Washington (EFE). La ausencia de colaboración en la salud pública entre EE.UU. y Cuba como resultado del distanciamiento político entre ambos países, debería resolverse mediante una “diplomacia científica”, señaló un editorial en la revista “Science”.
La publicación de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias (AAAS), en un editorial que firma su presidente Gerald Fink, recordó que Cuba “está a apenas 90 millas de EE.UU. y allí viaja más de medio millón de ciudadanos estadounidenses cada año, muchos para visitar a sus familiares”.
“Estas interacciones son positivas pero también abren una senda para la propagación de enfermedades infecciosas”, advirtió el artículo.
“Algunas enfermedades tropicales como el dengue, y otras nuevas como la chikungunya, se propagan a un ritmo alarmante en el Caribe y son amenazas serias para los viajeros y residentes”, continuó el editorial añadiendo que ha habido informes de casos de estos males en EE.UU.
Actualmente no hay vacunas o medicamentos disponibles en el mercado para el tratamiento de cualquiera de esas dos enfermedades.
La colaboración más estrecha “permitiría que los científicos de Cuba y de Estados Unidos compartan mejor la información, identifiquen y observen los brotes de males infecciosos y desarrollen respuestas más coherentes”.
El editorial, que citó las complicaciones de visa que hacen difícil los viajes de científicos entre ambos países, recordó que a principios de este año un grupo de científicos de Estados Unidos visitó la Isla bajo los auspicios de la AAAS.
Los estadounidenses mantuvieron reuniones con sus colegas cubanos bajo el auspicio de la Academia Cubana de Ciencias y visitaron laboratorios de investigación en la isla.
“Las dos organizaciones firmaron un acuerdo de cooperación que enfoca las enfermedades infecciosas, el cáncer, las enfermedades neurológicas y neurodegenerativas, y la resistencia a los medicamentos antimicrobianos”, continuó el artículo.
“Pero este plan de acción depende, en parte, de que se facilite para los científicos estadounidenses la obtención de licencias del gobierno para su trabajo en Cuba”, acotó.
“La diplomacia científica puede facilitar la atención de cuestiones de base científica cuyas respuestas se ven impedidas porque las relaciones políticas limitan las interacciones entre los países”, según el editorial.
“Quizá no haya mejor ejemplo que éste donde un cambio individual de política en la relación entre Cuba y EE.UU. logre más avances para asegurar una relación científica más robusta con un gran beneficio mutuo”, concluyó.