La gente tiene miedo de las centrales nucleares, las asocia con las bombas atómicas y con el desastre de Chernóbil. (Ilustración: Raúl Rodríguez / El Comercio)
La gente tiene miedo de las centrales nucleares, las asocia con las bombas atómicas y con el desastre de Chernóbil. (Ilustración: Raúl Rodríguez / El Comercio)
Tomás Unger Golsztyn

Ante la amenaza creciente del calentamiento global y el cambio climático, se están buscando continuamente nuevas soluciones. Se trata de encontrar formas económicamente viables de sustituir la generación de energía por combustión. Se han hecho grandes progresos en energía eólica y solar, y –donde es posible– se está usando también la energía geotérmica. Pero en la mayoría de los casos no se menciona la que, después de los combustibles fósiles, es la principal fuente de energía del mundo.

—CENTRALES NUCLEARES—
Hasta 1996, el 17,6% de la energía eléctrica venía de las centrales nucleares; hoy es el 11%. Esto no se debe a una reducción de reactores operativos, sino al crecimiento total de energía producida, que ha disminuido la participación nuclear a pesar de que esta ha aumentado.

Actualmente, la segunda fuente de energía después de los hidrocarburos es la nuclear. Hay más de 150 reactores nucleares planeados para el futuro, 58 de los cuales ya están en construcción, la mayoría de ellos en Asia. El total de reactores nucleares en funcionamiento es de 499, más de unos 140 se ubican en embarcaciones, en su mayoría de militares. 

El país que más energía nuclear produce es EE.UU., un 20% del total de la electricidad que consume. Francia es el que depende más de este tipo de energía, que suministra el 72% de su electricidad. En la Unión Europea la provee las dos terceras partes de la energía limpia. Pero a diferencia de otras fuentes de energía limpia, la nuclear no es popular, y en algunos casos por buenas razones. 

—PROS Y CONTRAS—
Es fácil ver por qué razón la energía nuclear no es, y probablemente nunca será, popular. Pero a pesar de asociarse con el arma más mortífera que ha visto la humanidad, la energía nuclear es limpia en cuanto a su efecto sobre el calentamiento global. No tiene emisiones de ningún tipo, solo calienta el agua a su alrededor; el problema está en sus residuos. El combustible nuclear consumido deja restos, cuya radiactividad dura miles de años. 

Otro inconveniente es su costo. Además de demorar años y requerir recursos técnicos de muy alto nivel, el costo de un reactor nuclear industrial se calcula en miles de millones. Parte de la razón son las medidas necesarias para controlar la radiactividad y después disponer de un lugar adecuado para desechar el combustible usado. Por último, está la seguridad. 

La gente tiene miedo de las centrales nucleares, las asocia con las bombas atómicas y con el desastre de Chernóbil (Ucrania, en ese entonces parte de la Unión Soviética). Si bien este accidente fue un caso extremo de increíble irresponsabilidad que difícilmente se podría repetir, el reciente evento de Fukushima (Japón) hace repensar más las medidas de seguridad. 

A diferencia de la Unión Soviética, Japón es un ejemplo de responsabilidad y conciencia cívica, por lo que los reactores de Fukushima estaban dotados de todas las medidas de seguridad que se creían necesarias para cualquier eventualidad. La estructura resistió el terremoto y la réplica, el muro de contención se mantuvo firme. 

Los reactores se apagaron y las bombas de agua para enfriar entraron a funcionar de inmediato. Lo que no se había previsto es que –por su fuerza– la ola del tsunami superaría el muro de contención, parando los generadores que daban energía a las bombas de agua. El agua dejó de circular, los reactores se calentaron y se fundieron.

Dado que Japón tiene probablemente la mejor seguridad nuclear del mundo, por buenas razones el daño fue contenido. De todos modos, el desastre le ha costado miles de millones al país y ha vuelto a sembrar dudas sobre la conveniencia de usar para detener el calentamiento global. 

—LA NUEVA PROPUESTA—
Como se dijo una vez: “El reactor no es más que un caldero glorificado”. El único objeto de este sistema es generar calor para hervir agua, cuyo vapor eventualmente moverá turbinas para generar electricidad. 

La ventaja que justifica las complicaciones y el mayor costo de generador nuclear es que no hay combustión, no quema nada. No produce humo ni cenizas y puede pasar años fusionando átomos de uranio para dejar en su lugar átomos de otros elementos. Desgraciadamente, estos también son radiactivos, y permanecen así por miles de años. 

Ahora, un grupo de ingenieros en EE.UU. ha presentado un proyecto original de reactor atómico de pequeña dimensión. El proyecto, bautizado NuScale Power, ha despertado el interés de autoridades y de financiadores particulares. El pequeño tamaño es solo una de sus ventajas, ya que ocuparía la centésima parte del área de un reactor tradicional. 

El reactor de NuScale es mucho más simple, en él se ha eliminado bombas, válvulas y todo lo destinado a prevenir que se funda: en lugar de controlar la reacción con barras de grafito y enfriarla con agua, se controla con agua. El flujo de agua es indispensable para mantener la reacción nuclear y –si este se interrumpe– la reacción se detiene. 

A diferencia de un reactor convencional, que produce un gigavatio (GW) –equivalente a un millón de kilovatios– y con casi 50 metros de diámetro por 82 de alto, el NuScale tiene 5 metros de diámetro, 25 de alto, produce 60 megavatios (MW) y no necesita generadores independientes porque se enfría solo. En comparación con el reactor grande –que requiere 32 kilómetros de zona de evacuación de emergencia–, este no necesita ninguna.

El NuScale sería transportado en paquetes de 12 unidades para conformar una central de 720 MW. Si se obtienen los permisos necesarios, la primera central NuScale se construiría en el 2023, por 3 mil millones de dólares contra los 7 mil millones de la central convencional. 

De hacerse realidad, el NuScale sería una forma de reemplazar plantas a carbón en zonas urbanas. Se calcula que –sin subsidios– costaría 65 dólares el megavatio por hora, solo 20% más de lo que cuesta hoy la energía producida con gas. 

Si consideramos que uno de los socios de NuScale Power es Fluor, la mayor y más prestigiosa constructora de EE.UU., no resulta tan improbable que para el 2035 los reactores modulares podrían proporcionar de 65 a 85 megavatios. 

“La gente tiene miedo de las centrales nucleares, las asocia con las bombas atómicas y con el desastre de Chernóbil”.“El país que más energía nuclear produce es EE.UU., un 20% del total de la electricidad que consume”.

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