Sonia del Águila

(Lima, 1980) entiende mejor que nadie lo que significa reinventarse. A los 10 años, su vida giraba en torno a un solo sueño: el fútbol. Se formó en Cantolao, luego pasó por Universitario y transitó por todas las categorías menores hasta llegar, con 17 años, al primer equipo. Integró la blanquirroja en clasificatorias y Copa América, y llevó su arte a ligas extranjeras. Pero el fútbol no perdona. Las lesiones, sobre todo en el hombro, empezaron a cobrarle factura. “Mi carrera se fue apagando”, admite con honestidad el exguardameta. La pasión se convirtió en frustración, el sueño en rutina. Hasta que un día, cerca de cumplir 30 años de edad, lo dejó todo. Sintió alivio, pero también un peso que no esperaba. “A mí no me dolió, a mi familia sí. Se resistieron a aceptarlo”, confiesa.

Cinco años antes de tomar la decisión de dejar el fútbol, ya me sentía desencantado con mi vida deportiva y mi rutina de entrenamiento. Sentía que no avanzaba y que las relaciones en el vestuario y con los dirigentes eran insatisfactorias. Comencé a enfrentar conflictos emocionales que me hicieron cuestionar si realmente quería seguir en ese entorno. En los últimos años, cumplir con los contratos se volvió difícil y mantener relaciones sanas con mis compañeros era un reto. Te comento algo que nadie sabe: tres años antes de mi retiro, mientras jugaba en la ‘U’, llevaba el taller de actuación de Roberto Ángeles. Ya había una búsqueda mía de salir de ahí. No me arrepiento de esa decisión, porque entendí que ya no era mi lugar y no era feliz”, afirma.

Aunque reconoce que colgar los guantes fue liberador, guarda un profundo cariño y gratitud por esa etapa y sus compañeros.

Solté una mochila que me estaba aplastando, pero debo reconocer que también logré cosas importantes: fui campeón en España y en Chipre, jugué en la selección peruana, pasé por Universitario. ¿Cuántos quisieran haber estado en la ‘U’ y en Aurich? Con Cienciano hicimos una gran campaña. Mi carrera fue valiosa, me permitió viajar, vivir experiencias increíbles y, de alguna manera, me salvó la vida. Siendo alumno del Markham, de una clase privilegiada, el fútbol me dio una perspectiva diferente de la realidad y de la sociedad en la que vivimos. Agradezco haber conocido la verdadera cara del Perú”, afirma.

Renacer profesional

Dejar el fútbol permitió a Paco Bazán redescubrir nuevas pasiones. Primero incursionó en la actuación y luego se consolidó como presentador de televisión. Su estilo incisivo e irreverente ha hecho de “El Deportivo en Otra Cancha”, durante siete años, un referente importante de la franja de medianoche.

Hemos enfrentado la competencia de figuras como Katia Palma, Mathías Brivio, Carlos Galdós y Aldo Miyashiro. Para mí, fue un honor competir con Aldo. Lamentablemente, nuestra relación se quebró por errores míos, algo que lamento. Reconozco que soy un personaje difícil y a veces no tengo mucho filtro. En su momento, me propuso trabajar con él en Panamericana; teníamos todo listo, pero a un día de concretar, decidí irme a Global con Tula Rodríguez. Ese tipo de decisiones afectaron nuestra amistad, y me disculpo públicamente porque realmente lo valoro y aprecio. Siempre le estaré agradecido porque me dio mi primera oportunidad como actor, en ‘La fuerza’”, recuerda.

Hoy, Bazán se ha consolidado como un comunicador sin filtros. “La gente encuentra en mí verdad. No me caso con nadie, no tengo amigos en esta industria y no necesito agradarle a nadie”. Sus opiniones generan debate, vistas y reacciones. Su reciente polémica con Jefferson Farfán es un ejemplo.

No tengo nada contra él, lo admiro. No me invitó a su programa, ni lo hará. Todo lo que hicimos valió para demostrar que no tiene palabra. Es dueño de su espacio y yo no le simpatizo. Para él, quizá, no hay una química importante para poder hacer algo entretenido. Jefferson no me conoce, creo que hubo un cortocircuito en su momento por un malentendido. Estoy seguro que ni siquiera escuchó lo que dije”, enfatiza.

Cuando Paco dejó el fútbol, no tenía un plan claro sobre su futuro. “No sabía qué iba a hacer con mi vida, fue como unas vacaciones forzadas. Era difícil, no tenía nada que hacer, aunque contaba con algunos ahorros. A los meses me llamó Elisa Tirado, con quien había trabajado en mi adolescencia como modelo de catálogo. Ella, a su vez, era muy amiga de Mariela Ostolaza, productora general de ATV, quien necesitaba a alguien para cubrir el Mundial de Sudáfrica desde la Plaza de Armas de Lima, con algunos enlaces en pantalla. Me tiré a la piscina sin agua, pero funcionó”, recuerda.

Ese primer contacto con la televisión fue el inicio de un nuevo camino. Luego, Mariela lo convocó para ser reportero de “Chollyshow”, el bloque de espectáculos del noticiero matutino de ATV, conducido por Adriana Zubiate. “Siempre busqué el entretenimiento, nunca el fútbol. Ahora hago entretenimiento con fútbol”, aclara.

Gisela, su gran maestra

En su crecimiento televisivo, Gisela Valcárcel fue una figura clave. “Trabajé con ella cuatro años y fue una gran maestra. Aprendí observándola y también porque se tomaba horas para enseñarme cómo conectar con el público. Me dio un consejo fundamental: ponerle rostro a la cámara, imaginar a una persona a la que le hablas, que puede multiplicarse por millones. Desde entonces, me obsesioné con entender a la audiencia y aprendí a comunicarme con ella de manera efectiva”.

Por otro lado, reconoce a Magaly Medina como una figura imprescindible en la televisión peruana. “Es un personaje. La admiro y respeto mucho. Es el ancla más importante del canal, la que mueve la aguja, la que marca pauta y genera contenido para las otras producciones. Me cae bien y le tengo aprecio”.

Paco también reflexiona sobre la dinámica en la televisión y los espacios de entretenimiento. “En este negocio hay que saber cuándo ser cabeza y cuándo ser un gran segundo. Un buen ejemplo es ‘Hablando Huevadas’: todos recuerdan a Jorge Luna, pero Ricardo Mendoza cumple un rol secundario clave. Yo disfruto darle el pase a alguien para que haga gol”, asiente.

Paco Bazán
Paco Bazán

Corazón contento

Hoy, el nombre de Paco Bazán resuena no solo por su peculiar estilo frente a las cámaras, sino también por la especulación en torno a su relación con Susana Alvarado, vocalista de Corazón Serrano.

He dado mi palabra y soy un hombre de palabra. Voy a estar el 8 de febrero en el aniversario de Corazón serrano”, afirma con firmeza.

Cuando se le pregunta sobre su vínculo con Alvarado y la posibilidad de una relación sentimental, Bazán es reservado, pero deja entrever la profunda admiración que siente por ella. “En estos años abrí mi corazón y muchas puertas para que la gente opine sobre mí. Ya aprendí la lección y de mi vida personal no hablo. Lo que sí puedo decir es que siento una admiración real por Susana como mujer. Trabaja desde los 14 años, es una buena hija, ayuda a sus padres y hermanos. Me parece una mujer espectacular, talentosa, elegante y con una voz maravillosa”.

Ante la posibilidad de que todo esto sea una estrategia de marketing, Bazán es tajante: “Nunca me he movido así, no lo necesito. Si un día me ven en un videoclip de Corazón Serrano, renuncio a ATV. No hay estrategia”.

Un nuevo despertar

Para Paco Bazán, esta etapa de su vida representa una transformación significativa y florecimiento espiritual. “Siento que estoy renaciendo y creo en las segundas oportunidades. Esta hermosa circunstancia ha llegado a mi vida para recordarme lo importante que es sentirme vivo y vivir plenamente”, subraya.

Además…

“El deportivo en otra cancha” se emite de lunes a viernes, a las 11:50 p.m..

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