Jorge Chávez Noriega

La entrevista comienza con la advertencia de que puede acabar en cualquier momento. “Si me da un infarto, me llevas al Rebagliati, por favor”, implora , con un tensiómetro colgándole del brazo. La cantante y figura del espectáculo ha hecho su aparición en su escenario más íntimo: la sala de su casa, en Lince, tras cruzar a través de una frazada roja que se desprende del techo. Le consultamos si desea continuar con la conversación y ella responde que “sí, pero tiene que ser rápido”, mientras se acomoda en un sillón de terciopelo blanco.

Ante los ojos del público, Monique no se desliga de su personaje. Se aferra a él como si fuera lo único que le queda: lleva el color rojo en su vestido, sus labios, las uñas de la mano y el pelo. Lo cierto es que ya no es la misma de hace unos años. Está cansada, triste y se siente sola. “Yo voy a morir siendo una artista. Si ahora me toca partir, moriré en tus brazos”, dice con su voz delicada.

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La autora del célebre hit Caramelo, caramelo cuenta que vive un calvario desde que, en junio del 2021, sufrió una aparatosa caída en el programa El artista del año, conducido por Gisela Valcárcel. Había sido invitada para reforzar en una coreografía al cantante Diego Val, pero dio un mal paso y resbaló en la pista de baile. Monique afirma que a raíz de ese accidente tiene una contusión en la aorta abdominal, que le produce un intenso dolor en el tórax y, a menudo, debilidad en el pulso.

Monique Pardo en su casa de lince de toda la vida. Aquí fue criada por Rosa Gayoso, hermana de su mamá. La relación con su hija y nietas es distante (es también bisabuela).
Monique Pardo en su casa de lince de toda la vida. Aquí fue criada por Rosa Gayoso, hermana de su mamá. La relación con su hija y nietas es distante (es también bisabuela).

“Yo todavía estoy esperando que Gisela venga y me abrace. Eso me daría vida”, le dice Monique a Somos. Un médico diagnosticó únicamente “golpes en la rodilla”, según comunicó en su momento la empresa productora del programa. Sea como fuere, la situación de Monique evidencia una vez más la dura realidad: el desamparo en el que se encuentran muchos artistas del país cuando sus días de gloria han quedado atrás. Sin plata y con dolencias por atender, no saben a quién acudir o qué hacer para mantenerse vigentes y ganar unos soles. Para no dejar de brillar, aunque el telón esté por caer. “Lamentablemente, no tengo una pensión. Estoy abandonada en mi desgracia”, se queja Monique, a la espera de que la nueva Ley del Artista, que está siendo elaborada por el Ministerio de Cultura, pueda beneficiarla.

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Monique Pardo, menos conocida por su nombre de pila, María Silvia —por seguridad y algo de vanidad, ella prefiere que no se mencione sus apellidos—, nació y creció en esta casa que hoy sufre los estragos de la humedad. De niña, cuando jugaba con sus muñecas, imaginaba que este lugar era su propio teatro. La pequeña María Silvia descubrió su vocación artística cuando estudiaba la primaria en el colegio estatal 615, en Lince. Era infaltable en las actuaciones escolares para cantar y bailar, pero, sobre todo, para recitar poemas de César Vallejo o García Lorca. “Yo nací siendo artista”, dice segura de sí misma.

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El arte era su medio de escape a la difícil situación familiar que atravesaba. “No me gusta decir que mi historia es desgarradora ni nada. Pero cuando yo tenía ocho meses de nacida, mi madre me regaló a su hermana”, recuerda Monique y sus ojos se humedecen. Rosa Gayoso, o mamá Rosa, como ella la llamaba, fue la mujer que se hizo cargo de su crianza. Era también la que espantaba a los pretendientes que hacían cola en la puerta de su casa para conversar con ella, cuando era adolescente. “Mi mamá era bastante estricta, pero me adoraba. No me pudo tocar una mejor mamá”.

A los 16 años, mientras pasaba un día de playa en La Herradura, un cazatalentos la descubrió. Ya para entonces Monique, que todavía no era Monique, se había casado y divorciado debido a los constantes maltratos de su esposo. De esa relación nació una niña a la que llamó Lucero, su principal motivación para salir adelante. “Monique siempre ha sido una persona muy preocupada por su familia. Siempre trabajó para que no les falte nada a su mamá y a su hija y, luego, a sus nietas y bisnietas”, comenta el periodista Johnny Padilla, quien la conoce desde hace más de 30 años.

Monique  fue descubierta por un cazatalentos en La Herradura. En los años setenta, era una de las bailarinas más solicitadas de los café-teatros de la capital.
Monique fue descubierta por un cazatalentos en La Herradura. En los años setenta, era una de las bailarinas más solicitadas de los café-teatros de la capital.

Monique Pardo era una de las bailarinas más solicitadas en La Gata Caliente y otros café-teatros de Lima. La leyenda dice que su nombre artístico se lo debe a Pepe Villar y la sex symbol de la época, Teresa Dávila, quienes se inspiraron en una bailarina francesa llamada Monique Laforet. Con ellos ingresó a trabajar a Panamericana Televisión, en 1978. Luego incursionó en el canto y se convirtió en una máquina de popularizar pegajosos temas. “Si tu boquiiita fueraaa de mayonesaaa”, entona Monique en medio de su sala.

La fama le sonreía. Además de su belleza, destacaba por su picardía y sentido del humor, el cual aún mantiene con cierta lucidez. Durante esos años fue relacionada sentimentalmente con políticos, cantantes y empresarios, entre ellos Julio Iglesias. Pero su affaire más sonado fue el que, según cuenta, protagonizó con el músico inglés Mick Jagger en la selva peruana. “¿Ves ese cuadro?”, dice Monique, señalando una pintura en la que aparece retratada junto al integrante de los Rolling Stones. “Elvis García Morán, el autor, hizo una obra sobre la base de lo que yo le conté. Y lo que allí se ve es amor”, explica.

Pero los años dorados pasaron y hoy Monique Pardo lucha por no quedar en el olvido. Por estos días gracias a algunos amigos y al buen corazón de personas que no dudan en darle una oportunidad. Sus vecinos nos cuentan que una de sus hermanas —tiene dos medias hermanas— a veces la visita llevándole víveres y comida. Cuando tiene tiempo libre, mira telenovelas o interactúa con sus seguidores en Twitter. Prefiere evitar las noticias, sobre todo las que tienen que ver con política o la pandemia, porque la deprimen aún más. “La gente me ama, la gente me quiere. Soy una leyenda viva del espectáculo”, concluye Monique, y pide parar con la entrevista. //

Además…

A pesar de las adversidades, Monique pardo intenta sonreírle a la vida. Tiene un microprograma de sexualidad, “Doctora caramelo”, todos los domingos a través del canal de YouTube Zombie +. “Es un espacio sincero y con mucha cultura médica”, comenta.

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