En el mayor estudio de este tipo, una investigación de la Universidad de California (UC San Francisco), no ha encontrado pruebas de que el consumo moderado de café pueda provocar arritmias cardíacas, según un estudio de seguimiento a lo largo de cuatro años publicado en la revista JAMA Internal Medicine.
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De hecho, cada taza diaria adicional de café consumida entre varios cientos de miles de individuos se asoció con un 3% menos de riesgo de que se produjera cualquier arritmia, incluida la fibrilación auricular, las contracciones ventriculares prematuras u otras afecciones cardíacas comunes, informan los investigadores.
“El café es la principal fuente de cafeína para la mayoría de la gente, y tiene una reputación de causar o exacerbar las arritmias”, señala el autor principal y correspondiente Gregory Marcus, profesor de medicina en la División de Cardiología de la UCSF.
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“Pero no encontramos pruebas de que el consumo de cafeína conduzca a un mayor riesgo de arritmias -asegura Marcus, que se especializa en el tratamiento de las arritmias-. Nuestro estudio basado en la población ofrece la seguridad de que las prohibiciones comunes contra la cafeína para reducir el riesgo de arritmia son probablemente injustificadas”.
Aunque algunas sociedades profesionales sugieren evitar los productos con cafeína para reducir el riesgo de arritmia, esta conexión no ha sido demostrada de forma consistente. De hecho, el consumo de café puede tener beneficios antiinflamatorios y está asociado con la reducción del riesgo de algunas enfermedades, incluyendo el cáncer, la diabetes y la enfermedad de Parkinson, recuerda.
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En el nuevo estudio, los científicos de la UCSF exploraron si el consumo habitual de café se asociaba con el riesgo de arritmia, y si las variantes genéticas que afectan al metabolismo de la cafeína podían modificar esa asociación. Su investigación se llevó a cabo a través del Biobanco del Reino Unido, un estudio prospectivo de los participantes en los Servicios Nacionales de Salud de Inglaterra.
Participaron en la investigación unos 386.258 consumidores de café, con una media de edad de 56 años; algo más de la mitad eran mujeres. Era un tamaño de muestra sin precedentes para este tipo de investigación.
Además de un análisis convencional en el que se examinaba el consumo de café autodeclarado como factor de predicción de futuras arritmias, los investigadores emplearon una técnica denominada “aleatorización mendeliana”, que aprovecha los datos genéticos para inferir relaciones causales.
Dado que las personas con variantes genéticas asociadas a un metabolismo más rápido de la cafeína bebían más café, este análisis proporcionó un método para comprobar la relación entre la cafeína y la arritmia de una forma que no dependía de los informes de los propios participantes y que debería ser inmune a gran parte de los factores de confusión inherentes a la mayoría de los estudios observacionales.
Con una media de cuatro años de seguimiento, los datos se ajustaron en función de las características demográficas, la salud y los hábitos de vida.
Al final, aproximadamente el 4% de la muestra desarrolló una arritmia. No se observaron indicios de un mayor riesgo de arritmias entre las personas genéticamente predispuestas a metabolizar la cafeína de forma diferente. Los investigadores señalaron que una mayor cantidad de café se asociaba en realidad a un riesgo 3% menor de desarrollar una arritmia.
“Solo un ensayo clínico aleatorizado puede demostrar definitivamente los efectos claros del consumo de café o cafeína -apunta Marcus-. Pero nuestro estudio no encontró pruebas de que el consumo de bebidas con cafeína aumentara el riesgo de arritmia. Las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias del café pueden desempeñar un papel, y algunas propiedades de la cafeína podrían ser protectoras contra algunas arritmias”.
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