Andrea Montenegro: Esta es una reconciliación con mi profesión
Andrea Montenegro: Esta es una reconciliación con mi profesión
Nora Sugobono

Ni buena ni mala: sobreviviente. La actriz que escapó del Perú en el momento más turbulento de su vida regresa, una década después, para participar en una nueva producción televisiva.

Después de vivir 12 años en Colombia, alejada de una sociedad que la catapultó a la fama –y que también se alimentó de sus miserias–, la prioridad de Andrea Montenegro reside hoy en su paz. Aunque la suya esté condicionada al negocio donde trabaja. “No es una reconciliación con el Perú; es básicamente una reconciliación con mi profesión”, explica la actriz de 39 años –con un marcado acento colombiano que aparece por momentos– sobre su regreso a las novelas.

Estará en nuestro país durante los meses de rodaje de ‘Mis tres Marías’, próxima a estrenarse en América Televisión. “Conmigo pasaba, en su momento, que el acontecimiento superaba a la profesión. Me fui muy rayada de acá a trabajar fuera. Llegué a plantearme si yo realmente era actriz o si me habían metido de un empujón a una piscina”, cuenta.

Entre el noventa y la década del 2000 el rostro de Andrea Montenegro aparecía con regularidad en los medios, aunque no siempre se lo debió a su talento actoral. “Yo no me he quitado nada: me he sumado. La otra parte de mi vida no me persigue; la tengo completamente integrada”, indica ella. Esa otra parte incluye su sonado intento de suicidio tras una ruptura amorosa con un productor de televisión, casi veinte años atrás. “Nadie admite que se quiere morir; que estar bien nos cuesta un huevo”, reflexiona. “Hay una parte de mí que no sobrevivió, afortunadamente. Por más que el cuerpo no se muera sí hay una muerte, sí la hay”. “Recién hoy empiezo a entender que la cantidad de cosas que yo me permití vivir no son las que todo el mundo acepta”, admite.

Colombia fue su escape. Ahí aprendió de yoga, se enamoró de dos hombres y tuvo dos niños, a quienes decidió criar en el campo. Es vegetariana y teje; también escucha mantras. Pero la suya no es una resurrección ni tampoco es un exilio. “Algunos periodistas lo han querido pintar un poco así cuando les contaba que estaba estudiando yoga, que daba clases... la mente humana tiene esta necesidad de dividir entre el bien y el mal”.

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