Diana Gonzales Obando

El ímpetu de la mujer viajera se ve desde siglos atrás. En cartas, diarios y crónicas, mujeres del siglo XIX, con educación y una posición económica que les permitiera costear recorridos trasatlánticos, narraban lo que sus ojos veían como novedad y analizaban las otras realidades que se situaban bajo sus pies. De Europa hacia Sudamérica, como Flora Tristán, o de Sudamérica a Europa, como Clorinda Matto de Turner, las andanzas de las mujeres de espíritu autónomo eran más frecuentes de lo que pensamos y con su pluma conquistaron aventuras destinadas, tradicionalmente, a los hombres.

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