Este santuario en el estado de México está enfocado únicamente en la rehabilitación del lobo mexicano en situación de vulnerabilidad. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero
Este santuario en el estado de México está enfocado únicamente en la rehabilitación del lobo mexicano en situación de vulnerabilidad. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero
Mongabay Latam

En medio de los esfuerzos para evitar la extinción del lobo mexicano (Canis lupus bailey) existe en México un santuario que cuida a ejemplares que están en condiciones de vulnerabilidad para apoyar la reintroducción en su hábitat natural, que cada vez es más reducido.

Se trata de , un santuario en México que se dedica exclusivamente a la protección y rehabilitación de esta especie, que en los últimos años dio un paso en su conservación al estar en la categoría “probablemente extinta en el medio silvestre” en 1970, a ubicarse en “peligro de extinción” desde 2019.

Irma Macedo Palacios, directora del santuario, cuenta que si bien este esfuerzo nació como una iniciativa familiar en 2002, bajo la figura de Unidad de Manejo Ambiental (UMA), la iniciativa tiene apenas seis meses en su nueva etapa tras un conflicto territorial con las autoridades que les impidió administrar este espacio durante años en el municipio de Coatepec Harinas, en el Valle de México.

Actualmente se encargan de una familia de nueve lobos, incluyendo a Naja y Túkari, la pareja reproductiva, y sus dos camadas: Adara, segunda hembra del grupo, y sus hermanos Kelev, Elmac, Yosef, Moro, Meyotl y Pakal.

Actualmente solo existen 121 lobos mexicanos bajo cuidado humano, de acuerdo con la directora del Santuario Extinción Cero. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero
Actualmente solo existen 121 lobos mexicanos bajo cuidado humano, de acuerdo con la directora del Santuario Extinción Cero. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero

Además, acaban de recibir a Raksha, una cachorra de menos de cuatro años que perdió una de sus patas, por lo que buscarán que logre adaptarse a las condiciones de su hábitat natural, aunque ya no sea una candidata para una eventual liberación.

De hecho, cuenta Macedo Palacios, hasta ahora ninguno de los lobos de este santuario está en condiciones de ser reinsertado, ante la falta de garantías y recursos para darles seguimiento en la vida silvestre.

“Hay buena voluntad de parte de las autoridades, pero sí hace falta acción”, afirma Macedo Palacios a Mongabay Latam. “El programa consiste en cuidarlos para irlos reintroduciendo, pero con la falta de recursos económicos y educativos no sabríamos si (tras liberarlos) murieron, se reprodujeron o si los cazaron”.

Cachorros de lobo mexicano, en el santuario. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero
Cachorros de lobo mexicano, en el santuario. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero

México y Estados Unidos, responsables de conservarlo

El lobo mexicano habitaba desde las zonas áridas de Arizona, Nuevo México y Texas en Estados Unidos, hasta los bosques y pastizales de los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, San Luis Potosí y Guanajuato, incluso llegando a la sierra de Oaxaca.

Al ser un depredador, esta especie es de gran importancia para regular a presas y para controlar plagas. Al cazar especies como el venado cola blanca, roedores y liebres, los lobos provocan movimiento de animales herbívoros permitiendo que la vegetación de los ecosistemas se regeneren. De lo contrario, toda la cadena alimenticia es afectada.

Sin embargo, el lobo fue directamente afectado por las actividades humanas, debido al aumento de asentamientos, así como la extensión de la agricultura y la ganadería, por lo que el depredador comenzó a cazar especies domésticas, lo que provocó incluso campañas de exterminio que llevaron a la especie a la extinción en vida silvestre.

Extinción Cero cuida actualmente de una familia de 9 lobos mexicanos. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero
Extinción Cero cuida actualmente de una familia de 9 lobos mexicanos. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero

Esto ocurrió desde el sur de Estados Unidos hasta la región de la Sierra Volcánica Transversal, en México, por lo que ambos países crearon el Programa Binacional de Recuperación de la especie enfocado en generar una población “genéticamente viable”. Lo hicieron apoyándose principalmente en el trabajo de los zoológicos mexicanos y estadounidenses para lograr su restauración y con el objetivo de contar una población en vida libre de 340 ejemplares en Estados Unidos y 200 en México, el cual aún no se cumple.

Para las autoridades mexicanas, las liberaciones –iniciadas desde 2011– han sido “exitosas”, pues, entre 2014 y 2018, se registró el nacimiento de seis camadas en vida libre. Sin embargo, a partir de ese año no se cuenta con una actualización del estado de estos ejemplares.

Hasta 2020, Chihuahua era el único estado donde se registró la única población silvestre de lobo mexicano en México.

Por ahora, ninguno de los lobos de este santuario está en condiciones de ser reinsertado. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero
Por ahora, ninguno de los lobos de este santuario está en condiciones de ser reinsertado. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero

En tanto, hasta 2017, la población de lobo mexicano fuera de su sitio natural era de 281 individuos, de acuerdo con un

Actualmente solo existen 121 lobos, de acuerdo con la directora del Santuario Extinción Cero, que forma parte de las 24 instituciones que cuidan a la especie e integran el comité México-Estados Unidos.

El mantenimiento de esta familia de lobos depende del trabajo comunitario y donativos al santuario. Foto: Rodrigo Lince / cortesía del Santuario Extinción Cero
El mantenimiento de esta familia de lobos depende del trabajo comunitario y donativos al santuario. Foto: Rodrigo Lince / cortesía del Santuario Extinción Cero

Un santuario a pulmón

Al no contar con un apoyo directo de fundaciones o gobiernos, el santuario de poco más de 16 hectáreas sobrevive con el trabajo de Macedo Palacios, junto con su hermana María Macedo y el veterinario Herbe Monroy Jacobo. También cuentan con donaciones y trabajo comunitario, pues su objetivo también es educar a las comunidades sobre el cuidado del lobo mexicano y convertirse en un centro de investigación de la especie.

“Nosotros hacemos todo como si mañana se fueran a liberar a los lobos”, dice Irma Macedo sobre el esfuerzo para mantener el comportamiento natural de las especies. “No interactuamos con ellos como mascotas, no les proporcionamos juguetes diseñados para perros y fomentamos su instinto de búsqueda mediante el enriquecimiento ambiental. Les damos conejo, les damos trucha, cosas que ellos puedan buscar en el espacio”, agrega.

Túkari, el lobo macho que junto a Naja tuvo siete lobos que habitan el santuario. Foto: Rodrigo Lince / cortesía del Santuario Extinción Cero
Túkari, el lobo macho que junto a Naja tuvo siete lobos que habitan el santuario. Foto: Rodrigo Lince / cortesía del Santuario Extinción Cero

Destaca que el santuario tiene la posibilidad de dar atención veterinaria avanzada y tratamientos de medicina tradicional a los lobos que llegan en situación vulnerable, pues pueden realizar chequeos diarios al contar con un área pequeña.

En las jornadas de voluntariado, además de una aportación, se pide ayuda para crear brechas cortafuego de cuatro metros para prevenir daños por incendios forestales en la zona.

Imagen principal: Este santuario en el estado de México está enfocado únicamente en la rehabilitación del lobo mexicano en situación de vulnerabilidad. Foto: Rubén Martínez, cortesía del Santuario Extinción Cero

El artículo original fue publicado por en Mongabay Latam.

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