Cuando José ‘Pepe’ Macia vino a Lima a dirigir la selección para las Eliminatorias del Mundial Italia 1990 –donde no se ganó punto alguno– por haber sido dupla con Pelé en el fabuloso Santos, le pregunté que me definiera al ‘Rei’ en pocas palabras. Me respondió: “Un crack sin igual y, sobre todo, un buen docente porque te enseñaba”. Pepe no se equivocó.
Porque años después recuerdo que Ramón Mifflin, al contar su paso por Santos al lado del ‘Rei’, dijo que le costaba hacer goles. Pelé le reconvino que jugara más junto a él y que pisara más el área. El ‘Cabezón’ acabó anotando ocho goles, siempre asistido por Pelé. Y en Cosmos también con Pelé al lado, 12. Enseñanza pura en la cancha.
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La última vez que pude hablar con él usé mi as bajo la manga: Ramón. Una lección de esa amistad: la que Pelé le enseñó fuera de ella en París, en casa de madame Hélene Rochas, quien invitó a Pelé a una cena. El ‘Rei’ acudió con Ramón, ese volante peruano que nunca dejó de estar a su lado en cada invitación que le hacían al crack brasileño. Había tantas piezas de oro en la residencia de quien fuera una modelo de elegancia, que Ramón –medio en broma y a escondidas de madame– le dijo a Pelé que con una ‘joyita’ de esas se compraba un casa en Lima. “Tranquilo, Ramón, deja esa cosa en su sitio”.
Pasaron los años y en São Paulo, en 1998, Pelé me preguntó por Ramón y riéndose, recordó: “Ese Ramón no cambiará nunca, gran personaje, salúdalo”. Y hasta hoy se comunican. Docencia pura.
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