(Foto: Pixabay)
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Elmer Huerta

Muchas personas creen que el cáncer es una enfermedad moderna y dicen: “Antes no había cáncer”. Pero nada está mas lejos de la verdad. El cáncer ha existido desde siempre. En este , revisaremos algunos aspectos históricos de la enfermedad.

Empecemos diciendo que el cáncer más antiguo es el descrito por investigadores de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica. Ellos encontraron un tumor, llamado osteosarcoma, en el dedo gordo de un homínido que vivió hace 1,7 millones de años.

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—Papiro de Smith—

Pero quizá la documentación científica más antigua sobre el cáncer es el papiro de Edwin Smith. En 1862, el egiptólogo norteamericano de mismo nombre compró un papiro en la ciudad de Luxor. Smith conservó el documento sin poder traducirlo. A su muerte, en 1906, este fue donado por su hija a la Sociedad Histórica de Nueva York, quienes lo tradujeron recién en 1930. Al ver que el papiro era sobre asuntos médicos, fue donado en 1932 a la Academia de Medicina de Nueva York.

El papiro de Edwin Smith es considerado el primer tratado médico de la Antigüedad y contiene notas del médico egipcio Imhotep, quien describe de manera científca 48 enfermedades y lesiones, la mayor parte de ellas fracturas y heridas. En el papiro, Imhotep establece por primera vez el concepto del pronóstico médico; es decir, de lo que va a pasar con el enfermo como consecuencia del tratamiento, clasificándolo en pronóstico favorable, incierto y desfavorable.

El caso 45 es interesante porque constituye la descripción más antigua del cáncer del seno, al que compara con una “fruta dura y fría” dentro de la mama. Al dar el pronóstico, dice que es desfavorable, porque el médico no tiene ningún tratamiento que ofrecer.

—Antigua Grecia—

Hipócrates, el gran médico griego que vivió entre 460 y 375 a.C., fue quien dio el nombre de cáncer a la enfermedad, al compararla con un cangrejo (‘karkinos’, en griego). Hipócrates describió el caso de una mujer con cáncer del seno, observando que la enfermedad es más frecuente en mujeres que han dejado de menstruar. El médico notó también que ese tumor crece inconteniblemente, es duro, frío al tacto y no contiene pus. Describe también, con mucha acuciosidad, que el tumor se extiende a otras partes del cuerpo y que, a medida que el cáncer progresa, la mujer desarrolla un gusto amargo en la boca, rechaza alimentos, desarrolla dolores en el seno, espalda y cuello del mismo lado, asimismo, se queja de tener mucha sed y muestra severa baja de peso. Dice también que cuando la mujer llega a ese estado, ya no hay tratamiento posible y la muerte es inminente, advirtiendo que si el médico intenta dar un tratamiento cuando el cáncer está muy avanzado, lo único que logra es acortarle la vida a la mujer.

Como una prueba de que el cáncer de mama era una enfermedad relativamente frecuente en la mujer, los tratados de famosos médicos de la Antigüedad, como Leonidas (alrededor de 100 d.C.) y Galeno (129-200 d.C.) describieron muchos de este tipo de casos y desarrollaron tratamientos basados en el grado de avance del cáncer. Leonidas fue el primer médico que se dio cuenta de que el cáncer del seno se extendía de una manera progresiva, de la mama a la axila, y de allí, al resto del cuerpo.

—La reina Atossa—

La reina Atossa de Persia vivió entre 550 y 475 a.C. Además de ser conocida por ser la esposa del rey Darío, su fama como una de las mujeres más poderosas de la Antigüedad fue reconocida por muchos. De acuerdo con el historiador Herodoto, Atossa desarrolló un “bulto” en uno de los senos, el cual ocultó por algún tiempo. Solo cuando el dolor se hizo insoportable, ella llamó a Democedes, un famoso médico griego de la corte, quien aparentemente la operó y la curó. La reina llegó posteriormente a tener hijos y vivir por muchos años. Por mucho tiempo, la historia de Atossa fue aceptada como el primer caso de cáncer de seno exitosamente tratado de la Antigüedad. En los últimos años, sin embargo, se ha discutido la posibilidad de que ese caso no haya sido un cáncer, sino un absceso que fue operado y curado por el médico griego.

—En la antigua América—

Los únicos estudios documentados de la presencia del cáncer en las antiguas culturas americanas provienen de los estudios sobre cuerpos momificados de la cultura inca. Las investigaciones arqueológicas de las culturas maya y azteca no reconocen al cáncer como un problema que estas poblaciones hayan tenido que afrontar. Obviamente, el cáncer debe haber ocurrido, pero esos hechos no han sido documentados.

Un estudio de más de mil momias del Perú y Chile ha revelado cánceres del músculo (rabdomiosarcoma) y tumores benignos del tejido graso, llamados lipomas. También se han encontrado evidencias de cáncer en los huesos de las momias.

—Corolario—

El cáncer es muy antiguo y la razón por la que en la actualidad se ven más casos que antes es porque nuestra expectativa de vida se ha más que duplicado en los últimos 500 años. Durante la Edad Media, la expectativa de vida del ser humano era de 33 años, y en 1900, era alrededor de 55 años. En la actualidad, es de 77 años para el hombre y casi 80 para la mujer. Eso es importante cuando sabemos que el 77% de los casos de cáncer ocurre después de los 55 años.

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