Al hablar de Apple, seguramente, lo primero que se nos viene a la cabeza es una historia llena de grandes aciertos con dispositivos que hoy están en la cúspide del mercado tecnológico como la Mac, los iPhone, los iPad, etc. Sin embargo, la historia de la compañía también está marcada por rotundos fracasos, uno de los más notorios sucedió cuando incursionó en el mundo de las consolas para videojuegos.
Diez meses antes de que Steve Jobs regresara a Apple, la empresa colaboró con la desarrolladora japonesa de videojuegos y juguetes Bandai para fabricar la máquina de juegos Pippin, la cual resultó ser un tremendo fiasco. Se llegaron a vender solo 42 000 unidades desde que se lanzó, en 1995, hasta que se descontinuó el dispositivo, en 1997.
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En comparación, cuando lanzó su consola de juegos N64 en 1996, Nintendo vendió entre 350 000 y 500 000 unidades solo en los primeros tres días, según la entrada de Wikipedia de Nintendo 64, que cita un artículo de Newsweek de 1996.
Como recuerdo de esta trágica apuesta, el Museo del Fracaso de Suecia le otorgó a la consola un destacado lugar dentro de su exposición, junto a otras docenas de innovaciones fallidas de marcas reconocidas, incluidas Amazon, Nintendo, entre otras.
Cómo era Pippin
El Apple Pippin fue una consola de videojuegos comercializada por Apple Computer en el año 1995. Estaba basada en torno a un procesador PowerPC 603e a 66 MHz, un módem de 14400 bps y una versión limitada del Mac OS. El objetivo era crear una computadora barata dirigida principalmente a funcionar con títulos multimedia basados en CD, especialmente juegos, pero también funcionando como computadora de red. Disponía de una unidad CD-ROM 4x y una salida de vídeo con conexión normalizada de televisión.
En sí, la consola no fue diseñada por Apple. El objetivo era licenciar la tecnología a terceros, en un modelo similar a la 3DO Interactive Multiplayer de Panasonic. El único licenciatario de Pippin que lanzó un producto al mercado fue Bandai. Sin embargo, su precio (US$ 599) y juegos –limitados con respecto a la competencia– no calaron en el público de Estados Unidos y Japón, los únicos mercados en los que se comercializó.
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Para cuando la Bandai Pippin fue lanzada, en 1995, el mercado ya estaba dominado por PlayStation de Sony, la Sega Saturn y la eventual aparición de la Nintendo 64, todas consolas mucho más potentes que la Pippin, más genérica en sus posibilidades. Además de esto, había muy poco software disponible para la consola, siendo el mayor publicador la propia Bandai.
El catálogo de Pippin apenas llegó a una treintena de títulos, la mayoría con el sello Bandai, y, eso sí, multitud de accesorios, además de otros “títulos” que llegaban al centenar, pero eran más productos educativos que juegos como tal. Nada de esto impidió su fracaso.
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