La acentuación gestual de Diego Peretti (el padre de la familia en el filme) sostiene a un personaje protagónico que aporta mucho a la tradición de la comedia argentina. (Foto: Difusión)
La acentuación gestual de Diego Peretti (el padre de la familia en el filme) sostiene a un personaje protagónico que aporta mucho a la tradición de la comedia argentina. (Foto: Difusión)
Isaac León Frias

Una esposa con cuatro hijos chicos, agobiada por las tareas domésticas, decide tomarse unas vacaciones en Machu Picchu y alrededores, dejando la casa a cargo del esposo y papá. Lo que viene es la impericia del padre para afrontar una situación que lo desborda. Esta es una apretada síntesis argumental de esta comedia argentina que se puede ver en estos días. La historia es tópica y se ha visto a lo largo del tiempo en diversos filmes y telefilmes. No hay al respecto ninguna novedad argumental. Se pone una vez en cuestión la dependencia doméstica de la madre y los nuevos roles que le tocan desempeñar al padre y, claro, las inadecuaciones que se presentan en el marco de una tradición en la que el espacio femenino era el de la casa y, el masculino, el del trabajo y la calle.

Una vez más podemos decir lo que hace poco señalábamos en el comentario de la comedia italiana "Perfectos desconocidos": si la cartelera comercial peruana tuviera un mayor grado de variedad, Mamá se fue de viaje no merecería especial atención en una columna de crítica cinematográfica. Y no porque sea una mala película, que no lo es, sino porque es un producto de género estándar, sin mayores méritos. Sin embargo, y vista en nuestra cartelera, el que sea una producción argentina es, de entrada, un elemento de diferenciación. Más que eso, es una propuesta que funciona, que tiene manejo del humor, al que contribuye ciertamente el acento porteño, sentido del ritmo y un buen desempeño interpretativo. 

Aun cuando Diego Peretti, el protagonista, que es un buen actor y ha tenido mejores interpretaciones, se excede por ratos en acentuaciones gestuales o corporales, no cabe duda de que tiene un desenvolvimiento físico y una capacidad facial –en la que cuenta mucho su prominente nariz– que sostienen a un personaje protagónico que es capaz de darle a la película esa cuota de delirio humorístico, en la tradición de la comedia del desmadre. Todo eso, claro, es ocurrente y gracioso, sin llegar a mayores alturas de comicidad.

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