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Ricardo Rodríguez fundó hace algunos años Pixed, una empresa de creación y desarrollo de tecnologías inclusivas para personas con discapacidad.
Miguel Villegas

Un brazo es un abrazo. No hay diferencias.

Ricardo Rodríguez Torres lo sabe. Lo entendió de muy chico, mucho antes de ser el CEO de , la iniciativa con base en Piura -y ahora con sede en Lima- que busca la inclusión de millones de personas con discapacidad en todo el país que sueñan, como niño frente al árbol de Navidad, conseguir una prótesis.

Poder abrazar.​

“Tenía un tío con discapacidad", recuerda cada vez que hablamos por el teléfono. Han sido meses de montaña rusa para él y toda su familia: en octubre del 2018 Pixed fue uno de los diez finalistas del programa de la UPC, Protagonistas del Cambio y luego celebró -mientras su padre hacía un streaming en Facebook orgulloso- el Premio Kunan 2018, la notable plataforma que impulsa el emprendimiento social en el país. Detrás de esos lentes de carey negros, Ricardo Rodríguez recuerda siempre lo que pasó con ese tío. Como video favorito de YouTube.

-¿Por qué no pasa el taxi, tío?
-Paciencia, ya llegará uno que nos lleve.
-¡Pero ya vamos 40 minutos y nadie quiere!

"Es verdad -dice-: nos demoramos 40 minutos en tomar el taxi. Entonces le anuncié: cuando sea grande, me voy a comprar una camioneta enorme para que no sufras”. La promesa quedó inconclusa, todavía no la compró, pero a cambio, en 2015, fundó Pixed, una empresa de creación de tecnología inclusivas de la que hoy habla todo el mundo.

-HOY-
Han pasado 9 meses de esa primera conversación. Pueden cambiar tantas cosas en ese tiempo que solo bastaría decir uno podría tener un hijo. Ahora está caminando, preocupado, en el auditorio Luis Bustamante, en el campus de la UPC de San Isidro. Para ser las 10 de la mañana tiene el rostro muy despierto. Para la ocasión, el traje preciso: una camiseta con el logo de Pixed y un blazer negro. Cuando pone el primer ppt en la pantalla, antes de iniciar el Pixed Talk, una serie de conferencias sobre su trabajo y sobre lo importante que es aplicar la tecnología para incluir en la sociedad a personas que lo necesitan, Ricardo Rodríguez pide que todos cerremos los ojos y choquemos el puño con la persona que está a nuestro costado. Antonio, un niño de 6 años que espera por una prótesis en su mano izquierda lo hace consigo mismo. Juega, como si fuera un juego. El traje que le han puesto sus padres se ilumina con su sonrisa.

-¡Ya está, lo hice", grita.

Cuando se la coloquen, Antonio será como Benji, Dayana, Valeria, Enzo o Sharon Romero, diseñadora gráfica, que está aquí en las butacas y luego dirá que, de niña, le hubiese encantado que Pixed existiera. Lo importante -dice ella- es que Pixed pudo ayudarla a cumplir un sueño que parece no lo fuera: tomarse una foto.

Manejar bici. Prender la luz. Escribir la vocales. Dar un abrazo. Mandar un whatsapp. Cuántas cosas hacemos con una mano y no nos damos cuenta.

Según datos del INEI de hace cinco años, 1’575.000 personas presenta algún tipo de discapacidad. Los datos actualizados que maneja Pixed hablan de más de dos millones. Ricardo Rodríguez no necesita esas matemáticas: en estos tres años de trabajo en todo el país, de los 93 casos registrados a nivel nacional y de las 24 prótesis que ha conseguido, el joven piurano detrás de Pixed sabe que esa cifra es real y que ese millón de personas se multiplica en sus familias. Y los padecimientos.

Ricardo Rodríguez y una foto en la pantalla con todo el equipo Pixed, como el las llama, "el corazón".
Ricardo Rodríguez y una foto en la pantalla con todo el equipo Pixed, como el las llama, "el corazón".

-MAÑANA-
Hace poco cumplió el sueño de una prótesis para Valentina. “Ningún sueldo me va a pagar el rostro de alegría que le vi cuando se la entregamos”, dice. Estudió Ingeniería Mecánica Eléctrica en la UDEP, está casado con Stephany Saavedra Herrera, también gerente general de Pixed. Ella es solo parte de un equipo al que Rodríguez llama, "El corazón". Todas son mujeres, todas están en primera fila: Maricielo Silva -jefe de psicología-, Fabiola Revolledo -directora de marketing-, Chiara Centero y Lucía Juárez -acabado de producto & packaging-. Vive en Piura y podría estar dedicado a su carrera y a ganar mucho dinero. En 2020, espera duplicar los casos felices. También acabar con el siguiente paso: prótesis de miembros inferiores y un sistema braile para invidentes.

El muchacho de barba de tres días y blazer negro se sienta a seguir con la ceremonia. En su pizarra deja varias reflexiones: el 0.0001% de la personas que necesitan una prótesis en el Perú pueden adquirirla. Una de estas puede costar en el mercado internacional unos 70 mil dólares. Pixed las produce por 8 mil, con una serie de aliados estratégicos. "Es más barato comprar un carro de lujo", dice Ricardo Rodríguez. Pixed ha conseguido ya, desde el 2015, 6 reinserciones laborales, 7 escolares y ha certificado a una empresa como Inclusiva, tras recibir a uno de sus empleados con nueva prótesis. Ha escrito 3 tesis sobre diseño y tecnología derivada a la inclusión.

-¿Pero qué tan humanos estamos siendo cuando usamos la tecnología?, pregunta. Y todavía no tengo una respuesta. Él sí.

Antonio y la prótesis número 60 de Pixed: el brazo izquierdo de su héroe favorito, Iroman.
Antonio y la prótesis número 60 de Pixed: el brazo izquierdo de su héroe favorito, Iroman.

Luego llama a Antonio, a toda su familia, a sus hermanas, con el tono solemne de quien va a recibir un Honoris Causa. Antonio sube así, a tropezones, volando más que corriendo, como si supiera que algo grande viene, un regalazo. No sé ustedes desde cuándo, pero yo hace más de un año espero una gigante buena noticia. Espero, con esperanza, que una voz me llame y me diga: "Hombre, se acabó todo y ahora puedes ser feliz". Espero, como si ya no esperara nada más, que alguien con la nobleza de este muchacho de Piura se acerque y me entregue lo único que he estado soñando: que esa persona que amo sea, otra vez, o por fin, feliz.

-Antonio eligió una prótesis de Ironman y ahora la tiene. Ven Antonio, esto es tuyo, esto es para ti.

Antonio juega porque los niños solo tienen que estar aquí para jugar. Afuera está garuando, en toda la Salaverry. Aquí adentro también.

Así debe ser esperar algo que es imposible. Antonio se pone la prótesis y por fin, después de siete largos años de espera, puede entregarle a una de sus hermanas un juguete. A su mamá, tomarla de la mano. Ricardo Rodríguez cierra el primer Pixed Talk y no sé cómo ha aguantado no llorar. Hay, en cambio, en su sonrisa durante este primer Pixed Talk en la UPC San Isidro, en sus cachetes, en el brillo de sus ojos, el envidiable gesto de quien está saliéndose con la suya.

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