(Foto: Rodrigo Salazar)
(Foto: Rodrigo Salazar)
Diego Suárez Bosleman

Cerca de 200 medios de comunicación de 37 países han dado a conocer el proyecto en el que participa el peruano Rodrigo Salazar. Y no es para menos. Este joven cirujano dentista, especializado en rehabilitación bucomaxilofacial, está detrás de una innovadora metodología que permite a cada vez más personas con mutilaciones en el rostro acceder a prótesis faciales.

— El tema de las prótesis faciales no es nuevo. ¿Qué diferencia a su proyecto de otras iniciativas?

Hacer una escultura y transformar eso en una prótesis facial toma decenas de horas. Sistemas de captura de imagen e impresión 3D facilitan este trabajo. No obstante, la inversión puede llegar al medio millón de dólares, limitando mucho este tipo de procedimiento. Con el apoyo de la Universidad Paulista (Brasil), la de Illinois (EE.UU.), el Centro Tecnológico de la Información Renato Archer (Brasil) y la empresa Stratasys, desarrollamos una metodología que reduce los costos a US$10 mil. Empleamos un celular, un software gratuito y una impresora 3D que no cuesta más de US$4 mil.

— ¿Cuál es la incidencia de este tipo de mutilaciones faciales?

No existe una cifra concreta que englobe los casos a nivel mundial. Sin embargo, en los 15 años que Cuba tiene su programa nacional de rehabilitación maxilofacial, se han conseguido realizar 18 mil procedimientos. Por su parte, Uruguay recibe todos los días ocho pacientes con una mutilación en el rostro en el servicio de rehabilitación de la Universidad de la República. Uno no ve a los pacientes con mutilaciones en las calles, y ese es el problema, pues se excluyen de la sociedad, la cual no está preparada para afrontar este tipo de circunstancias. Y si bien puede parecer poco significativo el número de afectados, a diferencia de otras condiciones, la demanda es alta, porque cada dos años estos pacientes deben renovar sus prótesis por diversos motivos.

(Foto: Archivo personal)
(Foto: Archivo personal)

— ¿Hay suficientes especialistas en el campo para atender esta demanda?

Hay aproximadamente unas 200 o 300 personas en el mundo con dominio de la tecnología 3D y la capacidad para desarrollar este tipo de prótesis faciales.

— ¿A qué se debe esa escasez de profesionales?

Hay pocos lugares de entrenamiento en el mundo. En el Perú no se enseña esto. No hay quien dé un curso formal para los profesionales. Se suma que esta disciplina no es prioritaria en ningún tipo de cobertura en el sistema público o privado, pues nadie ha batallado porque exista un marco legal para estos procedimientos. En otras palabras, si no tienes un lugar donde trabajar ni donde aprender, lo único que resta son pacientes con mutilaciones cayendo en manos de gente empírica o que se ven obligadas a adaptarse a un contexto de condición humana que no necesariamente es digna; a nadie le gusta salir a la calle con un parche en la cara. Con nuestro proyecto queremos cambiar este panorama.

— ¿Qué resultados se lograron desde que se implementó esta metodología?

Nuestra metodología ya ha llegado a siete países, entre los que están Brasil, Perú, EE.UU. e India. Además, ya se está aplicando sin nuestra necesidad de orientación. Calculamos, sumando todos en los que directa o indirectamente he apoyado, que son entre 40 y 50 personas que han sida tratadas con este método. Toda esta labor la hacemos a través de la ONG Mais Identidade.

— ¿Vivimos el mejor momento para que los investigadores se arriesguen e innoven?

Es la mejor época para integrar las distintas tecnologías que tenemos a la mano. Además, en comparación con las generaciones pasadas, tenemos la capacidad mental de trabajar en conjunto y en equipo con diferentes disciplinas. Nuestra generación es consciente de que el conocimiento es cada vez más profundo, haciendo que sea imposible de manejar por un solo tipo de especialista. Tenemos tecnología y personas dispuestas, solo falta terminar de unir ambos mundos. Vivimos en una época muy bonita y con un crecimiento gigantesco de oportunidades.

— ¿Actualmente en qué está enfocando su trabajo?

Estamos trabajando para no tener que mover ni siquiera un dedo a la hora de imprimir una prótesis facial. Esperamos que algún día el paciente tenga esta tecnología en su casa y pueda imprimir su propia prótesis. De esta forma se podrán diversificar las fuentes de manufactura, reducir los tiempos de respuesta para cada uno de los pacientes y acceder a mayores ventajas de producción. Para conseguir eso estamos trabajando en diferentes líneas.

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