Un homenaje de Google –en forma de doodle–, sumado al actual impulso del movimiento feminista, ‘rescató’ del olvido en el 2018 la figura de Laura Rodríguez Dulanto. El legado de la primera médica cirujana del Perú siempre fue conocido en el gremio profesional que la acogió, mas no por la mayoría de peruanos. Este 2022, al cumplirse 150 años de su nacimiento, los historiadores José Ragas y Yenisa Guizado han ido más allá al escrudiñar con rigurosidad científica ángulos novedosos de su vida y obra.

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La efeméride, coinciden ambos, debe celebrarse porque ella rompió el techo de cristal en un campo exclusivamente masculino, un logro enorme dado que esto ocurrió a fines del siglo XIX. Ragas, catedrático e investigador de la Pontificia Universidad Católica de Chile, detalla que Rodríguez llegó al mundo el 18 de octubre de 1872: “Hay discrepancias respecto al lugar de su nacimiento. La partida de bautizo da cuenta de que ese sacramento se dio en Supe con pocos días de vida, pero la familia materna señala que nació en la hacienda Torreblanca de Chancay”.

En esta foto de la publicación “Peru Today”, que data de 1910, se ve a Rodríguez Dulanto (al centro) dictando una clase de anatomía. (Foto: Archivo histórico)
En esta foto de la publicación “Peru Today”, que data de 1910, se ve a Rodríguez Dulanto (al centro) dictando una clase de anatomía. (Foto: Archivo histórico)

El interés de Laura por la ciencia se dio desde pequeña, por lo que no sorprendería que más tarde revelase su deseo de estudiarla. Al provenir de una familia humilde, ella tuvo que acceder a becas para cumplir con sus estudios escolares y universitarios. Tras obtener los permisos correspondientes, Laura ingresó a la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1891.

“Después sería aceptada en Medicina, no sin pasar dificultades. Afrontó un incierto panorama laboral al ser la única médica cirujana (las mujeres en el campo de la salud solían ser enfermeras o parteras), como también al recibir el hostigamiento por parte del cuerpo docente, que la obligó a hacer prácticas por separado de los varones”, detalla Guizado, historiadora de esta misma institución.

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“Nos llamó la atención la plena conciencia de Rodríguez sobre el rol que tenía ella como pionera en la medicina peruana. Así lo expresó en distintos espacios. Pero no solo eso: logró tener otros títulos en carreras de ciencias, con tesis muy destacadas. Sin embargo, abrazó con énfasis la responsabilidad de abrir camino”, acota Ragas. En su ejercicio profesional combinó la práctica privada, la investigación y la ayuda a organizaciones de ayuda mutua. Asimismo, preparó a otras mujeres en labores de enfermería y medicina.

No habría tenido pareja ni hijos. Los estudiosos consideran que conmemorar su nacimiento podría servir para tomar medidas concretas en áreas de la ciencia en las que aún se mantienen grandes brechas de género. Puntualiza Guizado: “Hay muchas campañas para incentivar a las niñas y adolescentes a que sigan carreras científicas. Estas deberían ser apoyadas por el Estado”.//

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