Se estima que es la alta concentración de sal lo que impide que el congelamiento del agua de los lagos.
Se estima que es la alta concentración de sal lo que impide que el congelamiento del agua de los lagos.
BBC News Mundo

Investigadores encontraron dos lagos ocultos que pueden aportar datos clave en la búsqueda de vida en otros planetas.

Dos cuerpos de agua en estado líquido fueron detectados debajo de los glaciares del Ártico canadiense, sepultados bajo unos 500 metros de hielo.

El agua tiene una temperatura estimada de -10,5 grados centígrados y los científicos infieren que tiene una alta concentración de sal, que es lo que impide su congelamiento.

Este hallazgo fue realizado por un equipo liderado por la Universidad de Alberta y .

Los lagos fueron detectados por un radar que investiga la capa de hielo de la isla de Devon, en el norte de Canadá.

Sorpresa bajo el hielo

"Me quedé sorprendida y un poco perpleja", dijo Anja Rutishauser, una de las autoras del estudio. "No estábamos buscando lagos subglaciales", aseguró.

Aunque la presencia de agua debajo de los glaciares es un fenómeno bastante común, se creía que el agua en Devon estaba congelada desde la base.

Los investigadores sugieren que los lagos quedaron ocultos debajo del hielo hace unos 120.000 años. (NASA/ANJA Rutishauser)
Los investigadores sugieren que los lagos quedaron ocultos debajo del hielo hace unos 120.000 años. (NASA/ANJA Rutishauser)

Son los primeros que se observan en Canadá y cubren un área estimada de entre 5 y 8 kilómetros cuadrados respectivamente.

Estos lagos son diferentes a otros existentes en Groenlandia y la Antártica, que contienen agua dulce generada por el derretimiento del hielo producido por la energía geotérmica de las rocas que se encuentran debajo.

Esas reservas están aislados por gruesas masas de hielo.

En el caso de Canadá, la capa de hielo no es lo suficientemente gruesa como para actuar como aislante.

Fuera de la Tierra
Los científicos creen que la temperatura y las condiciones de salinidad son similares a las existentes debajo de la superficie del océano de Europa, una de las lunas de Júpiter, un lugar que podría albergar vida.

Se calcula que el agua de esos lagos tiene una concentración de sal cinco veces superior al agua de mar y proviene de las rocas que los rodean.

Estos lagos son los primeros que se observan en Canadá y cubren un área estimada en 5 y 8 kilómetros cuadrados respectivamente. (Anja Rutishauser)
Estos lagos son los primeros que se observan en Canadá y cubren un área estimada en 5 y 8 kilómetros cuadrados respectivamente. (Anja Rutishauser)

Hay muchas respuestas que los investigadores esperan hallar.

El potencial de esos ambientes para albergar vida es un asunto importante, ya que representarían un hábitat aislado de microbios.

"La probabilidad de que exista vida en estos sistemas es alta, aunque las temperaturas sugieren que la actividad biológica estaría severamente limitada", le dijo a la BBC Alison Murray, del Instituto de Investigación de Nevada.

Claire Cousins, de la Universidad de Saint Andrews, explicó que "aunque las condiciones químicas sean de alguna manera diferentes a los ambientes oceánicos de las lunas heladas como Europa, sus condiciones extremas nos ayudarán a entender la habitabilidad de los ambientes hipersalinos, debajo de las capas de hielo".

Los científicos creen que la temperatura y las condiciones de salinidad son similares a las existentes en Europa, una de las lunas de Júpiter. Foto: Gregory NG
Los científicos creen que la temperatura y las condiciones de salinidad son similares a las existentes en Europa, una de las lunas de Júpiter. Foto: Gregory NG

Ese trabajo podría proveer una "clave para entender la naturaleza que puede albergar vida en esos sistemas que podrían encontrarse en los océanos helados del Sistema Solar y más allá", coincidió Murray.

Se cree que hay una gran red de lagos en esa región, además de los dos que fueron observados hasta ahora y sus tamaños aún debe ser determinados.

Los investigadores sugieren que esos lagos quedaron ocultos hace unos 120.000 años.

Mientras otros estudios de radar figuran en la lista de tareas, Anja Rutishauser y sus colegas esperan poder realizar perforaciones y llegar algún día a esas masas de agua para poder estudiar los ecosistemas que contienen.

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