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“El cáncer volvió, pero la prevención marcó la diferencia”: Natalia Salas y su lección de vida
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En la historia de Natalia Salas no hay azar, hay constancia, fe y prevención. Nunca dejó de hacerse chequeos: primero trimestrales, luego semestrales, y cada año una imagen más para asegurarse de que todo estaba bien. Fue precisamente esa última revisión la que le advirtió, a tiempo, que algo no marchaba como antes. “El cáncer de mama que me diagnosticaron hace tres años salió a pasear y se posó en una de mis vértebras. Lo detecté en mi control anual”, explica. Esa rutina médica marcó la diferencia: un hallazgo en etapa inicial que hoy le permite hablar con serenidad y esperanza.
“Creo que todo pasa por algo. No siento que sea un momento difícil ni oscuro, ni amargo, ni poco luminoso; al contrario, pienso que lo encontré antes de tiempo. No fue por una dolencia, un sangrado o una lesión, como la primera vez. Esta vez fue algo inicial, una única lesión. Estoy tratando de ver todo lo positivo dentro de esta locura”, comenta la actriz.
Su diagnóstico inicial fue en el 2022. Hoy, en el 2025, el nuevo resultado no implica empezar de cero, sino ajustar el camino. El cáncer que había sido contenido en la mama migró hacia una vértebra: metástasis.
“Es un cáncer hormonal. Cambiaron mi tratamiento antihormonal y lo próximo es que tengo que quitarme los ovarios y las trompas”, explica Natalia.
De hecho, la noticia dentro de todo fue buena. Era el mismo tipo de cáncer, no uno nuevo. Eso abre posibilidades de control.
“Si hubiera sido otro, quizá tenía que volver a empezar con quimioterapia y todo el proceso desde cero. Pero esta vez se pudo actuar rápido: en solo tres semanas ya tenía la biopsia hecha, resultados, radiocirugías, nuevo tratamiento antihormonal y programación de una intervención quirúrgica, algo que normalmente toma mucho más tiempo”, detalla. “Aunque no me duele, tengo que cuidar mi columna. Hay una lesión, un pequeño hueco, y debo ser consciente de que está ahí”.
Los primeros días tras la nueva detección fueron de dudas y búsqueda. Se lanzó a investigar, leyó informes, revisó estudios, contactó a sus médicos. “Hostigué a mi mastólogo, a mi oncólogo, a todos. Necesitaba entender. Y mientras más entendía, más me tranquilizaba”, recuerda.
A diferencia del primer diagnóstico, donde todo era incierto y abrumador, Natalia hoy encuentra anclas en lo que la medicina ha logrado avanzar. “Ahora tengo la posibilidad de hacerme un PET scan, una tomografía, de acceder a un tratamiento específico. Y eso me permite enfocarme en lo positivo”, dice.
Sin embargo, no todo ha sido claridad desde el inicio. Esta vez, la complejidad no pasó por el cuerpo, sino por lo intangible. “Es como algo inocuo, medio invisible, y eso genera más incertidumbre. Al comienzo me costaba entender: te puedes sacar la mama, pero… ¿cómo te sacas una vértebra?”, comenta.
La nueva medicación le provoca un cansancio profundo y mucho sueño, señales de que su cuerpo aún se está adaptando. Ahora su tratamiento incluye tres pastillas diarias y dos ampollas cada dos semanas, que se suman al protocolo anterior. Natalia ha decidido escucharse y darle tiempo a su organismo para acostumbrarse, bajar el ritmo y priorizar el descanso.
Parte de cuidar su salud ha significado también soltar proyectos que la entusiasmaban. Natalia venía interpretando a Mechita en “Eres mi bien”, una ficción que marcó su regreso a la actuación después de casi una década de alejamiento.
“He tenido que dejar proyectos. No volveré a la telenovela, tampoco a Reinas...”, cuenta. La exigencia física del rodaje, el ritmo de las grabaciones y el nuevo tratamiento médico no eran compatibles. Natalia eligió bajarse a tiempo, sin dramatismo, pero con claridad.
Sabe que el cuerpo y la mente no funcionan por separado. Que el humor y el ánimo también son herramientas terapéuticas. “Cuando uno está bajoneado, triste, más propenso estás a que te bajen las defensas. Es una cadena. Yo he decidido —porque es una decisión— levantarme cada día con intención. Con fe. Con alegría, aunque a veces cueste”, asegura.
Amor sin tregua
Porque si algo tiene claro Natalia es que la vida no se posterga. Todo puede ajustarse —el trabajo, los horarios, incluso los tratamientos—, menos los sueños. Por eso, sus planes de boda siguen intactos. Ni la enfermedad ni las terapias han alterado lo que ella llama “su celebración de amor y de vida”.
El próximo sábado 15 de noviembre, Natalia se casará con Sergio Coloma, su compañero de camino y sostén en esta etapa. Hace unas semanas celebró su despedida de soltera en Jamaica, rodeada de sus amigas más cercanas.
Más allá de su historia personal, Natalia insiste en un mensaje sobre la importancia de prevenir, de mirarse a tiempo, de cuidar lo que realmente importa.
“Soy una abanderada de la prevención, del autocuidado y de aprender a regalarse salud”, afirma. Habla sin rodeos sobre una realidad que conoce de cerca: “Lamentablemente vivimos en un país donde la salud no es para todos. A veces tenemos que invertir en nosotros mismos. Sí, es bonito tener el último teléfono o las zapatillas de moda, pero comprarte un seguro oncológico puede costar menos y salvarte la vida”, concluye.












