(Foto: Pixabay)
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Elmer Huerta

Un reciente –y severo– brote de neumonitis o inflamación química de los pulmones (de‘neumo’, pulmón e ‘itis’, inflamación) está preocupando mucho a las autoridades estadounidenses de salud.

El último reporte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), da cuenta de 415 casos de neumonitis asociados al uso de reportados en 33 estados de ese país, contabilizándose ya cinco muertes. En una serie de artículos de publicación especial en la “Revista de Medicina de Nueva Inglaterra” la semana pasada, se describen los casos de severa inflamación pulmonar causada por algún agente hasta ahora desconocido (aunque en algunos de ellos se ha descubierto un derivado de aceite de vitamina E) en ‘vapeadores’ de nicotina, de marihuana o de ambos. Como medida de precaución, el CDC ha pedido a los usuarios que dejen de ‘vapear’.

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—Breve historia—

Concebido en concepto en 1927 por Joseph Robinson, no fue sino hasta 1965 cuan- do Herbert Gilbert, un mili- tar norteamericano retira- do, graduado en negocios y fumador de dos paquetes de cigarrillos al día patentó un aparato al cual llamó “cigarrillo sin tabaco y sin humo” que permitía al usuario aspirar aire húmedo y caliente con sabor a tabaco. Su invento nunca fue manufacturado y la idea se perdió.

No fue sino hasta el 2003 que el farmacéutico chino Hon Lik, fumador de dos paquetes de cigarrillos al día y que acababa de perder a su padre por cáncer de pulmón, ideó una segunda versión de cigarrillo electrónico que patentó en China en el 2003, en EE.UU. en el 2004, e internacionalmente en el 2007. El invento de Lik produce una gran cantidad de vapor, que da la sensación de estar fumando un cigarrillo. Debido a que el usuario no elimina humo, sino vapor, se dice que está ‘vapeando’.

—¿Cómo funciona?—

Básicamente el cigarrillo electrónico es un dispositivo eléctrico que calienta y vaporiza un líquido que contiene agua en el que están disueltas la nicotina y otras sustancias químicas que le dan sabor al vapor y estabilidad de la mezcla. Ese vapor pasa directamente a los pulmones del usuario y le da al adicto la cantidad de nicotina que necesita, pero además –y allí está el gran problema de los cigarrillos electrónicos–, hace que las otras sustancias químicas lleguen a los alveolos pulmonares y a la sangre del usuario.

—¿Qué efectos tiene?—

Debido al reciente uso de es- tos aparatos, la investigación médica, también, recién ha empezado. Su uso masivo no tiene más de cinco años, tiempo en el cual se han documentado tres tipos de problemas: el primero es la muerte de niños por tragar el líquido de las cápsulas de nicotina. El segundo es la explosión de los aparatos que ha causado ya una muerte. Y el tercero –que estamos viendo en estas semanas– es el daño pulmonar causado por las sustancias químicas contenidas en el vapor.

Este daño pulmonar fue reportado por primera vez por investigadores estadounidenses en la revista “Chest” de octubre del 2015, como un caso de neumonitis lipídica aguda, causada por los químicos del vapor. Adicionalmente, se ha documentado también un mayor riesgo de derrames cerebrales.

Obviamente, los comerciantes aseguran que es mejor usar un producto con menos sustancias químicas, que otro –como el tabaco– que tiene 4.000, afirmación que a pesar de sonar lógica, no puede ser aceptada como una verdad. Debido a lo reciente de su uso y la limitada investigación médica, no se tienen aún los estudios que afirmen que los cigarrillos electrónicos sean una opción saludable frente a los cigarrillos de tabaco.

—¿Realmente ayuda?—
Este es un punto controversial. Sin contar con estudios concluyentes, el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra (NHS) lanzó en diciembre del 2018 una controversial campaña, afirmando que los cigarrillos electrónicos son 95% mas seguros que los cigarrillos de tabaco, lo que alienta a los fumadores a usar los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar. Obviamente, quien más ha celebrado esa decisión ha sido la industria del taba- co –que teniendo ya multimillonarias inversiones en los cigarrillos electrónicos– está haciendo lobby en muchos países, incluyendo Perú, para evitar que sus productos sean regulados como el tabaco. Sin duda, los cientos de casos de enfermedad pulmonar detectados ahora en Estados Unidos deben estar haciendo repensar su decisión a los ingleses.

—Corolario—

Existe evidencia anecdótica de que adolescentes y adultos peruanos están ya usando en gran número los cigarrillos electrónicos. Lamentablemente, no se tienen aún datos oficiales publicados sobre su real uso.

Repasando la historia, es- tamos en un momento comparable a 1881, cuando se inventó la máquina de fabricar cigarrillos. En esa época, el mundo pasó del consumo artesanal del tabaco, a un sofisticado producto llamado cigarrillo. En la actualidad estamos pasando de un tos- co producto, generador de humo letal, a un glamoroso producto electrónico, aparentemente menos dañino que su predecesor.

Si algo debemos aprender de la historia, es que tomó mas de 50 años para que la ciencia demostrara los daños causados por el cigarrillo y que la industria del tabaco ocultó durante muchos años esa evidencia.
Tenemos entonces que actuar con inteligencia y debemos regular los cigarrillos electrónicos como si fueran cigarrillos de tabaco. Al respecto, la semana pasada el Ministerio de Salud de Chile envió al Congreso un proyecto de ley para que los cigarrillos electrónicos tengan las mismas restricciones de uso y comercialización que los cigarrillos de tabaco, incluyendo prohibición de uso por menores de edad, y en lugares públicos; restricción de publicidad y advertencias en las cajas. El Minsa de Perú debería hacer lo mismo.

[El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.]

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