MDN
Paolo Guerrero
Miguel Villegas

Los placeres del mar, el mar. 

Con la barba de tres días, el pelo más crecido y vestido de jeans y unas tenis con los pasadores desatados, Paolo Guerrero camina por el malecón de Miraflores como quien se acaba de despertar de un largo sueño: sin preocupación y con esa paz que solo dan las vacaciones. Acepta unas fotos, alguien lo abraza y luego, apenas con una mirada sin parpadeo, indica a los hinchas que es tiempo de alejarse para que pueda jugar con Naela, su hija. A Naela ya la conocemos: uno de sus videos con papá, en plena Eliminatoria, alcanzó 1,9 millones de reproducciones en Instagram. 

No es nuevo el vínculo del capitán de Perú con el mar (ni con las redes sociales). De hecho, las postales más emotivas de estos tres meses de suspensión tienen escenografía playera: en bici por Ipanema con su novia, la brasileña Thaísa Leal; jugando al tenis en un club privado al sur de Lima; o siendo el goleador que todos quieren ver en una pichanga en el balneario de Asia, rodeado de niños, de cariño, de fe. 

En todas esas imágenes, postales de este verano que ya se va, se ríe Guerrero, como si estuviera otra vez en el malecón de Chorrillos, su barrio y su pasado y no en el campo (de batalla), tratando de liberarse del castigo de la FIFA, tratando de definir si su país ríe o llora. Y esa es una buena noticia. 

¿Qué ha estado haciendo Paolo Guerrero en estos tres meses? Su primera acción digital del 2018 apuesta por un récord: Concepción, la agencia que vigila los contenidos en redes sociales del goleador peruano, propuso a los hinchas llegar a 500 mil comentarios juntos en titulado #ContigoCapitán. ¿En qué consiste la nueva versión digital y comercial del capitán? Todos los detalles mañana en Somos.

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