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"Mucha arquitectura hay por acá", escucho decir a dos hombres que pasean con entusiasmo por la City, el distrito financiero de Londres.

Como buenos turistas, miran hacia arriba. Y posan sus miradas en una moderna fachada de piedra, bronce y vidrio que deja asomar a su espalda la catedral de San Pablo.

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La nueva sede central del gigante financiero Bloomberg en la capital británica, diseñada por el arquitecto Norman Foster, no pasa desapercibida, aunque despierta una curiosa sensación: el edificio es nuevo, pero parece que siempre estuvo allí.

En el interior, la sobriedad desaparece.

Un voluptuoso techo de madera en el vestíbulo principal da la bienvenida. En su centro, una enorme instalación del artista danés Olafur Eliasson me hace mirar hacia arriba y me devuelve mi propia imagen distorsionada.

Convertida en turista, me adentro entre esos bloques triangulares que se transforman a mi paso en una rampa ascendiente y que anticipan un bloque de oficinas muy poco corriente.

Son, de hecho, las oficinas "más sostenibles del mundo". Sin embargo, sus paredes a modo de branquias "respiran" el aire de una de las ciudades más contaminadas del planeta.

La nueva sede de Bloomberg en Londres, que albergará a 4.000 trabajadores, logró la más alta calificación BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Method), el certificado de construcción sostenible más importante a nivel mundial.

Obtuvo sobresaliente: un 98,5%, el puntaje más alto jamás obtenido por un bloque de grandes oficinas.

En comparación con un edificio de oficinas convencional, ahorra un 73% de agua y un 35% de energía.

Todo se recicla: desde el agua de lluvia que cae en el tejado y que sale de los lavabos -para ir a parar a los inodoros- hasta las emisiones de carbono, gracias a su propio generador de calefacción, que reutiliza el calor acumulado.

"Todas las decisiones que tomamos sobre el diseño, la construcción y los costos operacionales se basaron en el ahorro de recursos y en todas las opciones posibles para que fuera sostenible", me cuenta Kathryn Mallon, la directora del proyecto, una ingeniera medioambiental que antes de unirse a Bloomberg trabajó en el Departamento de Protección Ambiental de Nueva York, Estados Unidos.

La sostenibilidad se tuvo en cuenta incluso antes de que se elevaran sus cimientos.

"Reutilizamos la 'huella' del edificio que estaba antes aquí para no excavar más terreno y minimizar el impacto, y usamos cemento reciclado y la menor cantidad de desperdicios", dice Mallon.

Otra de las claves es el techo, un engranaje de 500.000 luces LED incrustadas en 2,5 millones de paneles blancos con sensores integrados que emulan pétalos de rosa y que nada tienen que ver con las luces fluorescentes de una oficina tradicional.

El techo no solo sirve para iluminar, sino también para proporcionar la acústica y el enfriamiento adecuados a cada zona.

Esos sensores también son vitales para que el edificio "respire".

"Hay sensores por todas partes que miden los niveles de dióxido de carbono que exhalamos para calcular el número de personas en cada momento. Solo dejamos entrar nuevo aire en función de lo que se requiere", asegura Mallon.

La fachada "respira" a través de unas ranuras en sus paredes, que toman aire de la calle para ventilarlo de forma natural. Sus paneles se abren y cierran como branquias, tomando y soltando aire para reducir el gasto energético.

Pero admite que la calidad de ese aire no es la más deseable.

"Michael Bloomberg quiso demostrar su lucha contra el cambio climático construyendo un 'edificio que respira' en el centro de Londres", explica la ingeniera.

"Lo mejor que podría hacer cada empresa en Londres es crear edificios que 'respiren'. Así cada uno de sus empleados exigirá que los políticos tomen medidas".

"Está pensado para el futuro porque vamos a tener que limpiar ese aire. Todos nosotros nos merecemos respirar aire de calidad en la ciudad"

"Son las consecuencias de ser sostenible y tenemos que aprender a comprometernos todavía más".

Cada vez hay más edificios que usan esa tecnología. "Es el futuro", dice Mallon.

Un tesoro arquitectónico

El diseño modernista de la nueva sede de Bloomberg esconde en su sótano un tesoro arquitectónico que también lo conecta con el pasado.

Está construido sobre un antiguo asentamiento romano, un templo a Mitra, el dios del Sol, del siglo III y cuyas ruinas fueron descubiertas después de la Segunda Guerra Mundial.

Durante los trabajos de excavación, los arqueólogos rescataron miles de artefactos de la época romana. Entre ellos, el primer documento financiero en una tabla del año 57 a. C.

Al descender las escaleras, a siete metros de profundidad, me recibe un ambiente místico y tenebroso. Unos efectos de luz y sonido recrean los rituales del culto pagano a Mitra y emulan las columnas del templo. Y mientras miro hacia abajo pienso en toda la arquitectura que no se ve.

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