(Imagen referencial: Pixabay)
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Redacción EC

Un equipo de investigadores del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian ha descubierto que un enorme objeto desconocido y oscuro está haciendo agujeros en la Vía Láctea, nuestra galaxia.

"No podemos compararlo con ningún objeto luminoso que hayamos visto. Es mucho más masivo que una estrella... algo así como un millón de veces la masa del Sol, de modo que, simplemente, no existen estrellas con esa masa. Podemos descartar eso", dijo Ana Bonaca, líder del grupo, a la revista Live Science.

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El equipo de Bonaca logró identificar a este "monstruo" de manera indirecta gracias a los "agujeros" que ha dejado en la corriente estelar más larga de la Vía Láctea, conocida como GD-1.

Los científicos, que presentaron sus resultados en la conferencia anual de la, han calificado al objeto estelar, que está oculto a nuestra vista, como una "bala".

"Se trata de una bala muy densa de algo", señaló Bonaca.

Las corrientes estelares son largas líneas de estrellas que se mueven juntas a través de la galaxia. Estas suelen ser uniformes, pero el equipo de Bonaca descubrió que GD-1 tiene un segundo agujero, que parece haber sido formado por un objeto que la atravesó, arrastrando cientos de estrellas. 

Entonces, los investigadores plantean la posibilidad de que el objeto que causó esto puede ser un segundo agujero negro supermasivo en la Vía Láctea, lo cual no sería imposible pero sí poco probable, pues no existen registros de alguna otra galaxia grande que tenga dos agujeros negros, además de que no se han detectado chorros de radiación característicos de estos cuerpos.

"Si fuera un agujero negro, sería un agujero negro supermasivo similar al que hay en el centro de la galaxia", afirma.

Por ello, señalan que también podría tratarse de un gran "grumo" de materia oscura, pero no se tienen suficientes indicios para creerlo, por lo cual creen que se puede tratar de un objeto luminoso que desapareció en alguna parte de la galaxia, aunque también es poco probable debido al tamaño que tendría: entre 30 y 65 años luz de ancho.

Así, este hallazgo deja más preguntas que respuestas para los investigadores, quienes, afirma Bonaca, continuarán investigando este fenómeno desconocido.

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