
En la cuadra tres del jirón Virú, en pleno corazón del Rímac, nació Alejandro Villagómez, en un callejón donde la música no solo se escuchaba, se sentía, se vivía. Allí, entre cajones, zapateos y canciones criollas, aprendió que el arte podía ser pan, consuelo y camino. A los nueve años ya soñaba con formar una orquesta junto a sus amigos del barrio, y con unas conchitas de abanico como instrumento, subía a los micros para sumar unas monedas al almuerzo familiar.
Su historia no fue fácil: trabajó como electricista, topógrafo y vigilante, pero el arte nunca lo soltó. Tocó junto a Lucía de la Cruz, hizo teatro musical y su talento innato lo llevó hasta Ricky Tosso, quien, al verlo en escena, le regaló una beca de estudios. Desde entonces, no ha parado. Hoy, como Gaspar en “Al fondo hay sitio”, Alejandro pisa cada escena con la fuerza de quien ha luchado cada paso.
“Cuando me llamaron de ‘Al fondo hay sitio’, me dijeron que era para diez capítulos, pero yo llegué con la intención de quedarme. Sentí que el personaje tenía mucho de mí: era natural, auténtico, musical, como yo. Gaspar venía de una familia de Cañete, así que decidí sumarle el zapateo, el cajón, la percusión… mi raíz”, asegura. “Entró como planchador, pero se enamoró de Teresa desde el primer día. Al principio, a ella no le gustaba nada; tenía otras aspiraciones. Pero Gaspar fue conquistándola con la misma simpatía y carisma que tiene Joel”, remarca.
Fue Jorge Sánchez, director de casting de “Al fondo hay sitio”, quien pensó Alejandro para el rol de Gaspar tras verlo en los escenarios de La Plaza, Los Productores, Teatro del Milenio y Preludio, donde desde el 2014 el actor venía dejando huella. Aunque ya había hecho algo de televisión y cine, esta era su segunda gran oportunidad en la pantalla chica. Y la conexión fue inmediata. El personaje de Gaspar tenía mucho de ‘Manguera’, aquel personaje alegre, musical y chispeante que Villagómez interpreta con Los Juanelos, la agrupación criolla donde también despliega su talento.

“Creo que por ahí fueron complementando el personaje”, comenta. “Nosotros, como actores, siempre dejamos algo de nuestra esencia en cada papel que interpretamos”.

Esa autenticidad también se ve en el proceso de grabación. “A veces cuando leemos el guion, Erick (Elera) y yo nos preguntamos si va a funcionar. Pero cuando rodamos, lo hacemos sin miedo al ridículo, al absurdo. Jugamos, nos divertimos, y eso se nota en pantalla”.
Magdyel cierra un ciclo
Una parte importante de esa química se dio también con Magdyel Ugaz, quien interpreta a Teresa. “Para mí es una de las mejores actrices de la serie. Grabar con ella es un privilegio: tiene un timing brillante, sabe llevar el drama, la comedia, todo. Está por irse y la voy a extrañar mucho, ya se lo he dicho”, revela.
¿Y qué pasará con Gaspar sin Teresa? Alejandro sonríe, sincero. “Es incierto. Todavía tengo contrato, pero no sé qué viene. Quizás se abren nuevos universos, nuevos vínculos. La serie tiene muchos protagonistas, como Erick, Yvonne, Giovanni... siempre hay historias que contar”.

Y mientras tanto, el público también lo reconoce. No solo como Gaspar, sino por su nombre. “Una cosa es que me digan Gaspar, pero cuando me saludan como Alejandro Villagómez, me emociona. Que sepan quién soy, que reconozcan mi trabajo, lo valoro muchísimo. Jocelyn, mi novia, fue quien me hizo notar lo especial que es eso”, destaca.
Detrás de la ficción
Ese cariño del público, sin embargo, a veces se desborda en situaciones insólitas. Alejandro recuerda, entre risas, una anécdota reciente: “Hace unos días, cuando fui con mi novia a una cebichería, una de las señoras de la cocina salió molesta para grabarme. Me dijo que iba a mandar el video a la Teresita. ‘¿Cómo vas a venir acá con otra mujer?’, me reclamó seria”, cuenta aún sorprendido.
Y no fue la única vez. En otra ocasión, una niña lo vio caminando de la mano con su novia y se quedó paralizada. “No lo podía entender, sus ojitos se llenaron de lágrimas. Tuve que detenerme y explicarle que soy actor, que lo que ve en la televisión es un personaje, que no es real”.
Finalmente, Alejandro guarda unos segundos de silencio, como quien toma aire antes de algo importante. “Sí, estoy viviendo un momento popular, muy bonito”, reconoce. Pero enseguida aclara: “Siempre trato de dejar eso en la puerta de mi casa hacia afuera. Y de la puerta hacia adentro, conectar con mi realidad. Esa que no tiene que ver con la ficción ni con la fama. En casa soy papá, soy pareja, soy hijo. Intento vivir momentos de calidad con mi familia, con mis hijos. Que esta popularidad no les afecte ni les pese, porque no les corresponde”, subraya.