Las autoridades españolas recomiendan que los niños menores de 10 años y las embarazadas eviten consumir atún, pez espada, tiburón y lucio debido a que poseen mercurio, un metal pesado dañino para la salud.
De este modo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) endurece sus recomendaciones basados en nueva evidencia científica que muestra el alto contenido de estas sustancias químicas que alteran el equilibro hormonal de las personas.
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“No consumir especies con alto contenido en mercurio: pez espada, emperador, atún rojo (thunnus thynnus), tiburón (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera) y lucio”, detalla la agencia.
La entidad también señala que el consumo de estos pescados en los niños de entre 10 y 14 años debe limitarse a 120 gramos al mes. El consumo también debe ser limitado en aquellas mujeres que desean quedar embarazadas.
La organización refiere que la mejor alternativa al atún y pez espada son las especies con menos cantidad de mercurio, como el abadejo, anchoas, chipirones, langostinos, pulpo, salmón, calamar o trucha, entre otros.
El mercurio es considerado un disruptor endocrino por interferir en las primeras etapas del desarrollo, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud. Los disruptores endocrinos son compuestos químicos presentes en muchos productos como juguetes, recibos, plásticos, pinturas, vestidos o productos fitosanitarios que afectan al sistema hormonal.
“Hay productos que contienen lo que llamamos disruptores endocrinos, es decir, que afectan y alteran el sistema endocrino, y que están presentes en todo tipo de objetos de consumo habituales: en los embalajes, en los cosméticos, en los textiles y hasta en los alimentos. Estamos expuestos a ellos a diario”, explica a El País Nicolás Olea, experto en disruptores endocrinos de la Facultad de Medicina de Granada.
Este año también se conoció un nuevo estudio franco-español que mostraba los efectos de los contaminantes químicos en las embarazadas y bebés recién nacidos que están expuestos a disruptores endocrinos. La investigación señala que os niños expuestos a un cóctel de contaminantes químicos durante el embarazo de su madre y los primeros meses de vida tienen más probabilidades de tener una función respiratoria reducida.
Algunas sustancias “pueden estar asociadas a una disminución de la función respiratoria en los niños”, explica en una declaración conjunta el Inserm, el CNRS, la Universidad de Grenoble Alpes y el ISGlobal (Instituto de Salud Global) de Barcelona.
Los investigadores mencionan en particular los compuestos perfluorados (PFC, que se encuentran en particular en las sartenes antiadherentes, ciertos envases de alimentos y recubrimientos antimanchas), el etilparabeno (un conservante usado en muchos cosméticos) y varias moléculas derivadas de la degradación de los ftalatos.
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