Bruno Ortiz Bisso

Mucho se habla sobre los peligros del abuso de la tecnología, sobre todo entre los más jóvenes. Sin embargo, poco se mencionan sus reales consecuencias y, mucho menos, las medidas que se deben tomar para remediar la situación.

El Comercio conversó con Daniel Koc, pediatra del Instituto Nacional de Salud del Niño -San Borja (INSN-SB), que abre el sábado la última sesión del Tercer Curso Internacional de Pediatría, con su charla “Tecnología y neurodesarrollo”. El experto sostiene que la clave es que los padres asuman completamente la responsabilidad en la crianza de los chicos.

— ¿CADA VEZ ES MÁS COMÚN QUE EL USO DE LA TECNOLOGÍA COTIDIANA SEA PARTE DE CHARLAS Y CURSOS DE PEDIATRÍA?

A los pediatras no solo nos interesa lo patológico, sino también la puericultura. Dentro del desarrollo del ser humano realmente son pocos los sistemas que cambian mucho, entre ellos el sistema inmune y el nervioso. Esos son los que más cambian y los que diferencian a los niños de los adolescentes y de los adultos. En particular, el sistema nervioso durante millones de años se ha ido perfeccionando para realizar determinadas tareas, desarrollando la visión, el olfato, las . Todo en función a una necesidad. Así se han ido seleccionando los genes que necesitamos para sobrevivir. Sin embargo, en el último siglo la tecnología ha tenido tal desarrollo que ahora el humano recibe estímulos muy diferentes y sus necesidades, incluso las biológicas, han cambiado.

— ¿QUIERE DECIR QUE LA TECNOLOGÍA HA REEMPLAZADO A LOS ESTÍMULOS NATURALES?

El cerebro humano es un órgano muy especial, tanto que termina de madurar fuera del útero. Tras el nacimiento se suscitan una serie de cambios importantísimos y el sistema nervioso empieza a desarrollar conexiones sinápticas entre neuronas, modelándose en función de los estímulos de alrededor. Se necesita estimulación, el contacto con los padres, que conversen con el bebe. Pero también necesitan aprender a moverse, desarrollo del sistema locomotor. El problema es que la tecnología cambia los estímulos. Y cuando estás expuesto a la tecnología (las pantallas) de manera precoz, el tiempo con la familia, con quien te cuida, es menor. Esto tiene repercusiones muy serias. Por eso hay directivas que señalan que antes de los 2 años los pequeños no deben ser expuestos a la tecnología.

— ¿Y LUEGO DE LOS 2 AÑOS?

Evitar el acceso a las pantallas y otra tecnología para niños menores de 2 años es una norma. Incluso, después de los 2 años, la TV debe estar restringida a una o dos horas, a lo mucho, pero con programas muy bien seleccionados. En Francia, por ejemplo, los programas para bebes han sido prohibidos.

— PERO EN EL MUNDO DE HOY NO SE PUEDE CORTAR DEL TODO EL ACCESO A LA TECNOLOGÍA…

Siempre es necesaria pero se debe aprender a manejarla. No podemos reemplazar la por Internet o los videojuegos. Se tiene que buscar la naturaleza, salir a los parques, fomentar la socialización con otros niños. Aunque no es solo un tema de infantes, sino también de adolescentes, pues el neurodesarrollo continúa.

— ¿QUÉ PROBLEMAS REALES SE PUEDEN PRESENTAR SI NO SE PONEN LÍMITES?

El principal son las adicciones, como a los videojuegos.

— ¿ES POR LOS MISMOS VIDEOJUEGOS O POR UNA PREDISPOSICIÓN A LAS ADICCIONES?

En nuestro sistema nervioso tenemos un núcleo de recompensas o placer, donde está la dopamina. El sexo, el juego, el hambre responden al aumento de dopamina que nos da la sensación de placer. En los adolescentes el umbral del placer es más alto, por eso buscan sensaciones más intensas y son temerarios. Cuando el menor encuentra recompensas más rápidas, se engancha. Eso suele pasar con los videojuegos, que están más a su alcance. Esas recompensas las deben alcanzar con varias actividades, sobre todo más actividad física.

— ENTONCES ES MÁS NECESARIO QUE NUNCA ESO DE PASAR TIEMPO DE CALIDAD...

Los padres deben ejercer su rol como tales. Estar con sus hijos. No pueden eludir las responsabilidades y dejárselas a la TV, al celular. Tener un hijo es una gran responsabilidad. Los padres deben orientar y acompañar, pero también poner disciplina con orden, cariño y firmeza.