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mundialito
Arturo León

Todo empieza a las 3:30 a.m. Quizá un poquito antes. A esa hora se ve a los primeros madrugadores. De otra forma no es posible asegurar un buen sitio. Ni para los que van a disfrutar del espectáculo ni para los que van a hacer negocio. Comida y bebida no pueden faltar. En paralelo se realizan los primeros trabajos: el trazado y pintado del campo, así como la colocación de los arcos.

De pronto, en tan solo un par de horas, la sexta cuadra del jirón Parinacochas (La Victoria) se vuelve intransitable. Dicho de otro modo, la calle se convierte en el estadio de fulbito más grande del país. La pista es el campo de juego y, al mismo tiempo, el lugar para las tribunas más cercanas. Las ventanas, los balcones y los techos de las casas aledañas son los palcos suites. El primer pitazo suena a las 7:00 a.m. A esa hora ya llegaron los primeros policías. En total, el Mundialito de El Porvenir, la fiesta deportiva callejera con más tradición de Lima, requiere de entre 250 y 300 efectivos policiales. Sí, es picante.

-HISTORIA FUTBOLERA-
El gol de Alcides Ghiggia con el que Uruguay derrotó a Brasil en el Mundial de 1950 –el recordado Maracanazo– lo escuchó por radio. Fue tan emocionante el triunfo charrúa que él, Jorge Falla Martínez, y un grupo de amigos, armaron ocho equipos con amigos del barrio para jugar un ‘Mundialito’ en la calle. La misma donde se va a jugar la edición 69 del torneo este miércoles 1 de mayo.

En ese entonces la pelota era de jebe y dos piedras o ladrillos delimitaban la línea de gol. “Es increíble cuando piensas que esto empezó como algo recreativo. Hoy podemos decir que es patrimonio deportivo del país. Al igual que otros grandes eventos, como el recorrido del Señor de los Milagros”, dice Alfredo Franco, coordinador deportivo del Mundialito. Falla Martínez sigue vivo. Tiene 101 años y es considerado uno de los embajadores más importantes del campeonato. Va a estar el próximo miércoles y recibirá un justo homenaje.

Más de uno romperá el chanchito para ver esa ceremonia, y los posteriores partidos, desde un lugar privilegiado. Si no eres de los más hinchas que separaron sitio en la madrugada, no queda otra que pagar. Y no es barato. Los balcones se alquilan, lea bien, hasta en 2 mil soles. Y con varias semanas de anticipación. Hay familias que ni en Navidad juntan a todos sus miembros. En el Mundialito lo hacen. La picardía, el juego quimboso, los conatos de bronca (o el ‘fútbol macho’), la tradición y la fiesta que se vive a los alrededores son algunos de los motivos. No hay partido malo. Créanlo.

El formato es así: se establece un sorteo con los 16 clasificados y se juegan eliminatorias simples. Es decir, todo inicia con octavos de final. El que gana, avanza. Es decir, para ser campeón es necesario ganar cuatro partidos. Parece poco, pero es difícil. Los jugadores más antiguos aseguran que no existen favoritos. Casi como pasa en los Mundiales de la FIFA, es difícil que un equipo consiga títulos de forma consecutiva.

-GRANDES NOMBRES-
Antes de que Christian Cueva sea una estrella en la selección, incluso antes de dar sus primeros pasos en Primera División con la Universidad San Martín, el natural de Trujillo vistió la camiseta del Grecia Nocheto de Santa Anita. Los que estuvieron hace nueve años en el Mundialito se acordarán de él. Era rapidito, movedizo y no le temía a la pierna fuerte. Ahí dio su primer gran salto. Los peloteros de la zona tienen un código: eres bueno si estuviste en el Mundialito. El resto no importa. Eso también lo saben otras estrellas del balompié peruano como Hugo Sotil, Julio Baylón y Teófilo Cubillas, que también jugaron en Parinacochas.

Ahí, en el centro de El Porvenir, ya se olvidaron lo que es descansar por el feriado por el Día del Trabajo. Para los que viven en ese lugar es el Día del Mundialito. Si usted, al leer esta nota, ya se animó a prender el auto para dirigirse a La Victoria, es mejor que vaya con una escalera. De lo contrario tendrá que esperar 364 días. //

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