Con ocasión del estreno de Star Wars The Force Awakens, probamos el drone del Halcón milenario, un cuadricóptero fabricado por Air Hogs que se puso a la venta durante el Force Friday.
De entrada impacta lo pequeño de su tamaño. El pedazo de chatarra más rápido de la galaxia apenas mide unos 23,75 centímetros de largo y 17,5 de ancho, pero es más que suficiente para hacerte sentir como si fueras el propio Han Solo. El detalle en el tallado de esta icónica nave de Star Wars es impresonante: incluye las torretas y hasta manchas en la parte delantera, todo hecho de espuma. Cuenta además con luces LED en las puntas y en la zona posterior.
Para empezar a utilizarlo hay que cargar su batería primero. Para ello, se usa el control remoto como “puente”. Es decir, el cable USB va al control y desde este sale un pequeño cable que se conecta al dron. La carga puede tardar (y durar) hasta una hora, por lo que habría sido ideal que tuviera baterías intercambiables.
El control es increíble, no solo por la forma (similar a la de un mando de X-Box), sino porque incluye botones posteriores que permiten uno, escuchar sonidos típicos de la serie y, otro, crear un efecto con el LED posterior del Halcón Milenario que nos lleve al hiperespacio.
Al encender tanto el drone como el control (que usa seis pilas AA) hay que esperar para que se sincronicen, hasta el momento en que se escuchan los rotores activarse y empieza la magia. Eso sí, hay que tener bastante cuidado de dónde se usa el Halcón Milenario pues hasta que uno encuentra el truco para pilotearlo como se debe, los techos y columnas se convierten en un campo de asteroides. Ojo, el control sobre este tiene un alcance de 60 metros y no, no tiene GPS ni nada que garantice que va a volver una vez que se va, pero no debería ir muy lejos si consideramos la duración de su batería.
¿Y el precio? Pues en EE.UU. está cerca de los 120 dólares. Algunas páginas especializadas afirman que es mucho para un dron de estas características, pero poco para quien es un real fanático. En Perú se puede conseguir por un precio bastante más alto en algunas páginas web.
Conclusiones:
1. Es un dron pequeño y liviano, no apto para los vientos fuertes y las nevadas de Hoth, o para las tormentas de arena del desértico Tatooine. De hecho es tan ligero que es mejor hacerlo volar en un lugar sin mucho viento o en tu casa.
2. El peso y el tamaño comprometen su maniobrabilidad: para aprender a pilotear el Halcón Milenario hay que ir poco a poco, y sin miedo. ¿No esperarás atacar la Estrella de la Muerte en el primer día, no?
3. La réplica es casi perfecta y duradera. El material, una espuma rígida tallada a imagen y semejanza de la nave de Han Solo podría confundir los radares del Imperio. El acabado es muy bueno y, con los constantes estrellones que ocurren cuando uno recién aprende, no se ha dañado.
4. Lo que sí toma tanto tiempo como entender a Chewbacca es cargar el dron. Primero, porque la carga de la batería se hace vía USB desde una computadora y, segundo, porque porque una hora de uso continuo acaba dejando la nave inservible.