"Vivir a su manera", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
"Vivir a su manera", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Pedro Suárez Vértiz

Quincy Jones ha logrado obtener los cuatro premios más importantes de la industria del entretenimiento en el mundo. El megaproductor tiene el privilegio de ser un ganador EGOT (Emmy, Grammy, Óscar y Tony) y no fue fácil. Quincy creció en el sur de Chicago, en la sangrienta década de los 30. Además, su madre fue internada en un hospital psiquiátrico cuando él solo tenía siete años. Al año siguiente, vio por primera vez un cuerpo sin vida y poco a poco esto se volvió costumbre para él. No había otra manera de salir de aquel hoyo más que convirtiéndose en un gángster.

Sin embargo, Quincy Jones decidió enrumbarse en el camino correcto y hoy es un ícono musical. Ha trabajado con todas las leyendas: Michael Jackson, Frank Sinatra, Beatles, Cream, Ray Charles, Tupac, Prince, Aretha Franklin, etc. Quincy fue gran amigo de todos ellos, más célebres actores y cineastas. Quincy tiene una anécdota con cada alto exponente del show business.

Recientemente, dio una entrevista a The New York Magazine donde remeció el mundo con polémicas revelaciones. Él mismo ha reconocido que sus comentarios suelen sobrepasar los límites y que hasta su hija lo llama loose lips (boca suelta).  

QJ empieza diciendo, ni más ni menos, que Michael Jackson robó muchas ideas de otros artistas porque era muy codicioso. Como ejemplo menciona que Billie Jean no fue original, sino una copia de State of Independence, de Donna Summer. También cuenta que Paul McCartney es el peor bajista que ha escuchado y Ringo ni qué hablar.

Incluso, cuenta una anécdota en la que, produciendo un álbum solista de Ringo, el Beatle no podía corregir una parte de la canción y ya estaba tardando más de tres horas. Quincy, cansado, le pidió que se tome un descanso y que regrese luego. Al irse, aprovechó la ausencia de Ringo para llamar a Ronnie Verrell, un músico de jazz, el cual logró hacer la parte en quince minutos. Cuando Ringo entra al estudio y escucha la pieza corregida, dice “no suena tan mal”, a lo que Quincy responde “así es, hijo de puta, porque no eres tú”. Quincy termina la anécdota diciendo: “Aun así, es un gran tipo”.  

En la misma entrevista pasa a comentar sobre Donald Trump, exclamando lo siguiente: “Él no sabe nada… alguien que sepa del verdadero liderazgo no tendría tanta gente contra él como él. Es un jodido idiota”. Como podrán ver, Quincy Jones es un tipo que no piensa dos veces antes de hablar. Y así comenta también sobre la música de hoy, diciendo que es “perezosa”.  

Quincy se pone a despotricar diciendo que las canciones de rap son la misma frase una y otra vez, que las canciones de pop son un loop constante y que carecen de originalidad. Jones aprovecha en mencionar una lección que considera como la más grande que ha podido aprender a lo largo de su vida. “Todo radica en la canción. Un mal cantante con una buena canción conquista el mundo. En cambio, el mejor cantante del mundo con una mala canción no llega a ningún lugar”.  

Es raro que Quincy hable por más de dos minutos sin mencionar a una persona famosa. Y no es que esté intentando demostrar su privilegiado círculo social, simplemente así es su vida. Puede estar contando sobre la vez que Steven Spielberg le mostraba un prototipo de E.T. y luego cambiar de tema a cuando Nelson Mandela lo intentó convencer de que acaricie un chita, pasando por mencionar que la noche anterior estuvo almorzando con Stevie Wonder y así sucesivamente.  

Eso es lo que uno espera de alguien que ha ganado 28 Grammys y que produjo el álbum más vendido de todos los tiempos (Thriller, de Michael Jackson). Quincy Jones, de 84 años, lleva con orgullo en el meñique un anillo de oro con la inscripción ‘Sicily’, que su amigo Frank Sinatra usó toda su vida y que le dejó como regalo. Dice tener cinco enamoradas entre los 28 y 40 años en diferentes países, que no le hacen problemas. Aconseja a todo amigo jamás casarse con una famosa. Ya no come ratas con habichuelas, que él mismo cazaba de niño para que las cocinara su madre, porque hoy descansa sobre una fortuna de 400 millones de dólares. 

Esta columna fue publicada el 17 de febrero del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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