(Foto: referencial)
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Elmer Huerta

En el Perú, últimamente, hemos escuchado hablar mucho de la anemia. Eso es porque, lamentablemente, tenemos una de las prevalencias más altas de anemia infantil de América. ¿Pero qué es esta enfermedad? ¿Cuántos tipos existen? ¿Puede curarse o solamente aliviarse? Respondamos estas y más interrogantes.

—Células de la sangre—

En la sangre existen tres tipos de células: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas (técnicamente hablando, estas no son células completas, sino partículas celulares). Los primeros transportan oxígeno a los tejidos, los segundos son elementos del sistema inmunológico, mientras que las últimas son vitales para que la sangre coagule.

La deficiencia de los glóbulos rojos se llama anemia; la de los blancos, leucopenia; y la de plaquetas, trombocitopenia.

—La médula ósea—

La parte central de los huesos, llamada médula ósea, contiene una sangre muy espesa y grasosa llamada tuétano. En los huesos grandes, como en las extremidades, esa médula está en el centro del hueso, mientras que en los huesos planos y en las vértebras, está en la llamada esponja del hueso. Es en esa médula ósea, y a partir de células progenitoras especializadas, que se forman las células de la sangre ya mencionadas. Se calcula que cada día se forman 400 mil millones de glóbulos rojos.

Obviamente, el que a diario se originen tantos glóbulos rojos significa que un número igual de ellos tenga que destruirse también cada día.

Ese balance, entre formación y destrucción, está precisamente controlado por el nivel de oxígeno en el aire que se respira y por un complejo grupo de hormonas (la eritropoyetina, producida en los riñones) y factores de crecimiento celular en la médula ósea. Los glóbulos rojos viven aproximadamente 120 días y las células viejas se destruyen constantemente en el bazo, en el hígado y en la propia médula.

Por lo expuesto, ya podemos deducir que existen dos grandes tipos de anemia: aquellas causadas por falta de producción de glóbulos rojos en la médula ósea y aquellas producidas por un exceso en su destrucción.

El primer caso tiene muchas causas, la mayoría por deficiencias en nutrientes básicos, como hierro o vitamina B12. Un raro tipo de anemia, llamada anemia aplásica, es la que se produce cuando la médula ósea deja súbitamente de producir glóbulos rojos. Las anemias que se producen por la exagerada destrucción son conocidas como anemias hemolíticas. Tienen igualmente innumerables causas, algunas congénitas (por ejemplo, las talasemias).

Además, existe un tercer tipo de anemia, la cual se produce cuando la sangre ya formada se pierde por algún tipo de hemorragia. Esta pérdida puede ser evidente (menstruaciones abundantes, hemorragias por la boca, el recto, la orina o la vagina) o invisible (pérdidas microscópicas por cáncer del colon o del estómago).

—La importancia del hierro—

El hierro es un mineral que –entre muchas funciones vitales– es fundamental para la fabricación de glóbulos rojos. La cantidad de hierro en el organismo (un adulto tiene cinco gramos) es consecuencia de un delicado balance entre su ingesta de alimentos y su pérdida por la destrucción diaria de glóbulos rojos o por hemorragias. Para evitar carencias, el cuerpo tiene depósitos de este mineral, principalmente en el hígado.

Cuando un niño o un adulto pierden dichos depósitos, se desarrolla una anemia por deficiencia de hierro, la cual es lamentablemente el tipo más frecuente de esta enfermedad en los niños peruanos menores de 3 años.

Cuando ocurre en niños, a la anemia por deficiencia de hierros se le denomina anemia infantil. Se produce cuando los menores consumen alimentos que no tienen hierro.

También puede darse por pérdida crónica de sangre en las heces a causa de parásitos intestinales (de ahí las campañas de desparasitación que conduce periódicamente el Ministerio de Salud).

El que cuatro de cada diez niños peruanos menores de 3 años sufran de anemia por deficiencia de hierro es sin duda un indicador muy negativo de la salud pública del país. Eso es más grave cuando existen regiones (Puno entre ellas) en que el 76% de los niños tiene esta clase de anemia.

Un niño que crece con un número deficiente de glóbulos rojos en su sangre no va a tener niveles adecuados de oxígeno en sus tejidos, y una deficiencia de oxígeno en el cerebro va a causar severos problemas en el desarrollo de ese vital órgano. Por lo tanto, el impacto intelectual de la anemia infantil en casi la mitad de los niños peruanos es muy preocupante.

—Corolario—

Sabiendo que la anemia por deficiencia de hierro es consecuencia de una alimentación desbalanceada, el tratar de corregir este mal solamente con un suplemento de hierro es como bajar la fiebre sin curar la infección de fondo.

Si bien es cierto que aquellos suplementos pueden corregir esta enfermedad rápidamente, esa corrección será pasajera, ya que sus causas fundamentales (pobreza, falta de educación y oportunidades, falta de agua potable y alcantarillado) continuarán en las comunidades.

Para combatir la anemia infantil, es fundamental corregir la desigualdad en todas sus dimensiones. En otras palabras, lograr que la hemoglobina suba unos cuantos puntos en los niños anémicos, sin que se corrijan las graves condiciones socioeconómicas que causan la deficiencia de hierro donde viven, será una ilusión pasajera.

Una vez que se agoten o se dejen de dar los suplementos (algo que ya sucedió en la última década), la anemia volverá como un fantasma que nos recordará que los pobres del Perú no tienen ni la educación ni las oportunidades que necesitan para consumir los alimentos que los nutran adecuadamente.

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