Oscar García

Decir que todo tiempo pasado fue mejor suele ser una exageración, salvo cuando evocamos aquellas insuperables tardes de juegos infantiles, cuando la diversión no dependía de pantallas ni de conexiones virtuales, sino del encuentro cara a cara, de correr por la calle y reírse a carcajadas.

Hoy, la tecnología ha cambiado las cosas: los niños socializan a través de celulares, inmersos en juegos en línea donde rara vez se miran a los ojos. Antes, jugar no era solo pasar el tiempo; era aprender a competir, a compartir, a ganar con orgullo y a perder sin resentimiento. Y ay del picón, que bien podía terminar en una sesión colectiva de “callejón oscuro”, un rito tan temido como aleccionador.

Los yaces del torneo fueron mandados a hacer, pues es muy difícil encontrarlos en el mercado hoy en día. 
Fotos: Julio Reaño/ @photo.gec
Los yaces del torneo fueron mandados a hacer, pues es muy difícil encontrarlos en el mercado hoy en día. Fotos: Julio Reaño/ @photo.gec
/ Julio Reaño

“Cuando era niña, mis papás en Collique nos dejaban salir desde las tres de la tarde hasta las siete de la noche, y todo ese tiempo lo pasábamos jugando: chapadas, quechi, encantados, la liga”, recuerda la maestra de primaria Janeth Márquez Castillo (45). Pero si había un juego en el que destacaba, era los yaces, una destreza con pelota de goma y piezas de metal que algunos rastrean hasta la antigüedad, cuando se jugaba con huesos del pie. En México lo conocen como matatena y en Estados Unidos como Jacks.

Hace unas semanas, la señora Márquez visitó la tienda de artículos vintage La Vieja para comprar un cuento y, al ver unos yaces, no pudo resistir la tentación de jugar. La escena cautivó tanto a las dueñas del local que grabaron un TikTok, sin imaginar que el video alcanzaría el millón de visitas. Como consecuencia de su inesperada fama, Janeth fue invitada por la tienda para ser árbitra del primer torneo de yaces organizado por ellos, que ya cuenta con más de 50 inscritos. De todos, solo uno es hombre.

“Vamos a respetar el juego como era, con sus diferentes cajones: chancho, levis, levis con palmadas, pasada con palmada, comidita...”, explica Márquez, al tiempo que admite que el conocimiento de los yaces es un arte prácticamente perdido, algo que puede desaparecer si no se hace algo.

Al rescate de lo olvidado

Organizar un torneo de este tipo no fue tarea sencilla para La Vieja. Al principio, el entusiasmo era enorme, pero pronto chocaron con una realidad: los yaces de metal ya no se fabrican ni se consiguen en el Perú. La escasez en el mercado —agravada por el hecho de que los pocos yaces disponibles se agotaron tras la viralización del video— obligó a la tienda a encargar la fabricación de sus propias piezas, diseñadas con una aleación especial para garantizar su resistencia. Estos nuevos yaces debutarán el día de la competencia.

Niño jugando feliz con su trompo (Archivo Histórico El Comercio)
Niño jugando feliz con su trompo (Archivo Histórico El Comercio)

Según un estudio de 2024 de la Universidad Complutense de Madrid, el 80% de los niños de hoy prefiere jugar en línea antes que participar en actividades lúdicas al aire libre. Esta nueva realidad amenaza con llevar a la extinción juegos tradicionales como mundo, policías y ladrones o el aro.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)

Los juegos antiguos son saberes ancestrales que merecen protección. Así lo ve el Ministerio de Inclusión y Desarrollo Social, a través de programas como Pensión 65 y sus campañas de preservación de saberes tradicionales. En los últimos años, han organizado concursos en el Perú para revalorar juegos como la liga, el trompo y los yaces.

Niños jugando mundo en el Centro de Lima. Postal de 1961. Foto: GEC Archivo Histórico
Niños jugando mundo en el Centro de Lima. Postal de 1961. Foto: GEC Archivo Histórico
/ EL COMERCIO

Uno de estos recientes torneos, realizado en Pasco, tuvo como ganadora a la señora Utilia Rojas, de 66 años, quien viajó seis horas desde el distrito de Santa Ana de Tusi hasta Pozuzo para participar en una competencia de yaces para adultos mayores. “Lo hice para recordar mi infancia y divertirme”, le dijo a la agencia Andina luego de imponerse ante sus rivales y llevarse el premio.

Al momento de ganar, Rojas alzó los brazos como campeona y lloró entre aplausos.

SOBRE EL AUTOR

Estudió cine en la Universidad de Lima, con mención en creación y crítica audiovisual. Trabaja en la revista Somos desde el 2002. Jefe de redacción de Publimetro (2011 - 2012). Colaboró con Zona de Obras (España), Rolling Stone (Colombia), Godard! (Perú) y las revistas peruanas Caleta y 69. Escribe sobre música y la cultura que genera.

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