

Hace 125 años, Ferdinand Porsche ideó un invento que hoy podría transformar la industria automotriz: los motores eléctricos integrados en ruedas. Ha pasado más de un siglo y compañías como Hyundai y Kia voltean la mirada al pasado para adaptar esa tecnología al presente y crear autos eléctricos más eficientes, espaciosos y con mejor rendimiento.
El veterano sistema se conoce como “motor en la rueda” (in-Wheel motor) y consiste en que cada rueda tiene su propio motor eléctrico. De esta manera, se eliminan los ejes tradicionales y las transmisiones, logrando reducir pérdidas de energía y ofrecer un control más preciso del movimiento del vehículo.
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No es una idea nueva. En 1900, Porsche presentó en la Exposición Universal de París el sistema “Lonher-Porsche”, que utilizaba motores eléctricos en las ruedas delanteras, convirtiéndose en uno de los primeros sistemas de tracción delantera y propulsión 100 % eléctrico.

El desarrollo, además, sentó las bases para el que más tarde sería el primer auto eléctrico de competición, “La Toujours Contente”. Este era un modelo con cuatro motores de cubo de rueda que alcanzaba una potencia total de 56 caballos. El proyecto se estancó debido a la falta de baterías eficientes y el auge de los motores a combustión.
Un siglo después, la situación ha cambiado. El avance de las baterías de iones de litio y la búsqueda de una movilidad más sostenible han impulsado a los fabricantes a explorar de nuevo este sistema. Hyundai, Toyota y BMW trabajan en prototipos que podrían integrar los motores en las ruedas para mejorar la eficiencia energética y ganar espacio interior.
Según estimaciones de empresas como Protean Electric, que desarrolla su propia versión de estos motores, la eficiencia puede alcanzar hasta un 97%, lo que se traduce en menores pérdidas de potencia y una autonomía superior.
No obstante, los desafíos técnicos siguen siendo importantes. Instalar motores en las ruedas aumenta la masa no suspendida del vehículo, lo que afecta la estabilidad, la comodidad de conducción y el desgaste de los componentes.

Además, la refrigeración de cada motor se vuelve más compleja, lo que puede reducir su rendimiento si no se gestiona adecuadamente. A ello se suma el elevado costo de reparación, un factor que podría retrasar su adopción en el mercado masivo.
Hyundai planea contrarrestar estos inconvenientes con un sistema de suspensión neumática adaptativa que permita manejar el peso adicional y las vibraciones, mientras que otras marcas apuestan por materiales más ligeros y motores compactos.
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