
De Lionel Messi se sabe casi todo, incluso de cuando tenía apenas 8 años y llegó a Lima en su primer viaje fuera de Argentina. De ese periplo que lo llevó a ganar la XII Copa de la Amistad disputada en el Callao en el verano de 1996 también se ha contado casi todo. Casi, porque entre la memoria de quienes vivieron esa época y algunas pocas imágenes que lo comprueban, aún quedan anécdotas y detalles por contar.
Lionel Messi llegará este martes a Lima junto a la delegación del Inter Miami, para disputar un histórico amistoso frente a Universitario de Deportes, este miércoles en el Monumental.
El ocho veces Balón de Oro, tantas veces coronado y vigente campeón del mundo, pisará nuestra capital en verano, apenas días después de su primera visita hace 29 años, cuando permaneció en el Perú por 12 días en los que, además de jugar al fútbol, hizo tours, se enamoró del entonces tradicional helado Donito y hasta participó de una fiesta infantil en el distrito de Miraflores. O por lo menos así lo recuerda alguien que fue testigo de la mayor parte del trajín de Messi durante esas casi dos semanas en que anduvo entre Lima y el Callao.
“Yo ya me había enterado que un niño con condiciones extraordinarias vendría con la delegación de Newell’s, por eso estaba atento a lo que hiciera y lo tuve bastante cerca en todos los días que duró la Copa de la Amistad”, recuerda Joel Ochoa, periodista que por entonces era parte de la jefatura de prensa de la Academia Cantolao, organizadora del histórico torneo de menores.

—La pasión por el Donito—
“Messi era muy pequeño, el uniforme le quedaba grande, usaba unas zapatillas como las Super Reno y llevaba siempre dos chimpunes, también una pelota que no dejaba ni un segundo. Recuerdo que entre partido y partido sus compañeros iban al quiosco a compras golosinas, él se quedaba buscando con la mirada dónde comprar fruta”, recuerda Ochoa, con quien conversamos vía telefónica.
“Un día se me acercó y preguntó dónde podía comprar fruta, le dije que no había y le invité un helado Donito, le gustó tanto que todos los días del campeonato le regalaba los helados”, cuenta Ochoa, quien dice que fue el responsable de grabar el video que hace mucho se viralizó en YouTube, y donde aparece Messi regateando y convirtiendo goles.

Messi solía tomar la pelota y hacer pataditas por varios minutos luego de hipnotizar a todos los presentes con su juego pícaro y su habilidad descomunal en los partidos. “Era muy serio, hablaba poco, parecía tímido hasta que tenía la pelota en los pies, ahí se volvía el centro de atención y siempre parecía imparable”, agrega Ochoa.
La historia del pollo a la brasa que le cayó mal ya es conocida. En su primer día en Lima, como era costumbre en este tipo de torneos, le asignaron una familia para que lo hospedara. La elegida fue la casa de Kevin Méndez, en Pueblo Libre. “Solo estuvo ahí una noche, fue cuando la familia decidió invitarle pollo a la brasa en la pollería La Caravana, eso al día siguiente le cayó mal y casi no juega”, recuerda Ochoa.
Las historias publicadas señalan que cuando Messi escuchó que no iba a jugar, se puso de pie, tomó un Gatorade y se apresuró en decir que sí, que estaba listo para entrar al partido. “Así lo hizo, marcó varios goles y luego pidió el cambio porque seguía mal del estómago”, añade.

—Lima y los paseos—
Lo que poco se sabe es lo que Messi hacía en Lima cuando no jugaba a la pelota. El todavía promesa del fútbol no la pasaba encerrado. La delegación, como parte del itinerario organizado por los organizadores, era invitada a paseos recreativos para que los niños se distraigan. Messi no era la excepción.
“En los días que estuvo la delegación de Newell’s, los llevaron a pasear al Parque de las Leyendas, al Real Felipe y al Centro de Lima, también al distrito de La Punta, salieron a conocer bastante”, detalla Ochoa, quien repasa con cariño y emoción aquellos tiempos.
Messi, por supuesto, recuerda poco o nada, o así lo dio a entender cuando en el 2017 el periodista Pedro canelo lo entrevistó para El Comercio: “Me trataron muy bien en el Perú. Tengo escenas algo borrosas y eso de que me enfermé también es de lo poco que aún me queda. Pero después de ese campeonato hubo varias giras con Ñuls y hubo otras familias en los distintos países que hospedaban a los jugadores. Me acostumbré rápido, aunque extrañaba un poco a la familia, a la abuela sobre todo”.
“Luego del incidente del pollo a la brasa, que le generó una indigestión estomacal, se mudó a un hotel. Con la familia que lo hospedó solo estuvo una noche. Lo que poco se cuenta es que, tras campeonar, toda la delegación fue invitada a un cumpleaños de un niño que también jugó. Messi no quería ir, pero tuvo que acompañar al resto, por eso en las fotos de la fiesta infantil sale con el rostro serio, alejado del resto en un rincón”, explica el también periodista.
—Ya se veía que sería un futbolista profesional, pero nadie imaginaba que se convertiría en el mejor del mundo.—, admite emocionado. Cortamos.