Jorge Chávez Noriega

Quienes visiten La Herradura este verano tendrán la posibilidad de descubrir un rincón de Lima que, aunque golpeado por el tiempo, conserva una belleza enigmática. Una bruma espesa que cubre su bahía nos da la bienvenida, tras sortear las curvas del Morro Solar. Son apenas las diez de la mañana, pero los jaladores de los restaurantes de la zona ya están haciendo su trabajo, y ni siquiera es fin de semana. “Venga por un pan con pejerrey o un cebichito para comenzar bien el día”, nos dicen a lo lejos. Hay poca gente en la playa. Las olas revientan con fuerza, y el viento parece susurrar las historias que hicieron de este extremo de la Costa Verde el lugar de veraneo favorito de los limeños a mediados del siglo pasado.

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