MDN
(Foto: Elías Alfageme)
Miguel Villegas

A unos pocos metros de donde juegan se ve el mar. Y más allá está Buenos Aires. Y más allá, Madrid. Y allí, el estadio donde se jugará la final de la Champions League. Uno de estos cuatro niños peruanos, a quienes baña la brisa del Circuito de Playas de Lima, estará en la cancha del Wanda Metropolitano y, aunque no juegue ni haga un gol, también será un campeón.

LA HISTORIA
Cuatro talentosos jóvenes peruanos ganaron el último sábado de este verano su derecho a participar de la fase final del Nissan Innovation Games, en Argentina: la audición final para ganar un boleto que les permita vivir la pasión de la final de la Champions League. Suena lejano si eres de Perú y usualmente la miras por el cable. Pero suena más lejano aún si vienes de Espinar, como el cusqueño/arequipeño Eder Alexander Supho; desde la primavera de Trujillo, como Zaleth Gabriela Reátegui Castro; desde Cusco, como el predestinado desde el bautizo D’alessandro Chacacanta Medina; o del Cercado de Lima, besando el Rímac, como Danitza Yamile Rivas Campos, sobrina nieta de don Eloy Campos, el ‘Doctor’.

Los cuatro ya arman maletas, revisan el pasaporte y buscan la página del libro de geografía donde se ve una foto gigante del aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires, donde empieza la recta final del sueño adolescente.

LOS PAPÁS
Estaciona su moto scooter y recuerda Jaqueline Campos, mamá y papá de Danitza, todo lo que hay que ahorrar para juntar los 250 soles que cuestan unos chimpunes de calidad: “Si le compro unos de Gamarra nomás, los rompe de inmediato. Lo barato me sale caro y por eso vale el esfuerzo”. Dice la señora Candy, mamá de Eder Supho, que casi no han dormido después de las audiciones de la semana pasada y que todas las tardes en que su hijo entrenaba en canchas de tierra han valido la pena. “Somos de Espinar, a seis horas de Arequipa. Imagínate, mi Eder es hincha del Real Madrid y ahora podría conocer esa ciudad”. Basta ver la foto de D’alessandro Chacacanta con Paolo Guerrero para saber que su sueño es convertirse en el ‘9’ de la selección. Es suficiente revisar el álbum trujillano de Zaleth Reátegui y sus recuerdos de la primaria como policía escolar para saber que ellos, los cuatro, nos van a representar mejor que bien.

Viajan el 4 de abril, las pruebas son el 5 y el 6 y ya el 7 están de regreso a clases en sus colegios. Tienen 14, 15 años. Y aunque las coleccionan, quieren la propia figurita Panini con su rostro.

LAS AUDIENCIAS
Julio César Uribe, coach durante los tryouts de Nissan en Lima, les dice a los cuatro ganadores –en realidad, a los 400 participantes y las familias que los vinieron a alentar y que se quedaron en el camino–: “Ustedes tienen la gran misión de representar al país. Cuiden la pelota, quiéranla, sepan administrarla”. Lo cuenta mientras conduce las pruebas que midieron las habilidades de los jóvenes, en un entorno que simulaba las tecnologías de Nissan Intelligent Mobility, la visión de la marca para proveer más autonomía, más electrificación y más conectividad hacia un planeta donde se viva, no se sobreviva. Uribe fue el tercer mejor futbolista de Sudamérica a inicios de los 80, detrás de dos futbolistas cuya humanidad aún hoy es puesta en duda: los extraterrestres Maradona y Zico. Quizá él no lo sabe, pero no es un mensaje cualquiera: es una evangelización. Pocos como el ‘Diamante’ para decirles a unos adolescentes que sueñan con ser futbolistas cómo conseguirlo.

A unos pocos metros se ve el mar. Cuando uno es niño y quiere ser futbolista, de ese tamaño son los sueños. //

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