De He-Man a The Mandalorian: el coleccionista peruano que puede contar todas las historias detrás de los juguetes
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Cuando Egidio Auccahuaque escuchó al presidente Francisco Sagasti mencionar a la tecnología como un tópico primordial para el futuro del país, una luz de esperanza se encendió dentro suyo. Se estaba haciendo alusión, en un discurso de ese nivel, a un tema por el que él había venido luchando durante dos décadas. Así, a sus 51 años, este ingeniero nacido en el Cusco está convencido de que nuestro país debió desarrollar la suya hace mucho de la mano de la educación. Y qué mejor manera de que los niños aprendan de tecnología que construyendo su propio robot.
Después de muchos años de investigación en casas de estudio como la Pontificia Universidad Católica del Perú y de empaparse del tema en sus viajes por Japón, Alemania y Rusia, Egidio pudo diseñar ocho kits de robótica llamados Troonic Bots, los cuales tienen como misión que los niños y niñas se familiaricen con los mecanismos y circuitos básicos de un pequeño androide.
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“¿Por qué regalar una pelota o un arma de juguete si podemos formar futuros científicos e ingenieros, que tanto necesita el país, a través de estos pequeños autómatas que se pueden armar paso a paso?”, cuestiona el ingeniero, quien a la fecha ha creado más de 12 humanoides de diferentes tamaños. El último es un enfermero facultado para atender a los enfermos de COVID-19, que no pudo concluir por falta de fondos.
La vida de Egidio ha sido una eterna lucha por introducir el tema tecnológico en los medios de comunicación, en los colegios, las empresas y las decisiones educativas de los gobiernos de turno. “Somos campeones en gastronomía, pero no hemos sido capaces de crear una industria con identidad propia. Llevamos siglos vendiendo metales cuando podríamos exportarlos en forma de maquinaria, equipos y otros inventos que llenen de orgullo al Perú y que rompa nuestra dependencia tecnológica”, añade.
Según él, esfuerzos pioneros como el de Pedro Ruiz Gallo con su reloj múltiple, Pedro Paulet con su propulsor de naves y Jorge Grieve con su primer auto fabricado en el Perú en 1908, no encontraron continuación ni incentivos para que las nuevas generaciones empiecen un cambio cultural que nos haga líderes en tecnología.
Él mismo es un caso de falta de apoyo. Pero su pasión lo ha llevado a endeudarse para lanzar por primera vez al mercado estos robots made in Perú, que en una primera etapa busca llevar a colegios y Gobiernos locales.
“Somos cuna de la civilización americana y debemos lograr que los niños entiendan que podemos volver a ser grandes como nación. Que quieran ser nuestros futuros Steve Jobs, Bill Gates o Elon Musk. Y todo puede empezar entendiendo cómo funcionan los robots”, narra.
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Los ocho Troonic Bots han sido concebidos para moverse en diferentes tipos de terreno y vienen acompañados de cuadernos de actividades, experimentos e historias que cuentan las aventuras de cada ejemplar (más información en www.troonic.com).
Demoró ocho años en desarrollar las matrices, pero la espera ha valido la pena. “Es mi humilde aporte por el bicentenario”, concluye. Por una futura industria de la robótica. //
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