Saúl Peña es el primer psicoanalista de nuestro país. “La reconciliación es difícil, pero no imposible”. (Foto: Eduardo Cavero)
Saúl Peña es el primer psicoanalista de nuestro país. “La reconciliación es difícil, pero no imposible”. (Foto: Eduardo Cavero)
Ana Núñez

- ¿Como sociedad, los peruanos estamos preparados para compartir las calles con los senderistas que sean excarcelados al cumplir sus condenas?

No se puede dar respuestas generalizadas. Es natural que haya muchas similitudes entre ellos, porque han compartido y participado de una filosofía, de una actitud frente a las problemáticas integrales del país, pero también tienen diferencias. Entonces ¿qué podemos hacer con ellos? Ver cómo cada uno de ellos actúa después de 25 años, pero no siendo prejuiciosos. Yo soy contrario a la pena de muerte. El ser humano es lo que es por múltiples factores que no lo absuelven ni disminuyen su responsabilidad en las situaciones tan tremendas en las que han podido actuar.

- ¿Entonces?

Entonces, depende. Si van a seguir con una política en la que predomine la agresividad destructiva, la convicción de que lo que ellos sienten y piensan es lo ideal, llenos de prejuicios irreversibles e insalvables... La realidad nos muestra que a pesar de que algunas instituciones pueden ser lamentables por su actitud antiética y amoral, hay diferencias entre las personas.

- ¿Aun entre terroristas convictos y confesos?

Ah, sí. Yo llego hasta esos extremos. El pronóstico no es absolutamente optimista o favorable, porque pueden continuar con lo mismo o pueden intentar modificar, pero el problema no es solamente consciente, sino inconsciente, depende todo de quién es el ser humano.

- Con o sin prejuicio, hay miedo instalado en la sociedad por lo que pasó en nuestro país.

Muy bien que me recuerde eso, porque le voy a decir qué es el miedo. El temor, el miedo, es algo vinculado con el afuera. Pero existe porque hay una agresión reprimida interna. O sea, lo que se teme es lo que uno mismo tiene pero reprimido o suprimido. ¿Qué ha sido Hitler? ¿Él llegó a ser lo que fue gratuitamente? Yo no lo creo. Ha debido tener experiencias traumáticas alimentadas de odio, de maldad, de prejuicios atávicos… Una vez vino un colega mío que fue analizado por la misma analista que me analizó en Inglaterra y cuando le preguntaron qué haría con gente como los nazis, terroristas o gentes destructivas de cualquier parte, dijo: yo los trataría, pero no solo por curarlos; si se curan a buena hora, pero para entender qué ha generado que hagan lo que hacen. Es el caso de Abimael, un filósofo que tuvo algunas ideas que pudieran aproximarse a cierto matiz de justicia, pero generó una patología a nivel de muerte, de agresión destructiva.

- Y precisamente por ello hay temor a la excarcelación de terroristas...

Nuevamente: es como si viniera un paciente grave y yo dijera “es imposible que esta persona mejore”. Seguramente no la mayoría, pero un grupo de ese grupo también cambia y mejora.

- ¿Entonces qué debemos hacer? ¿Acogerlos?
No, no, tampoco es que vamos a irnos al otro extremo. No, lo que estoy hablando es del sentido de realidad. No estoy hablando de un perdón tonto e ingenuo. Se habla de perdón si se comprende de verdad a la persona y la persona comienza a cambiar sus no valores por valores, su destructividad por creatividad, su odio por amor. Hay quienes piensan que hay que liquidarlos a todos, que hay que matarlos porque son imposibles… Pero yo tengo que comprender a un ser humano. Si quieren matarlos, estarían haciendo lo mismo que ellos.

- ¿Ve posible una reconciliación de la sociedad con ellos?

La reconciliación para mí es una cosa no imposible pero difícil. Todo esto fue una situación muy penosa… pero hay recordar que no es lo único que nos ha dañado. La corrupción es un problema fundamentalmente de los que gobiernan por la ambición desmedida. Acá hubo una Comisión de la Verdad con gente que hizo lo que pudo y con la mejor intención, pero falta pasar del ser y del conocimiento a actitudes que pudieran no solamente intentar modificar, sino prevenir… Mientras haya en el Perú niños que no reciben el amor que merecen ni afectivamente ni racionalmente ni intelectualmente ni anímicamente, ese niño está predispuesto a traumas, inseguridades y pobreza no solamente material, sino espiritual.

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