Atila Meszaros
Atila Meszaros
Oscar García

La película Ad Astra, que se estrena hoy en salas peruanas, vuelve sobre un tópico bastante recurrido de la ciencia ficción: el de los viajes interplanetarios, el misterio de lo desconocido y la aventura espacial. En ella, el actor Brad Pitt interpreta a un astronauta que parte en una misión especial de búsqueda por el sistema solar, tras los pasos de su padre, un astronauta extraviado. Ambientada en un futuro más o menos cercano, en Ad Astra podemos ver cómo los seres humanos ya han colonizado la Luna y la usan como una plataforma de lanzamiento o despegue hacia otros mundos. La geopolítica cumple un papel importante en la trama, igual que la codicia, las relaciones padre e hijo y, desde luego, unos piratas espaciales, infaltables para amenizar la historia.

Brad Pitt intrepreta a un astronauta que busca a su padre, en Ad Astra, de James Gray.
Brad Pitt intrepreta a un astronauta que busca a su padre, en Ad Astra, de James Gray.

La pregunta que nos deja es una: ¿qué tan posibles son fantasías que nos venden películas así? Conversamos con Atila Meszaros, un estudiante peruano de biología de último ciclo que puede decirnos con autoridad una cosa o más aún sobre el espacio. Meszaros trabaja buena parte del año en una base científica ubicada en medio de la nada, en el desierto de Utah (EEUU), llamada Mars Desert Research Station (MDRS). Esto no es más que un hábitat científico construido por ingenieros norteamericanos sobre las arenas rojizas de Utah, cuyo suelo contiene un gran contenido de hierro oxidado y es análogo a algunas superficies marcianas. El lugar parece de otro planeta y le pertenece a la organización no gubernamental The Mars Society, que investiga en ciencia aeroespacial y cuenta con instalaciones similares para investigadores en el polo ártico y en Australia.

La historia de cómo llegó Atila parece sacada de una película. Fue escogido por la organización The Mars Society, junto a otro grupo de peruanos, para pasar un par de semanas en sus instalaciones del desierto, en serias condiciones de aislamiento, similares a las que tendría una astronauta en medio de un viaje. Parecía una meta sencilla pero a los cinco días la cosa se había vuelto insoportable, recuerda Atila. “El gran reto que enfrentarían los vuelos tripulados a otros planetas sería justo aminorar los efectos del aislamiento prolongado en las personas. Lo he visto en mi trabajo, como en cosa de días las personas cambian. Gente que es de lo más amable y se vuelven tiranos. Es difícil estar rodeado de extraños y no tener muchas cosas que hacer, salvo mirar el desierto por la ventana. Tu privacidad es nula. Una vez vi que dos personas se agarraron a golpes porque uno se equivocó y tomó un sorbo de la taza de otro”.

Un momento de descanso del peruano en su misión a esa Marte recreada en la Tierra.
Un momento de descanso del peruano en su misión a esa Marte recreada en la Tierra.

Meszaros terminó, no sin esfuerzo, aquella primera experiencia de dos semanas en la estación de investigación de The Mars Society y, a diferencia de otros que ya morían por regresarse a sus casas, por volver a la normalidad, él les dijo a los encargados que más bien quería quedarse, a trabajar ahí, no importaba si tenía que pagarse su alimento, su estadía y más. Al día siguiente, lo sorprendieron cuando le ofrecieron una pasantía. Desde ese entonces, su trabajo es coordinar con los grupos de estudiantes y científicos que, de tanto en tanto, llegan hasta su base, a realizar experimentos. Su trabajo es más complicado, cuenta, porque, a diferencia de los otros, que al menos tienen con quien hablar, su régimen le exige estar completamente aislado, a veces por meses.

Meszaros y un compañero en su misión especial.
Meszaros y un compañero en su misión especial.

Desde que se estrenó la película The Martian (Ridley Scott, 2015), las solicitudes de visita a las instalaciones en donde labora Atila se dispararon, todas de personas deseosas de vivir una experiencia similar a la que se ve ahí. Salvo los efectos de la baja gravedad, imposibles de recrear en la Tierra al nivel del suelo, el lugar es lo más cercano que se puede estar a sentirse un colono en otro planeta. Los pedidos de visita se dispararon porque ese es el efecto positivo que ocasionan las películas de ciencia ficción sobre las ciencia aeroespaciales. Generan interés y las vuelven cool. Y eso significa más recursos asignados a la investigación. “Si uno ve Star Trek, quizá diría, no, esto es pura fantasía, pero gracias a Star Trek existen las tablets. Lo importante de la ciencia ficción es que nos da una idea de cómo queremos que sea el futuro, al punto que luego empezamos a trabajar inconscientemente hacia ese rumbo. Es como si nos marcaran el camino”.

Lo importante de la ciencia ficción es que nos da una idea de cómo queremos que sea el futuro, al punto que luego empezamos a trabajar inconscientemente hacia ese rumbo. Es como si nos marcaran el camino”.


Atila Meszaros

Para el peruano, los viajes a través del sistema solar como los que se ven en Ad Astra, son perfectamente posibles, pero no están a la vuelta de la esquina. No es cuestión de tecnología, que ya la tendríamos, sino un tema psicológico (los mencionados efectos de aislamiento) y de recursos que los Estados quieran destinar. Si se invirtiese más en resucitar la carrera espacial, que nos regaló por defecto tecnología que al día de hoy usamos como los celulares, y se gastase menos dólares en la industria militar, un ser humano podría llegar a Marte en poco más de un año, piensa Atila. “Ya hemos llegado a Marte, con robots. Lo que falta resolver es el tema humano. Marte no posee una atmósfera y tampoco una magnetósfera como la que tenemos en la Tierra, porque su núcleo se detuvo. Entonces, hay un bombardeo permanente de fotones y radiación que es mortal. En lugares como los que yo trabajo se hace mucha investigación en trajes que puedan soportar esa radiación. Hay un problema por resolver con la baja gravedad, porque ya se sabe que produce descalcificación de los huesos. Un viaje a Marte de investigación, de ida y vuelta, podría tomar cinco años y aún no se sabe qué pasaría en esas circunstancias”.

A diferencia de muchas personas, Meszaros asegura que no desea ser un astronauta. Reconoce que estos son una élite natural, porque están entre los miembros más destacados de la raza humana: son genios a nivel intelectual (casi todos son ingenieros capaces de resolver el peor problema) y al mismo tiempo, son extraordinariamente competentes en lo físico. Encima, cuenta que todos los astronautas que ha conocido son las personas más humildes con que se ha topado. El sueño de Atila es ser un científico espacial, preparar los experimentos y desarrollar las misiones desde acá. La aventura requiere de todo tipo de actores y los héroes no son solos sus caras más visibles. Hay miles de personas que se esfuerzan porque la humanidad pueda dar esos saltos gigantescos de los que hablaba Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna.

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