Sonia del Águila

Lo han llamado xenófobo, homofóbico, misógino, machista. Lo han acusado de desamparar a colaboradores que alguna vez caminaron a su lado y de ser incondicional de Agustín Lozano. Estos últimos días sumaron dos etiquetas más: incitador a la violencia y consumidor de cocaína. escucha, respira hondo y no se desmorona. Está hecho de calle, de noches frías y esquinas duras, de esa presión que conoció a los siete años cuando empezó a ganarse la vida cuidando carros. Su historia no comienza en la televisión ni en las canchas: comienza en la intemperie. Allí donde el fútbol —y Alianza Lima— le ofrecieron un refugio, un propósito, una forma de resistir. Por eso, cuando hoy hablan de él, no tiembla. Porque conoce la presión de memoria.

No pensé que construir este fenómeno llamado ‘A presión’, de estar 6 años liderando y siendo referencia, iba a generar tantos anticuerpos. Debe ser parte de la competencia, de querer desprestigiarme, verme en el suelo, fuera de todo esto”, señala el periodista deportivo.

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Fernanda Huapaya

–El domingo 4 de mayo, aparecieron carteles con mensajes intimidantes contra los árbitros en el frontis de la Videna. Más tarde, Giancarlo Granda te acusó de instigar estas amenazas, aunque posteriormente se retractó. ¿Cómo tomaste tanto su comentario inicial como su retractación?

No me gusta vincular actos delictivos, vandálicos o antisociales con las instituciones deportivas, porque son hechos absolutamente individuales. No puedo asociar a clubes como Alianza, Universitario o Sporting Cristal con lo que hacen delincuentes. Me pareció muy extraño lo que ocurrió. Estamos atravesando un momento donde la violencia ha ganado demasiado protagonismo, y asegurar que esos afiches colocados en la puerta de la Federación fueron enviados por la institución me parece irresponsable.

–¿Y en cuanto al comentario de Giancarlo?

Se retractó, dijo que no quiso decir eso y se disculpó. Realmente, no encuentro una explicación clara de por qué se me menciona tan fácilmente. No entiendo qué pasó realmente porque siempre hemos tenido una buena relación. Me dijo que fue por desesperación, un mal manejo emocional. Mi madre que estaba al tanto de todo lo que estaba ocurriendo, no entendía por qué de un momento a otro su hijo era señalado como un consumidor de estupefacientes y alguien que genera la violencia contra los árbitros. Me preguntó si todo es verdad. Le dije que esté tranquila, que no pasa nada, que no es cierto.

–¿La gente de la Liga 1 te dijo algo al respecto?

Ante una acusación tan grave, evidentemente estaban preocupados. Ningún canal, y menos uno como L1 Max, quiere verse vinculado a alguien que promueva violencia o esté asociado con ese tipo de señalamientos. Sin embargo, no me corresponde a mí justificar acusaciones infundadas; eso le compete a quien las lanza. Siempre he sido claro: no me aferro a ningún cargo y he puesto el mío a disposición cuando ha sido necesario. Afortunadamente, mi explicación fue bien recibida y, al día siguiente, Giancarlo ofreció una disculpa pública que ayudó a aclarar las cosas.

Peter Arévalo, narrador de la Liga 1 Max. (Foto: Jesús Saucedo)
Peter Arévalo, narrador de la Liga 1 Max. (Foto: Jesús Saucedo)

–Hace algún tiempo, en ESPN, Percy Olivares insinuó que recibías dinero para hablar bien de un equipo. ¿Cómo tomaste aquella acusación?

Fue una estupidez. Él mismo se retractó después, y hay testigos de eso: el productor de ESPN y varios compañeros del programa. Pero entiendo que es parte de estar expuesto y ser protagonista en este medio. Cuando opinas con firmeza, siempre vas a incomodar a alguien.

–¿Qué les dirías a quienes aseguran que tus opiniones están sesgadas por tu vinculo emocional con Alianza Lima?

No voy a negar mi hinchaje por Alianza, lo he dicho abiertamente. Pero eso no significa que insulte a otros equipos o falte el respeto a sus hinchas. Puedo tener una opinión firme o directa, pero jamás desde el agravio, como sí pasa con la gente que a través del anonimato insulta, agrede y hasta amenaza. Yo convivo con eso.

–¿Cómo gestionas emocionalmente ese nivel de agresión? ¿Has recurrido a ayuda profesional?

Mi historia personal me ha preparado para esto. Vengo de una infancia y adolescencia muy duras, crecí en barrios complicados, y he vivido situaciones realmente difíciles. Por eso, los insultos o amenazas no me afectan. No le temo a nadie, no le debo nada a nadie, y por eso el canal que dirijo se llama justamente “A presión”. Porque así he construido mi vida: bajo presión constante.

–Ganaste el Premio Luces en la categoría de Mejor contenido deportivo, una de las más reñidas. ¿Esperabas ese resultado?

La verdad, no. Ganar esta edición fue como ganar un Oscar. Ni siquiera pensé que me volverían a nominar. Después de lo que ocurrió en noviembre del 2023, con el juicio que tuve con el Ministerio de la Mujer y la embajada de Venezuela —donde se me acusó de maltrato, violencia de género y xenofobia—, sentí que todo se había derrumbado. Perdí mucho, y hasta hoy no he recuperado nada de eso.

Mr. Peet muestra los tres trofeos obtenidos en los Premios Luces por "A presión". (Foto: archivo personal de Peter Arévalo)
Mr. Peet muestra los tres trofeos obtenidos en los Premios Luces por "A presión". (Foto: archivo personal de Peter Arévalo)

–¿Qué perdiste exactamente?

Perdí mis trabajos en ESPN y en Radio Panamericana. También un contrato importante con una entidad bancaria, y varias marcas se retiraron del canal. Incluso había sido convocado para la quinta temporada de “El Gran Chef”, pero debido a la presión mediática ya no pude participar. Fue justo cuando “A presión” estaba en su mejor momento: hacíamos números altísimos.

–¿Reconoces que se te pasó la mano en tus declaraciones de ese entonces?

¿En qué se me puede haber pasado la mano? Lo único que hice fue describir una realidad que todos conocen, pero que muchos prefieren callar. ¿Dónde estuvo la agresión? El juicio duró seis meses, se hicieron cuatro audiencias, y no encontraron nada. Fui absuelto. Para mí ese fue un tema politizado, absolutamente, porque lo necesitaba el gobierno, necesitaba una cortina de humo importante y los medios tradicionales se sumaron para tumbarse a “A presión”.

–¿Qué opinas del programa “Enfocados”?

Es una propuesta distinta. La gente siempre ha querido conocer lo que ocurre en los vestuarios, y Jefferson Farfán se los está mostrando. Ahora tienen acceso a historias íntimas contadas por sus protagonistas. Eso lo hace entretenido y valioso. Jefferson y Roberto Guizasola son muy divertidos, y el éxito del programa se refleja en sus números.

–Alguna vez dijiste que Hernán Barcos te parecía técnicamente superior a Paolo Guerrero. ¿Mantienes esa opinión?

Ambos son cracks. Técnicamente Barcos puede ofrecer más en ciertos contextos, pero Paolo es el mejor 9 en la historia del fútbol peruano. Nadie ha sido tan determinante en la selección como él, lo demuestran sus números, su carácter en los momentos clave, su rol en el Mundial. Los dos pueden ser titulares, son complementarios y siguen siendo claves en Alianza.

–¿Cómo ves la etapa de Óscar Ibáñez al mando de la selección?

Creo que el futbolista peruano está acostumbrado al trato paternal. Más que un técnico, busca un amigo en el vestuario. Alguien que lo escuche, que lo comprenda. Y Óscar calza en ese perfil. Ha sido jugador, tiene cercanía generacional con varios. Desde lo técnico, quizás no era el perfil más exigente o experimentado que se esperaba. Todos pensábamos que debía venir alguien con recorrido internacional. Pero creo que pesó mucho la opinión del jugador. Es una figura honesta, con buena intención, y eso el jugador lo valora.

–Hace un tiempo dijiste que uno de tus sueños era ser presidente del Perú. ¿Ese sueño sigue vivo?

Sí. No por ambición de poder, sino por el deseo de hacer algo real por la gente que más lo necesita. Me han ofrecido postular a cargos municipales en dos oportunidades, pero no me interesa. Si algún día doy ese paso, será para trascender. No soy político, no me interesa ese mundo, pero tengo claro que este país necesita nuevas voces.

–¿Cómo definirías esta etapa de tu vida, tanto personal como profesional?

Mi vida es el fútbol porque me salvó. Sin haber llegado al fútbol profesional, me dio una razón para seguir adelante.

–¿Cómo definirías esta etapa de tu vida, tanto personal como profesional?

No puedo separar mi vida del fútbol, porque el fútbol me salvó la vida. Sin haber llegado al fútbol profesional, me dio una razón para seguir adelante.

–¿A qué te refieres cuando dices que te salvó?

Crecí en la calle. Mi mamá trabajaba todo el día, y mis hermanos y yo estábamos solos. Yo era rebelde, me escapaba. Me iba desde la una de la tarde hasta la medianoche. Mi mamá sabía dónde encontrarme: limpiando lunas de autos o ayudando a cargar bolsas para ganarme unas monedas. Desde los 7 años estuve expuesto a muchas cosas: drogas, alcohol, delincuencia. Fui “campana” en robos, vi cosas que ningún niño debería ver. Pero el fútbol apareció como una tabla de salvación. Era mi refugio, mi escape.

–¿Hubo algún episodio que te marcó especialmente?

Muchos. Cuando tenía 10 años, una señora me encerró en su casa. Yo la ayudaba a llevar bolsas y me dejaba revisar sus periódicos para leer sobre Alianza. No sé con qué intención lo hizo. Por suerte unos chicos de la quinta, que jugaban fútbol conmigo, me ayudaron a salir por una ventana. Mi madre le reclamó y ella puso como excusa de que me echó llave para que no me robe nada. Fue una experiencia terrible. De niño, también fui testigo de cosas durísimas. Una vez, en un salón de belleza donde barría, vi algo que un menor no debería ver. Cuando fui a botar la basura vi a una pareja gay teniendo sexo. Todo eso me hizo madurar a la fuerza. Me convertí en un niño viejo, en un niño de la calle.

–¿Y cómo llegó el fútbol a tu vida?

Gracias a mi papá. Él me enseñó a amar este deporte. Siempre digo: “Soy lo que soy por mi madre, pero llegué hasta aquí por mi padre, él despertó mi interés por el fútbol”. Iba a los estadios, trabajaba para comprar mi entrada o me colaba. Cuando conocí a jugadores como Teófilo Cubillas o Caico Gonzales Ganoza, entendí que el fútbol no solo me entretenía: me daba esperanza. Ellos fueron mis héroes. El fútbol me rescató de una realidad que pudo ser mucho más dura.

–¿Qué significa “A presión para ti”?

Es como mi familia. Veo en esos chicos los mismos sueños y dificultades que viví con mis hermanos. Yo era el décimo de quince, pero el primero en salir a trabajar. Me tocó ser el hermano mayor sin serlo. Por eso, en “A presión” hablo con ellos como hablaba con mis hermanos. Quiero verlos crecer, llegar lejos. Me alegra ver a Nico Ramírez en ESPN, a Marcelo Merizalde en Movistar y a Pablo Ocaña en Latina. Ojalá, si algún día me lanzo a la presidencia, la gente me acompañe. Pero desde ya les digo: no los voy a decepcionar.

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