
En temporadas de verano, entre 15 y 18 mil aves migratorias —principalmente la gaviota de Franklin— llegan a la laguna mayor del Humedal Pantanos de Villa desde las praderas de Canadá, en Norteamérica. Viajan más de 8 mil kilómetros escapando del invierno, renuevan sus plumas, comen pequeños peces, visitan las playas del sur como recreación, y, entre abril y mayo, están listas para continuar su viaje.
En este humedal chorrillano, la ciudad tiene un paraíso ecológico clave para la conservación de la diversidad biológica. Posee la capacidad de filtrar el agua contaminada mediante sus juncos y totoras, y sirve de refugio para 211 especies de aves entre residentes y migratorias, 55 especies de arácnidos, 8 especies de mamíferos (como una gran cantidad de cuyes silvestres que salen de sus madrigueras por las tardes), y coloridas variedades de anfibios, reptiles y peces.

Aquí se encuentran plantas como la totora, el junco, la grama salada y la salicornia, cada una con una función esencial como filtrar el agua, la estabilización del suelo y la captura de carbono, logrando así contribuir con el equilibrio ambiental.
Es un espacio privilegiado de 263 hectáreas con una visión maravillosa de la naturaleza y que muchos limeños se están perdiendo de conocer y experimentar. “Así como los bosques, los humedales son los pulmones de la ciudad. Sus plantas retienen CO₂ y ayudan a la mitigación del cambio climático, controlan la erosión de los suelos y tienen beneficios para los habitantes de la ciudad”, nos comenta nuestro guía Sebastián Carrión, un joven chorrillano conectado con este paisaje desde el colegio.

Además, los pantanos, como son conocidos popularmente, funcionan como amortiguador térmico, moderando temperaturas locales y creando un microclima ideal para la flora, la fauna y las comunidades humanas cercanas.
Experimentar el oasis
Paseamos en la pasividad de sus aguas (una mezcla de agua dulce y salada), alimentadas por las filtraciones y canales. En medio de un increíble silencio (teniendo en cuenta que se encuentra rodeado de urbanizaciones), seguimos el rumbo sobre un catamarán de energía solar.

Nos recibieron unos gallinazos de cabezas negras y rojas con sus inmensas alas extendidas bajo el sol, esperando secarse. En el recorrido, vimos algunos ejemplares de la garza mayor, un ave que puede llegar a medir hasta 1,10 m, y “cuando busca pareja su plumaje llega a crecer tanto que parece un vestido”, nos dijo el guía. También nos encontramos con la garza huaco, un ejemplar adulto color marrón que pescaba en la orilla, esperando paciente capturar el almuerzo. Playeros coleadores, un grupo de patos gargantillo, entre otras especies de aves iban apareciendo —flotando o volando— durante la ruta. Sin duda, es el paraíso de los amantes de las aves.
Aunque no llegamos a ver a la especie emblemática del humedal, el sietecolores, sí nos encontramos con un pequeñísimo nido sostenido entre las totoras con sus polluelos hambrientos, un espectáculo único.

Además, del ruido que puede espantar a las aves, “los espacios como las caballerizas informales cercanas, el lavar ropa con detergente en ojos de agua y canales, el lavado de vehículos o el que algunas personas ingresen y generen incendios son algunos de los principales factores contaminantes de los humedales, pero lo tenemos controlado con cámaras por toda el área ecológica y siempre estamos en coordinación con el serenazgo de los municipios”, resalta la arquitecta Viviana Panizo, directora técnica de la Autoridad Municipal de los Pantanos de Villa (Prohvilla).

Precisamente, para crear conciencia del cuidado que debemos tener sobre este tesoro chorrillano, Panizo invita al público a visitarlos y disfrutar de sus actividades: “El público puede participar en los talleres de verano desde los 6 a 16 años. Visitar y recorrer los tres circuitos (Maravilla, Tradicional y Génesis) con un guiado tradicional y especializado. Tenemos taller de remos, paseos en kayak y catamarán, el cual lleva energía solar para generar el menor impacto posible en la naturaleza”.

Asimismo, una de las actividades más interesantes es el campamento de un día para otro, donde se podrá navegar de noche y disfrutar de una vista nocturna de las estrellas. Este será los días 25 y 26 de enero (inscripciones al 987 666 656). Los guías están preparados para recibir cualquier tipo de duda y resolver las necesidades de sus visitantes. Por ejemplo, si se quiere conocer alguna especie de ave en especial, harán lo posible por encontrarla.
Visitar el Humedal Pantanos de Villa es una oportunidad para salir en familia estas vacaciones a un destino natural cercano a la ciudad, sin necesidad de viajar fuera de Lima. //
1 metro
de profundidad tiene en promedio el agua navegable del Humedal Pantanos de Villa. Se origina por el encuentro del agua salada del mar y de los ríos Rímac y Chillón.
Único en lima
El Humedal Pantanos de Villa tiene la categoría Ramsar que declara su importancia internacional por ser representativo, raro, singular y un refugio de aves migratorias. Es el único en Lima con esta categoría. En el Perú existen 14 sitios Ramsar.
23
cuerpos de agua dan vida a los humedales. Estos son 5 lagunas, 3 manantiales, 14 canales y 1 relicto. El agua que los alimenta recorre más de 80 km, descendiendo de la cuenca del río Rímac.
Circuito inclusivo
El humedal chorrillano ofrece tres tipos de circuitos: Maravilla, Tradicional y Génesis. Este último, incluye rampas especiales, embarcaciones adaptadas para sillas de ruedas, paneles hápticos y en Braille para invidentes.

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