(Foto: Difusión)
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Isaac León Frias

Probablemente el argumento de este thriller automovilístico es uno de los más artificiosos y forzados que se ha visto en un buen tiempo, lo que ya es mucho decir porque no son tan raros de encontrar. Lo que cuenta la película en un relato no lineal es el intento de Casey Stein (Nicholas Hoult) por salvar a su novia Juliette (Felicity Jones), quien requiere de un nuevo riñón. Por ese motivo retoma la labor delictiva, que había dejado para complacer a Juliette, y se ve implicado en la pugna entre el poderoso narcotraficante Hagen Kahl (Anthony Hopkins) y el intermediario Geran (Ben Kingsley).

Dicho así todo sueno a rutinario (con la excepción del asunto del riñón), pero la rutina argumental suele armarse en historias de mayor congruencia. Aquí, en cambio, el protagonista, que no es superhéroe, sobrevive a todas las situaciones de riesgo y a accidentes tremendos, y se suceden situaciones frente a las cuales las entregas de la serie James Bond parecen un modelo de rigor argumental.

Con todo eso, sin embargo, Persecución al límite no es descartable porque está tratada en el desborde constante de la verosimilitud y al filo de la parodia. Y eso se hace con oficio y buen pulso, por ejemplo en las diversas escenas persecutorias, que están mejor resueltas que en los dos últimos Rápidos y furiosos. Las interpretaciones de los veteranos Anthony Hop-kins y Ben Kingsley, ambos ganadores de óscares, marcan un poco la pauta del registro que la película posee. Casi caricatural en el caso de Kingsley y de una formalidad impostada en el de Hopkins. En otras palabras, los dos juegan a darles a sus personajes un énfasis marcado, por el tono de la voz en Hopkins y por los ademanes y gritos en Kingsley.

Con todo eso no se logra una buena película, porque tampoco es que eso que la salva la levante al extremo de una combinación más sólida entre la parodia y el relato de acción. Pero al menos tiene a su favor un tono de ligereza, aun en las situaciones más extremas.

No te pierdas todos los sábados la crítica de Isaac León Frías en la sección cultural de Somos. 

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