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Lima 2019.

Texto y fotos: Luis Miranda

Cada una de sus historias es asombrosa y hasta diríamos conmovedora, pero ellos prefieren ser valorados por su logros. No hay espacio para los lamentos cuando estás ocupado en hacer de ti una persona extraordinaria. Carlos Felipa, por ejemplo, es un militar que perdió una pierna durante un atentado terrorista, pero no se quedó en la silla de ruedas. Hoy es un fornido atleta que –con pierna ortopédica– participará en los en lanzamiento de bala. Además, él es uno de los impulsores de un programa que permite a personas con discapacidad realizar el servicio militar voluntario. Carlos es un héroe de nuestros tiempos.

Noemí Vásquez Molina fue atacada por la polio cuando vivía en una aldea de Madre de Dios sin acceso a vacunación. Nunca pudo caminar. Hoy es la primera mujer que participará en los Parapanamericanos en la disciplina del parapowerlifting, es decir, levantamiento de pesas. Los kilos que suele levantar no son nada frente a los sacrificios que afrontó durante su vida. Tuvo que criar a su hijo como madre soltera. Entrenó en solitario a pesar de la falta total de auspicios, la incomprensión y las burlas machistas que generaba una mujer en silla de ruedas practicando un supuesto deporte de hombres. Hasta que el destino le permitió conocer a un extraordinario entrenador de talla mundial en Arequipa, la ciudad donde ha vivido gran parte de su vida, y se convirtió en una representante del deporte nacional. Hoy su hijo tiene 16 años y es un futbolista que aprendió de su madre el amor por el deporte y la capacidad de sobreponerse a las adversidades.

Como señala Lucha Villar, presidenta de la Asociación Nacional Paralímpica del Perú, los juegos de Lima serán el gran empuje que requiere el movimiento paralímpico y conseguirá que el deporte para personas con discapacidad pueda crecer. Si bien este movimiento existe desde los años 70, no hubo un ente rector ni una estructura que pudiera apoyar a deportistas que estuvieron haciendo todos el trabajo con recursos propios. Recién desde el año 2016 los paradeportistas cuentan con una institución y un presupuesto que los apoye. “El mayor legado de estos juegos será que los chicos con discapacidad van a ver los logros de los paradeportistas y se dirán ‘yo también puedo’. Cambiarán los paradigmas de la sociedad sobre lo que es la inclusión”, afirma Villar.

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