
El último sábado una pantalla gigante en Times Square anunciaba la participación de Teilor en el New York Fashion Week 2025. A casi 6 mil kilómetros de la icónica avenida neoyorquina, Silvia Marín celebraba junto a su esposo, Migdonio Alba, la materialización de un sueño que habían mantenido durante los últimos 30 años.
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“Es muy emocionante. Hasta ahora todavía me cuesta procesarlo. Pensar que yo no estudié diseño, empíricamente aprendí todo. Por eso yo no dibujo mis modelos sino que cuando veo la tela imagino para qué pieza irá y dibujo directamente en el molde”, cuenta la empresaria a El Comercio desde su tienda en el Centro Comercial El Polo II.

Si algo ha caracterizado el camino que siguieron doña Silvia y don Migdonio es la cantidad de retos que encontraron luego de cada paso importante. Esta historia de emprendimiento inicia en la década de 1980, cuando una Silvia de apenas 12 años dejó su natal Celendín para venir a Lima.
“Mi hermana vino antes y tuvo a su bebé. Nosotras somos 6 hermanas, yo soy la tercera. A mi segunda hermana le propusieron que viniera para cuidar al bebé pero no quiso, así que vine yo”, explica. “Mi hermana mayor se dedicaba a hacerles la basta a los pantalones. Viví con ella y su familia por un año pero luego me fui de su casa por algunos problemas”.
Afortunadamente para Silvia, en ese tiempo había conocido a una diseñadora de modas que la contrató como su asistenta personal. “Yo no sabía qué era eso”, dice con una sonrisa que revela su sinceridad.


“Ella me dijo: ‘aquí tienes una revista, mírala y mañana me alistas la ropa que me pondré'”, cuenta Silvia. Al día siguiente, la niña tenía tres conjuntos disponibles para la mujer. La habilidad de Silvia hicieron que la diseñadora, quien con el tiempo se convirtió en una suerte de mentora y protectora, la llevara a su taller en el Centro de Lima y le explicara el proceso detrás de cada prenda.
“No me dejaban tocar ni una máquina, por seguridad. Pero ahí descubrí cuánto me gustaban las telas, cuando me di cuenta ya estaba escogiendo los pedidos para el taller”, dice.
El camino de Silvia, entonces, fue imparable. Primero se convirtió en vendedora en el taller de su mentora, puesto que solo dejó trabajar en La Limeña, una antigua galería del Centro de Lima especializada en telas. “Con esos trabajos descubrí mi pasión por las ventas. Yo vendía, siempre que tenía un producto pensaba que ya estaba vendido, nunca se me ocurrió pensar que algo no saldría. Además, en ese mismo mundo de las ventas y la ropa conocí a quien hoy es mi esposo, él hacía chompas y venía a ofrecer sus productos a la galería donde yo estaba como jefa de ventas”, recuerda.
Desde el primer momento su relación con Migdonio Alba ha sido una mezcla de amor y emprendimiento. A los 27 años se casaron y decidieron sumar la experiencia de ambos para abrir Teilor, la cual estaba dedicada sobre todo a producir ropa sastre.
“Mi mamá había trabajado por mucho tiempo con este tipo de prendas gracias a la diseñadora que la acogió de niña, mientras que mi papá venía de dedicarse a la confección de chompas de alpaca que le pedían empresas exportadoras. Ambos vieron que había una demanda muy fuerte y decidieron jugársela”, cuenta Magaly Alba Marín, quien a sus 30 años se ha convertido en la CEO de Teilor con la intención de que la marca siga creciendo.
La creación de su negocio trajo retos inevitables para Silvia y Migdonio. Hubo tiendas que no les pagaron por sus productos, el capital con el que iniciaron era tan bajo que no podían comprar rollos de 60 metros de tela así que solo compraban un metro e iban aliviando la demanda que poco a poco comenzaba a crecer.
“En un punto yo me sacaba 80 sacos diarios. Nosotros mismos hacíamos todo. Cortábamos, yo cocía y mi esposo remallaba. Afortunadamente todo creció muy rápido, había días que vendíamos tanto que hasta los maniquíes se quedaban desnudos”, recuerda Silvia.

- Un reinicio forzado -
Para inicios del 2020, Teilor contaba con ocho tiendas físicas en diferentes distritos de Lima, un almacén en Santa Anita y su enorme demanda los había convertido en el cliente único para cinco pequeños talleres de Gamarra. Fue entonces cuando cayó la pandemia.
“Si nosotros cerrábamos muchas personas se iban a quedar sin trabajo. Nuestra suerte fue que el almacén estaba fuera de Gamarra y ahí teníamos toda nuestra tela. Supimos de compañeros que tenían su mercadería en malls o en Gamarra y no podían acceder a él. Para nosotros la solución fue apostar por el canal digital y funcionó bastante bien”, explica Silvia.
La infancia de Ander y Magaly, los dos hijos de la pareja, transcurrió entre rollos de telas y cintas métricas. Por eso, cuando llegó el momento de unirse para hacerle frente a la crisis a las que lo había empujado la pandemia no dudaron un segundo en tomar las riendas.
“En ese punto vendíamos tanto por tiendas que no teníamos necesidad de subir material a nuestros canales digitales, lo primero que cambió fue eso. Además, el salto al mercado digital nos permitió experimentar y arriesgarnos un poco más en diseñar. Mantuvimos el clásico sastre pero también lanzamos prendas un poco más juveniles, así nacieron nuestras prendas mutables”, recuerda Magaly.

Dentro de estas piezas la más icónica es un abrigo al que se le pueden retirar las mangas para convertirlo en un chaleco. “Prendas versátiles para ti, esa fue nuestra idea y lo convertimos en nuestro slogan”, apunta.
La idea fue un éxito. Pero ni doña Silvia, don Migdonio, Ander o Magaly imaginaban que les permitiría llegar tan lejos.
Hace unos años decidieron que el siguiente paso para la marca era participar de desfiles nacionales, sospechando que eventualmente eso le abriría las puertas para las pasarelas internacionales. Fue precisamente en un desfile local, en La Rayuela, donde un ejecutivo de Runway 7 Fashion vería los diseños de Teilor.
“Nos escribieron al Instagram y la verdad es que lo primero que hice fue dudar porque esa es una productora que organiza pasarelas del New York Fashion Week”, ríe Magaly. “Me metí a ver su cuenta y estaba todo verificado, ¡eran reales! Pasamos una entrevista, luego nos invitaron a participar del Fashion Week y nosotras decidimos no perdernos esta oportunidad”.
El domingo 9 de marzo Teilor presentó la colección Resiliencia en Nueva York. A casi 6 mil kilómetros, la familia Alba Marín celebraba aunque confiesan que aún no han logrado procesar la noticia en su totalidad. Quizás por eso han organizado para esta tarde un evento especial en su tienda de El Polo II donde replicarán su presentación en tierras estadounidenses.
Al día siguiente de jugarse la final de un Mundial hay una pregunta obligatoria que escucha por lo menos una vez el campeón. ¿Qué sigue ahora?
“Nosotras queremos posicionarnos en el mercado nacional y luego en el latinoamericano. Los cortes que tenemos los podemos exportar a Colombia, Ecuador y otros países de la región. Queremos ir de a poco y abarcando todo, ese es nuestro plan”, responden madre e hija, dos campeonas del emprendimiento que llevan una semana despertando con la misma emoción de quien ha pasado la noche abrazando la copa del mundo.
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