(Foto: Subharnab Majumdar bajo licencia CC/versión editada)
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Redacción EC

El hábito de morderse las uñas tiene un nombre específico para designarlo y ese es el término onicofagia. Pese a que se podría pensar en que se trata de una situación sin mayor gravedad, esta puede traer infecciones recurrentes y deformaciones, entre otras consecuencias.

Uno de los más citados fue llevado a cabo por la Universidad de Ciencias Médicas de Shiraz (UCMS) y el hospital Hafez, ambos de Irán. La investigación arrojó que entre el 20% y 33% de los niños de siete a diez años padecían onicofagia. La cifra llegaba al 45% en los adolescentes.

La onicofagia tiene un alcance que aborda varias disciplinas, desde la dermatología a la psiquiatría, pasando por la odontología y la psicología. Si bien este comportamiento es común en los niños, por lo general se trata de algo temporal; sin embargo, algunos factores entran a tallar cuando este hábito se hace compulsivo.

“Las causas de la onicofagia, muchas veces, son difíciles de precisar, aunque afecta a un gran número de niños, es más frecuente en niños nerviosos, ansiosos o introvertidos”, explicó al diario español “El País” Iván Carabaño, jefe de pediatría del hospital Universitario Rey Juan Carlos de dicho país.

“También existe una causa física que es el déficit del hierro, lo que provoca un síntoma llamado Pica, que consiste en la tendencia a ingerir sustancias, como las uñas, que no aportan nutrientes al organismo”, añade el especialista.

La UCMS realizó  que encontró que el 76% de los niños analizados que se mordían las uñas padecían desorden hiperactivo y déficit de atención, mientras que el 36% presentaban un trastorno de oposición desafiante. En tercer lugar estaba el desorden de ansiedad por separación.

Complicaciones

Los especialistas señalan que la onicofagia no suele ser un motivo de consulta profesional para los padres, que generalmente lo mencionan como un aspecto secundario de otro problema. No obstante, la onicofagia puede producir infecciones virales, bacterianas y fúngicas (hongos) tras dañar la cutícula.

A lo anterior se añade que el mordisqueo prolongado de las uñas las deforma y cambia su color a una tonalidad amarilla. Más rara es la desviación de los dientes incisivos como producto de la onicofagia, aunque otros elementos suelen intervenir en estas.

Tratamientos

En muchos casos, los pequeños que se muerden las uñas son ansiosos, por los que se les receta medicación para la ansiedad, pero se trata de casos más específicos.

Otras medidas habituales son el colocarles esmaltes de uñas con sabores desagradables, para evitar que se lleven las manos al interior de la boca, y llevar un diario para que el menor documente en qué momentos siente ganas de morder sus dedos.

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