
El último domingo, Beto Ortiz volvió al sillón rojo con un arrasador estreno de “El Valor de la Verdad” en Panamericana TV. Con Pamela López como primera invitada, el programa lideró el rating. “Reapareció en mi vida en el momento perfecto. Fue la luz al final del túnel”, confiesa el periodista, quien ya prepara el siguiente episodio. Shirley Arica será su próxima invitada en una edición de revancha. “En Latina nos vetaron, y seguro ya borraron la grabación. Esta vez será un programa corregido y aumentado”, advierte.

—Regresas a un formato que alguna vez aseguraste que no volverías a conducir. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
Yo siempre estoy decidiendo que no voy a volver a hacer cosas que vuelvo a hacer (ríe).
—Después de seis años, ¿qué te llevó a retomarlo?
La rutina en Willax empezó a pesarme. Sentía que hacía lo mismo cada día, sumado a las peleas, conflictos y querellas. Apenas salí de la televisión, muchos de los que puse en evidencia, aprovecharon para tomar represalias, iniciando juicios cuando ya no tenía una tribuna. Pero es parte del oficio, los efectos secundarios de este trabajo.

—¿Son juicios por difamación? ¿Quiénes te denunciaron?
Lo irónico es que la mayoría no son por difamación, sino por absurdos. Por ejemplo, Yasiré Pinedo me denunció por acoso y violencia psicológica, y Zamir Villaverde, incluso, por defraudación tributaria, aunque cualquier reporte de la SUNAT confirma que no tengo deudas pendientes. Pero lo más increíble no es que denuncien, sino que las fiscalías acepten estas causas y pierdan el tiempo en ellas. Tengo varias denuncias y, este año, me tocará desperdiciar tiempo en responderlas.
—¿Salir de Willax fue decisión tuya o del canal?
El canal precipitó mi salida antes de lo previsto. Desde mediados del año pasado, venía conversando con Susana Umbert sobre relanzar “El valor de la verdad”, incluso barajamos hacerlo por YouTube. Pero cuando surgió la propuesta de Panamericana, la decisión tomó forma. A mediados de noviembre, con las negociaciones avanzadas, informé al dueño de Willax y a Augusto Thorndike, editor general, que no renovaría contrato porque en el 2025 volvería con “El valor de la verdad”. Mi contrato terminaba el 17 de enero, y pedí discreción sobre mi salida. Dos días después, Caretas lo publicó. Sentí que patearon el tablero. A Thorndike lo llevé a Willax. Empezó con un programa menor y, poco a poco, se ganó espacio hasta convertirse en editor general, con mi voto. Pero siempre tuve la impresión de que ambicionaba mi horario y mi rating. Es el típico amigo de barrio que quiere tu pelota o tu bicicleta. Cuando su programa dominical “Contracorriente” no funcionó, le dieron uno diario. No tiene sentido. Siento que, además de mi propio cansancio y deseo de irme, hubo codicia y ambición por quedarse con mi horario. Cuando te conviertes en un estorbo, algunos simplemente te sacan del camino.

—Se dijo que tu salida de Willax se debió a los enfrentamientos que tuviste con Milagros Leiva y Phillip Butters.
Eso fue solo un pretexto. La verdadera razón es la que te mencioné. Aprovecharon un momento en el que hice comentarios sarcásticos o burlones. Lo único que pedí fue que nos dejaran terminar la temporada, faltaba un mes. Era 17 de diciembre y acabábamos de denunciar el asesinato de Andrea Vidal y la red de prostitución dentro del Congreso. Teníamos entrevistas en provincias y un plan de investigación para cerrar ese caso. Pero prefirieron sacarme.
—¿Buscarás otro espacio para exponer esos casos pendientes?
Estoy agotado de la política, pero recibí una propuesta de una plataforma de streaming importante. De momento, necesito un respiro, una especie de retiro. Además, los juicios me absorben la mitad del tiempo. Y en el Perú, esa es la verdadera condena. ¿Cuánto tiempo de vida me queda y cuánto estoy perdiendo en esta estupidez? (ríe) Tengo 57 años, ya no estoy en la mitad de mi vida, estoy más allá.
—¿Alguna vez “El valor de la verdad” te generó una querella?
A mí no, pero algunas personas sí terminaron en la cárcel por lo que confesaron en el programa. El caso más recordado es del Zorro Zupe, quien afirmó que el futbolista Carlos Zambrano le había pagado un viaje a Alemania para que le presentara amigas. Al lado de la política, la farándula es un bálsamo para mí, un oasis de paz.
—¿Cuál es el mayor desafío de “El valor de la verdad”?
Convencer a los invitados, porque el formato atemoriza. Desde enero, el equipo de producción ha trabajado en una lista de personas que ya pasaron el polígrafo, cuyas pruebas también se graban. Contamos con un poligrafista colombiano porque, en Perú, el chisme vuela. Al día siguiente, todo termina filtrado en algún medio.
—¿Quién fue el invitado más difícil de convencer?
Tilsa Lozano. Su programa fue un éxito total. Teníamos tanto material que se dividió en dos fines de semana y fue un hit. Su historia se vendió por dos semanas.

—¿Qué programas fueron vetados en ediciones anteriores?
El de Cromwell Gálvez y el de Shirley Arica. Su programa fue sensacional, pero lo vetaron porque en ese momento Latina tenía los derechos del Mundial. Todo giraba en torno a futbolistas y sus romances, y cuando los de deportes vieron la promoción, se alarmaron. Se quejaron con los directivos y al final, lo censuraron.
—¿Quién será el próximo invitado?
Precisamente, Shirley Arica.
—¿Emitirás el programa que no salió en Latina?
No, ese le pertenece a Latina y seguramente ya lo han borrado. Esta es una nueva versión, mejorada, corregida y aumentada. No tienes idea de todo lo que trae esta edición.
—Estrenaste el programa liderando el rating (12,9 en hogares Lima), ¿cómo recibes ese resultado?
Con serenidad. Es importante no perder el contacto con la realidad. Sinceramente, no esperaba esta cifra, pero es un dato contundente: Panamericana no alcanzaba estos números desde hace décadas. Ha sido un fenómeno. En YouTube, 175 mil personas estuvieron conectadas en simultáneo, superando a “Hablando Huevadas”. Lo veo como una reivindicación personal, un respaldo del público tras mi salida de Willax.
—¿El Beto que vemos en El valor de la verdad es un personaje?
No, soy yo. Lo que sucede es que adopto una cierta solemnidad. Siempre fui fan de Pablo de Madalengoitia. Veía su programa “Lo que vale el saber” y pensaba: “Algún día quiero hacer esto”. Él tenía esa capacidad de generar un ambiente serio sin perder el encanto. De alguna manera, fue un referente para este programa.
—¿Cómo defines esta etapa de tu vida?
Después de 35 años en televisión, priorizo más mi tranquilidad. Ya no tengo ganas de estar en una guerra constante. Me cansé de pelear y ahora tengo el lujo de elegir qué hacer, sin estar atado a un trabajo que ya no disfruto. Mi meta este año es alejarme de la política, cerrar los juicios que tengo y evitar más problemas. Ya no quiero jugar al paladín del periodismo, porque eso solo trae complicaciones. He pagado precios altos, mi carrera no ha sido un lecho de rosas, pero siempre asumí el reto como una batalla. La ironía en mi vida es constante: tuve que salir del país por Alejandro Toledo y Pedro Castillo, y ahora ambos están presos. La familia de Castillo está asilada en México, el mismo lugar donde yo estuve. Y Andrés Hurtado está en la cárcel, algo que no celebro ni le deseo a nadie.
—Irónicamente, ahora grabas en el mismo estudio donde él hacía su programa.
Así es, son las vueltas de la vida. No fue algo planeado, las cosas simplemente se dieron así. Curiosamente, mi equipo y yo solemos trabajar bien en canales que atraviesan dificultades. Prefiero ser cabeza de ratón que cola de león. Tuve un par de reuniones con América TV después de salir de Willax. Me llamaron y me reuní con Fernando Muñiz para explorar la posibilidad de hacer un late night show, pero no se concretó. Quedamos en buenos términos.
—¿Te reencontraste con Mauricio Fernandini?
Sí, y está muy bien. Ahora se dedica a dar clases de marinera, que se ha convertido en su principal actividad. Además, disfruta de la cocina, la fotografía, la cerámica y sus paseos en bicicleta por los Pantanos de Villa para fotografiar aves. Se reencontró consigo mismo y lo noto más tranquilo, sincero y sin preocupaciones innecesarias.
—¿Tienes otros proyectos en marcha?
Sí, este año volveré a trabajar con Aldo Miyashiro, aunque no necesariamente en televisión. Es un proyecto que verá la luz dentro de algunos meses. No trabajamos juntos desde hace 15 años, así que estoy entusiasmado. Nos llevamos muy bien porque somos distintos, y eso hace que la colaboración funcione. Este es un año de sorpresas.

“El valor de la verdad”, programa que tiene a Martín Suyón como productor se emite los domingos a las 9:45 vía Panamericana TV.