumbido por los subversivos. 

Ese mismo año, agentes de la Dircote capturaron a un grupo de terroristas que amenazaban de muerte a los comerciantes que se negaban a pagar cupos.

Los años pasaron y los terroristas dejaron Gamarra pero los extorsionadores tomaron el control. Se conocieron distintas denuncias contra sujetos que cobran ‘cupos’ para no atentar contra la vida de algún trabajador gamarrino.

Aires nuevos
Gamarra está a la espera del que sería el cambio más grande de su historia. Un inmenso y moderno centro comercial será inaugurado en los próximos meses. 

Esta mole de 90,000 m2 estará ubicada en la cuadra 12 del jirón Gamarra, donde se espera la llegada de tiendas por departamentos, un complejo de cine, supermercados y más de 2 mil tiendas pequeñas donde podrás encontrar de todo. 

"El comprador gamarrino se volvió más sofisticado, se espera que este nuevo centro comercial, que busca reconquistar a los sectores que perdió Gamarra (del sector C) con la llegada de otros locales, regrese, pues se redujo a los sectores D y E", afirma el sociólogo Moisés Rojas.

Muchos se atreven a decir que será uno de los centros comerciales  más modernos del país, que sorprenderá a todos cuando se inaugurado. 

"Esta es la máxima expresión del mercado informal y como el peruano salió adelante de esa manera, en una época difícil como la década del 80 y 90", apunta el historiador Daniel Parodi.

Esta es una zona llena de historias de emprendedores, de familias trabajadoras y pujantes que se rompen el lomo para salir adelante.

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