
Mientras prepara dos tazas de café para compartir en la cocina de su casa, un espacio fresco y moderno, con encimeras pulidas y paredes de concreto expuesto, Johanna San Miguel Dammert hace un rápido repaso de sus últimos años de carrera en la televisión: cuatro años en “América espectáculos”, tres años en “Yo soy” y siete años en “Esto es guerra”, en dos etapas distintas. En ese ínterin, siempre supo darse tiempo para hacer lo que más le gusta: el teatro. Johanna convivía con ambos roles. Hasta que hace unos meses, cansada de la vorágine que implica hacer un programa diario, decidió dejar la conducción del popular ‘reality’ para dedicarse íntegramente a las tablas.
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“Yo me retiré antes de que mi contrato terminara. Me sentía desgastada en todo sentido de la palabra. Física, emocional, energéticamente”, nos cuenta la actriz y conductora de TV. “Felizmente, la gente de ProTV se portó superbién conmigo. Nunca me dijeron: ‘No, Johanna, tienes que quedarte hasta finalizar el vínculo laboral’, como muchas veces suele pasar. Eso es algo que yo valoro mucho”, detalla.
Con más tiempo libre, y la tranquilidad de estar donde ella quería, se puso a escribir un unipersonal que dio como resultado “Ya siéntese, señora”, que regresa el próximo 1 de marzo, por solo 10 funciones, en el Teatro Peruano Japonés. “En la obra, hay una parte en donde yo misma me presento como conductora del programa ‘reality’ donde estuve. Es la parte del show donde me muestro más vulnerable. Me desnudo en cada palabra que digo. Ahí, parada sobre un escenario, es donde la gente me puede ver tal cual soy”, explica.
-¿Cómo resumirías tu tiempo en “Esto es guerra”?
Es bien particular. Por una parte, digamos, fue una etapa de mucho aprendizaje. Me divertí un montón y conocí gente a la que le tengo mucho cariño. Pero, por otro lado, me permitió descubrir el mundo de los ‘haters’. Cosa que antes no me había pasado.
-¿Te costó lidiar con eso?
Claro, por supuesto. Al principio, yo no me daba cuenta de que estaba en un programa hipermediático, que desataba amor y odio entre los espectadores. Era algo nuevo para mí. De pronto, me encuentro con esto y digo: ¡qué tal mundo! Es bien fuerte, bien duro. Al que me diga que no, lo aplaudo.


-¿Por qué sientes que le caías mal a la gente?
No sé si todos lograron entender, o tal vez sí, que la Johanna de “Esto es guerra” era un personaje, no es mi versión real. Yo construí un personaje para esa realidad, sin que nadie me lo pidiera. Era la antagonista, la villana. Pero claro, estaban mi nombre y mi cara. Entonces, inevitablemente se iban contra mí.
-¿Qué cosas que antes no hacías puedes hacer ahora?
Dormir, viajar y tener la posibilidad de manejar mis propios tiempos [risas]. Justo acabo de llegar de Nueva York, donde estuve viendo teatro durante casi un mes. Es algo que hago por placer y por trabajo. Pude ver ‘Death Becomes Her’, ‘The Outsiders’, ‘The Play That Goes Wrong’…
-En el unipersonal te pones la nariz de Queca, uno de tus personajes más queridos. ¿Qué representa ella para ti?
Queca nace en el teatro, se desarrolla en la televisión, pero su base principal es el teatro. Para mí, significa el agradecimiento absoluto. Es un personaje que creé a partir de mis propias experiencias. Por un lado, es una villamariana que se alucina pituca, aristócrata. Y, por otro lado, se va a chupar a Quilca. Entonces, esta doble vida que tiene, esta doble moral, es un poco el reflejo de lo que yo viví.
-¿Cómo recuerdas esa época que te marcó?
A ver, yo estudiaba en el Villa María, pero era becada. Y paraba en el Centro de Lima, porque estaba de moda el rock subterráneo y toda la movida se concentraba allí. A mí me encantaba. Eran los años ochenta y comienzos de los noventa.
-Pocos quizás saben que también incursionaste en la música.
Sí, tuve la suerte de que Pelo Madueño me convocara para integrar La Liga del Sueño. Fueron años muy chéveres. Además de eso, soy una persona que vive junto con la música. Me acompaña en todo momento. Siempre trato de estar actualizada.

-¿Qué te parecen las nuevas formas de entretenimiento que han surgido, como el streaming y los podcasts?
A mí me parece mostro. Creo que abrir el espectro de la comunicación nos da muchas posibilidades a todos. No escucho o veo podcasts porque no tengo mucho tiempo, pero sí me han llamado para participar de estos programas. Pero ahorita acabo de volver al teatro, que es como hábitat natural. No estoy para sentarme a hablar, opinar y decir cosas, o generar debate.
-Muchos colegas tuyos se han reinventado en estas plataformas.
Lo que pienso es que cada quien tiene que hacer lo que le haga feliz. Si te sientes pleno, hazlo. Si estás en un sitio donde ya sientes que no perteneces, descansa un rato. Uno nunca sabe lo que pueda pasar. De pronto estás acá y, al día siguiente, perdiste a tu mejor amigo, se fue tu mamá o tu papá, y volteas y te arrepientes de todo lo que no hiciste.
-Los artistas de hoy en día se enfrentan de alguna manera al avance de la tecnología. ¿Es algo que te preocupa?
Estamos en una era de cambios, de transformación, de cosas nuevas. Esto no va a parar. Vamos a llegar a límites que nunca nos hemos imaginado. Pero no creo que el teatro vaya a morir. Existe desde hace miles de años. Van a seguir surgiendo nuevas plataformas, pero espero que el teatro siempre tenga su lugar.
-¿Cómo proyectas tu carrera de aquí en adelante?
Seguir haciendo teatro. Hoy estoy con muchas ganas de buscar, indagar, crear, imaginar, sorprenderme. Cuando empiezo un proyecto, el factor sorpresa es muy importante. Cuando sienta que ya no me sorprenda, seguramente replantearé nuevamente las cosas. //
En junio de 2022, cuando recién empezaban a abrir los teatros a causa de la pandemia, un show en vivo trajo de regreso a Johanna San Miguel y Carlos Carlín, tras más de una década sin presentarse juntos. Ambos posaron para la portada de esta revista y hablaron del espectáculo “Hasta que la tele nos separe”. “Somos un matrimonio laboral. Cada uno en su casa y de ahí no nos vemos hasta que empiece el espectáculo”, dijo San Miguel a Somos en aquella portada.