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-"Quedó rebien la portada que me sacaron cuando hicimos por primera vez 'El Padre'. Lástima que eligieran la foto más fea”.

Parado en medio del escenario del Marsano, Cattone es encantadoramente Cattone. Acaba de llegar. Han pasado dos años desde que conversamos por primera vez con él en su casa de Villa, lasaña y champagne incluidos, y ese espíritu suyo, tan avasalladoramente hechicero, permanece intacto. No es poco común el deseo que cunde en cualquiera de sus interlocutores, aquel de estar junto a él el mayor tiempo posible. Escuchándolo disertar sobre todo con brutal gracia y honestidad. Viéndolo comerse sabrosamente la vida como ese helado que, él mismo dice, no quiere que nunca se termine. Habría que explicarle que aquella carátula, de primerísimo primer plano, buscaba enfocarse en las tribulaciones de su personaje en la citada obra, ese hombre mayor, inteligente, seductor, capaz y bien plantado que va perdiendo la lucidez por el Alzheimer. Pero no hay tiempo. En dos horas empieza su ensayo. "El Padre" será repuesta desde el 13 de julio, siempre producida por La Plaza, pero esta vez en la mítica sala miraflorina que él administra desde 1976. Y todavía hay que conversar, sacarle nuevas fotografías y visitar todos los rincones de su búnker artístico. Nos lo ha prometido.

Cattone nos hace un tour por el teatro Marsano.

“Estoy feliz de que se haga aquí, es como invitarlos a mi hogar. Me siento muy cómodo con la acústica: la voz corre, se proyecta. Va a ser una fiesta diaria”, cuenta sentado ya en la mesa que forma parte de la utilería del director Juan Carlos Fisher, aunque todavía alrededor de la escenografía de Mujeres de ceniza, actualmente en cartelera. Se le ve genuinamente contento, pero también abrumado. La corta temporada del 2017 significó un tsunami en su vida. De orgullo, primero: su interpretación sigue siendo elogiada por el público y la crítica hasta el sol de hoy. Le valió premios, entradas agotadas mucho antes de lo previsto, ovaciones de pie por largos minutos cada noche. También de confianza: aquella vez que charlamos junto a su piscina, él dijo que tal vez esa iba a ser la última vez que actuase. No pasó así. Tras El padre volvió a hacerlo en una obra dirigida por él mismo: Vivir es formidable, con Carlos Gassols. Asimismo, ha comprado en París los derechos de dos obras que producirá en el 2020. En una tendrá el protagónico, dirigido por Édgar Saba.

El Marsano (500 butacas) es mucho más grande que La Plaza (216). Esta temporada existen varios retos por superar.
Me asusta un poco lo que está ocurriendo. La preventa crece y crece. Ya hay días agotados. La otra vez fui a que atendieran a mi perrito y el veterinario y la mujer, que es veterinaria también, y sus cuatro hijos, ya habían sacado entradas. ¡Ellos ya habían visto la obra! Después, el otro día tomé un taxi y el tipo me dijo: “Yo no voy al teatro, pero me hablaron mucho de "El Padre". Solo esa voy a ir a ver”. Me preocupa el volumen que está tomando esto. Me asusta ser...

¿...el foco de tal atención?
Sí. Pero a la vez creo que me lo merezco. Había que hacerla porque mucha gente se quedó sin verla.

¿Cómo te has sentido al reiniciar los ensayos?
En la primera pasada, me di cuenta qué feliz me hace... [se emociona] sentir que no ha cambiado desde niño... [solloza] eso que se me mueve dentro cuando actúo. Es igual como cuando tenía cuatro años y me pintaba con un corcho el bigote para poder bailar ante el espejo o jugar a que era d’Artagnan con una escoba de la casa. Si puedo... perdóname [hace una pausa]... si puedo perpetuar eso mientras voy rumbo a los 87 años... eso es un milagro.

Otro suceso sobrenatural regalo de "El Padre", cuenta el señor de las tablas, ha sido aprender a manejar su ego. “Quise meter mi cuchara en la construcción del personaje, lo confieso. Pero me contuve. Me dejé indicar por un director que tenía menos experiencia que yo y que no tiene mi tiempo en la vida. Tampoco lo conocía. Pero cuando escuché lo que me proponía, me interesó. Me decía: ‘Aquí no seas tan simpático, aquí no seas tan llorón’. Le hice caso en todo. Luego, cuando salía a saludar al final de las funciones, y lo que me esperaban no eran aplausos, sino rugidos extraordinarios que siempre llevaré en el corazón, yo pensaba: ‘Fisher tenía razón’. No sé si yo solo hubiese provocado esa reacción en el auditorio. Me llevó de un modo que exaltó mis virtudes y escondió mis defectos. Utilizó a Cattone según él lo sintió. Siguiendo sus directivas, yo vi un Cattone nuevo en mí. Esperamos ahora, cómo no, replicar esa experiencia”.

EL FUTURO, AHORA
Y en los próximos proyectos, también. La obra que dirigirá Édgar Saba se llama "El rey se muere" y es sobre política, el temor a la muerte y la decadencia de la vida en pareja. La otra pieza teatral que el argentino producirá tiene por nombre "Respira", escrita por Eduardo Adrianzén. La dirigirá Roberto Ángeles y estará en ella Leonardo Torres Vilar y Sergio Galliani, entre otros.

“Lo que no tengo más ganas de hacer son obras que no dejen nada en el espectador. Quiero que todos se vayan con el alma movida. No quiero que calienten el culo nada más en la butaca. Quiero que se vayan distintos, transformados”, acaba. El tour por el Marsano, sin embargo, comienza. //

EL MARSANO Y SU HISTORIA
- Osvaldo Cattone llega al Perú en 1973 para actuar en la telenovela Gorrión. Le toma tres años encontrar una sala para poner obras. La familia Marsano le otorgaría la administración del teatro, labor que conserva a la fecha. Todas las piezas allí son producidas o coproducidas por el artista argentino.

- Más de 124 obras se han presentado en el recinto. Entre las más memorables: El diario íntimo de Adán y Eva (1997, foto superior) y Relaciones peligrosas (1992, foto grupal).

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