Cuando tienes resiliencia, aprovechas la fortaleza interior que te ayuda a recuperar de un contratiempo o de una dificultad, como la pérdida de un trabajo, una enfermedad, una catástrofe o la muerte de un ser querido. Pero cuando no tienes resiliencia, es probable que te concentres en los problemas, que te sientas víctima, que te abrumes o que recurras a mecanismos de afrontamiento poco saludables, como el abuso de sustancias.
La resiliencia no hará que tus problemas desaparezcan, pero puede darte la capacidad de ver más allá de ellos, disfrutar de la vida y manejar mejor el estrés. Si tu resiliencia no está en el nivel que te gustaría, puedes aprender a ser más resiliente.
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Resiliencia es la capacidad de adaptarse a las dificultades. Cuando el estrés, la adversidad o los traumas golpean, se puede continuar funcionando a nivel físico y psicológico, pese a todavía experimentar ira, sufrimiento y dolor. Sin embargo, resiliencia no significa soportar, ser estoico ni atravesar la situación solo, sino ser capaz de buscar el apoyo de otras personas, lo que es el componente fundamental de la resiliencia.
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La resiliencia puede protegerte contra varias enfermedades mentales, como depresión y ansiedad, además de ayudarte a compensar los factores que aumentan el riesgo de padecerlas, como hostigamiento (bullying) o traumas del pasado. Si padeces una enfermedad mental, la resiliencia puede ayudarte a sobrellevarla mejor.
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Si te gustaría ser más resiliente, toma en cuenta los siguientes consejos:
- Conéctate. Crear vínculos positivos y fuertes con tus seres queridos y familiares puede brindarte el apoyo y la aceptación que necesitas, tanto en los buenos tiempos como en los malos. Genera otras relaciones importantes, ofreciéndote como voluntario o participando de una comunidad religiosa o espiritual.
- Haz que todos los días sean significativos. Haz algo que te dé una sensación de logro y propósito todos los días. Establece objetivos que te ayuden a ver que el futuro tiene sentido.
- Aprende de la experiencia. Piensa en cómo afrontaste situaciones difíciles en el pasado y piensa en las tácticas que te ayudaron a superar tiempos difíciles. A lo mejor hasta desees llevar un diario de tus experiencias pasadas como ayuda para identificar patrones de conducta positivos y negativos que te sirvan de guía respecto a cómo comportarte en el futuro.
- No pierdas la esperanza. No puedes cambiar el pasado, pero siempre puedes mirar hacia el futuro. Aceptar e incluso anticiparte al cambio hace que sea más fácil adaptarte a las dificultades y verlas con menos ansiedad.
- Cuida de ti mismo. Presta atención a tus propias necesidades y sentimientos. Participa en actividades y pasatiempos que te gusten. Incorpora la actividad física a tu rutina diaria. Duerme bastante. Aliméntate sano. Practica técnicas para controlar el estrés y de relajación, como yoga, meditación, visualización dirigida, respiración profunda u oración.
- Sé proactivo. No ignores tus problemas, sino procura determinar qué debes hacer, elabora un plan y toma acción. Aunque te lleve tiempo recuperarte de un contratiempo grande, de un acontecimiento traumático o de una pérdida, ten presente que las cosas pueden mejorar si lo intentas.
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Aumentar la resiliencia lleva tiempo y práctica. Si crees que no avanzas, o no sabes por dónde empezar, piensa en hablar con un profesional de atención mental. Con asesoramiento, podrás mejorar tu resiliencia y tu bienestar mental.
Fuente: Clínica Mayo (EE.UU.)
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