La aplicación móvil Wachitaxi, que busca reducir los asaltos y agresiones en taxis, fue presentada por el Ministerio del Interior esta semana.
La aplicación móvil Wachitaxi, que busca reducir los asaltos y agresiones en taxis, fue presentada por el Ministerio del Interior esta semana.
Bruno Ortiz Bisso

Si hay algo que le puedo reconocer a la actual gestión del Ministerio del Interior es su disposición a utilizar la tecnología para tratar de solucionar problemas que afectan directamente a la población. Pasó hace poco con el tema de los celulares robados (se propuso la creación de una plataforma para registrar la propiedad de un celular) y ahora llega al campo de la seguridad para los viajes en . Para ello se creó la aplicación Wachitaxi.


La intención me parece muy buena, pero la aplicación no. A continuación pasaré a explicar las dos razones en las que fundamento mi opinión.

Primero, el tema de la usabilidad (o qué tan fácil de usar es la aplicación). Wachitaxi se basa en que el usuario envíe una señal de alerta a un contacto elegido previamente, si es que está siendo víctima de un asalto o agresión. Incluso puede compartir con ese contacto un enlace para que siga en tiempo real el recorrido de la carrera de .

Hasta ahí, todo bien. El problema viene en la lógica de su funcionamiento.

Al crear una nueva carrera a monitorear es necesario que el usuario le tome una foto al rostro del conductor y otra a la placa. Hoy en día en las aplicaciones de (tipo Uber o Cabify) ya tienen registrados a sus conductores, con imagen, número de placa y modelo de auto, por lo que creo que esta solución no es para este tipo de servicios. Dudo mucho que los conductores (sobre todo los de la calle) acepten posar para la foto. Ahora, solo basta ponerse a pensar cuánto tiempo tomará detener el taxi, negociar el precio de la carrera, tomar las fotos y después subir al carro. Ah, es necesario también cuánto tiempo calculamos que durará la carrera.

Pero eso no es todo. Al momento del registro en la aplicación se le pide al usuario crear una contraseña “verdadera” y otra “incorrecta”. La primera se usará cuando quiera ingresar a la aplicación para, por ejemplo, compartir su recorrido. La segunda –que termina siendo la más importante- se debe ingresar cuando el usuario esté siendo víctima de alguna agresión o asalto.

Estas son algunos pantallazos de la aplicación Wachitaxi cuando se instala por primera vez.
Estas son algunos pantallazos de la aplicación Wachitaxi cuando se instala por primera vez.

En un mundo en el que los usuarios deben convivir con decenas de aplicaciones y tratar de memorizar infinidad de contraseñas –cada una distinta a la otra, para evitar hackeos-, tener que recordar una contraseña real para manejar la app y una “falsa” para reportar una alerta me parece un despropósito. Además, no sé si el usuario mientras está en estado de shock al darse cuenta que está siendo víctima de un delincuente tenga la serenidad necesaria para recordar la contraseña “falsa” y disparar la alerta.

Quizás la implementación de un botón de pánico en la aplicación hubiera sido lo más adecuado.

Estas son algunos pantallazos de la aplicación Wachitaxi cuando se instala por primera vez.
Estas son algunos pantallazos de la aplicación Wachitaxi cuando se instala por primera vez.

Y la segunda razón en la que fundamento mi opinión en contra de Wachitaxi es que no queda en claro el tema de la protección de datos de los usuarios. La aplicación móvil no ha sido desarrollada por el Ministerio del Interior, sino por una empresa privada. En los términos y condiciones de uso que se presentan en la aplicación no se muestran detalles de la utilización y destino de los datos recopilados por la empresa desarrolladora de la aplicación. Estos se muestran en las .

Si bien ahí se detalla las razones por las que la aplicación pide acceso a determinado contenido del usuario, también se indica que almacenará todos los datos y los entregará solo en determinadas circunstancias. Lo que hasta ahora no me explico es por qué esos datos no pasan directamente al Ministerio del Interior.

Por eso considero que, hasta que se hagan las correcciones necesarias, Wachitaxi es una aplicación que se complica demasiado en su tarea de servir como método de alerta ante cualquier agresión. Y además, deja a disposición de terceros datos sumamente sensibles de los usuarios.

Si las aplicaciones de taxis –o plataformas intermediarias entre conductores y usuarios- se han vuelto tan populares, pero aun así se siguen presentando problemas de seguridad con ellas, considero que el Estado podría poner su granito de arena creando una norma con los estándares mínimos y obligatorios que deben cumplir cada una de estas empresas en sus procesos de selección de conductores.

Con ese estándar se podría, por ejemplo, obligar a que todas las empresas soliciten los antecedentes penales del postulante, realicen exámenes psicológicos e incluso realizar revisiones físicas de las condiciones de los vehículos que se usarán.

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