Con el Papa en camino, un verano no tan caluroso, los chimpunes listos para Rusia y un abanico de conciertos largamente esperados, solo resta decir: bienvenido, nuevo año.
Con el Papa en camino, un verano no tan caluroso, los chimpunes listos para Rusia y un abanico de conciertos largamente esperados, solo resta decir: bienvenido, nuevo año.

Siempre vendrán tiempos mejores. O al menos eso nos gusta creer cada que llegamos, a rastras o brincando, al día 365 de un ciclo más de vida. Felizmente no solo nos dedicamos a recordar, alrededor de una mesa colmada de afectos y de viandas postnavideñas, lo bueno, lo malo y lo feo del año que dejamos atrás, sino que casi siempre hallamos un modo de despercudirnos de la resaca y despertar el día primero del siguiente año con un as bajo la almohada: la esperanza.

La palabra cae a pelo en estos días en que se prepara la llegada del papa Francisco al Perú, una visita que aliviará los ánimos, bastante caldeados, de los últimos instantes del 2017. Si los milagros existen, que el paso de Francisco por estas tierras apacigüe también el clima que, tal parece, viene con una Niña de la mano. Eso sí, con lluvia o sin ella, en el 2018 no nos libraremos de un nuevo proceso electoral, esta vez municipal, con los agobios típicos de las campañas previas. Para soportar los embates de un clima indescifrable, el desfile de candidatos municipales y las mismas promesas de paporreta, e incluso para ayudar a tragarnos lo que nos depare el destino en política, para todo eso felizmente existe el fútbol. Rusia será nuestra en junio y seremos niños otra vez.  

Contenido Sugerido

Contenido GEC